Pence vence el escepticismo y se vacuna en directo

Mike Pence y su esposa madrugaron este viernes y entraron en la sala en manga corta, pese a que el termómetro afuera marcaba frígidas temperaturas bajo cero. Tocaba remangarse frente a las cámaras para dar ejemplo de disposición para recibir la vacuna de Pfizer que un médico le inyectó tras hacerle el debido cuestionario. «No he sentido nada», informó el vicepresidente de EE UU. Los presentes rompieron en carcajadas cuando el facultativo inquirió con sobriedad si el político de 61 años estaba embarazado o dando el pecho. «No», respondió él con los ojos abiertos como platos.

Todo este espectáculo, retransmitido en directo al país pasadas las 8.00 horas, tenía razón de ser. El 42% de los republicanos dice en las encuestas que probablemente no se inyecte la vacuna, frente al 12% de los demócratas. El sesgo ideológico se lo deben a Donald Trump, que desde el principio ha minimizado el impacto del virus y acentuado la desconfianza en el «deep state» y las regulaciones del Estado. Por eso el líder del Senado, Michel McConnell, de 78 años, fue otro de los prominentes republicanos que salieron enseñando la cartilla de vacunación a las cámaras. «Así es cómo combatimos al virus», apremió.

También lo hizo en el lado demócrata la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, de 80 años, que es la segunda en línea de sucesión después de Pence. El presidente electo, Joe Biden, y su esposa se vacunarán el lunes y su segunda de a bordo, Kamala Harris, con su marido, después de Navidad. Por seguridad en las funciones del gobierno, sus asesores les han recomendado no inyectarse a la vez. El país no puede quedarse desamparado en caso de una mala reacción. Les seguirán los miembros del Congreso y del Tribunal Supremo, que se turnarán de acuerdo a los planes que ha presentado el médico del Capitolio Brian Monahan. Mientras tanto, «debemos seguir usando las mascarilla, respetando la distancia de seguridad y siguiendo los consejos que se nos han dado para salvar vidas y acabar con el virus», avisó Pelosi por Twitter. Todos necesitarán una segunda dosis dentro de tres semanas para completar el proceso que puede protegerles entre uno y tres años, siempre que el virus no mute.

Ni palabra de cuándo se inyectará Trump, que realmente no la necesita al haber contraído ya la enfermedad y disponer de los anticuerpos. Con todo, la vacuna podría proporcionarle una protección adicional y, sobre todo, serviría para dar ejemplo a sus seguidores, que son los más desconfiados. Si mostrar la cartilla de vacunación se convierte en un requisito en distintos aspectos de la vida social, como volar, muchos de los renuentes podrían cambiar de opinión, aunque sea a regañadientes.

Las bolsas de cadáveres y camiones frigoríficos que han vuelto a hacer su aparición frente a las cámaras no parecen ser tan persuasivas. California, que solo el jueves comunicó 45.000 nuevos positivos y 260 muertos en un solo día, ha encargado 5.000 bolsas de cadáveres y 60 camiones frigoríficos que hagan de morgues portátiles. Sólo en el condado de Los Angeles se estima que dos personas mueren cada hora y uno de cada cien habitantes está infectado.

Para los que habitan en zonas rurales, la aprobación de la vacuna de Moderna, que se esperaba ayer como inminente, traerá esperanzas renovadas, al no necesitar condiciones tan estrictas de refrigeración. Con todo no será bien recibida en todas partes, después de que un ministro belga revelase los precios en Twitter durante unos minutos. Gracias a eso se sabe que será la más cara y que la estadounidense Pfizer ha hecho un descuento del 24% a la UE frente a EE UU, algo que no debe de haber sentado nada bien a Trump, quien presume de conocer mejor que nadie 'El Arte del Trato', su bestseller.