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Michelle Obama no quiso este lunes pasar por el mal trago de la primera investidura de Donald Trump. Entonces, en 2017, lloró «durante treinta minutos seguidos» tras la toma de posesión. Sus sollozos eran «incontrolables». Lo confesó varios años después en su podcast, 'The light', ... con el magnate ya fuera de la Casa Blanca y sin imaginar que recuperaría la presidencia. La esposa del primer presidente negro de Estados Unidos desechó esta vez la invitación para ver, de nuevo, la misma película. La ex primera dama fue una de las grandes ausentes entre los demócratas en un acto al que sí acudió su marido, Barack Obama (presidente entre 2009 y 2017), aunque su gesto en el interior del Capitolio tampoco era de agrado. Apenas hubo un frío intercambio de miradas con el matrimonio Bush, junto al que siguió la ceremonia. Cosas del protocolo.
Los Obama no ahorraron esfuerzos durante la pasada campaña en favor de la candidatura de Kamala Harris, quien vio en primera fila la toma de posesión de su rival –y vencedor– en las elecciones del 5 de noviembre. Fue una de las últimas en entrar a la Rotonda del Capitolio, al mismo tiempo que Joe Biden, con quien ejerció como vicepresidenta y al que relevó como aspirante demócrata a la Casa Blanca. Una estrategia que no funcionó y que sentó este lunes a ambos a la izquierda de Trump, el espacio reservado al pasado en la sala. Allí estaban los expresidentes, las ex primeras damas, el casi ex primer caballero... Ninguno aplaudió al multimillonario cuando anunció el inicio de una «era dorada» en el país durante su primer discurso tras la investidura.
Biden y su mujer, Jill, no quisieron pagar con la misma moneda a Trump, que hace cuatro años renunció a acudir a la toma de posesión de su sucesor en plena pataleta por el supuesto fraude electoral, una decisión que rompió una tradición de más de cien años. En esta ocasión se impuso el traspaso de poderes pacífico. Michelle Obama, sin embargo, no fue la única de los demócratas que se negó a fingir durante ese relevo. Nancy Pelosi, quien fuera máxima responsable de la Cámara de Representantes y uno de los pesos pesados dentro del partido, tampoco ocupó su asiento en la ceremonia, aunque sus motivos no trascendieron. Tal vez los años de insultos contra ella –a quien el empresario llegó a calificar de persona «horrible»– tuvieron algo que ver en su ausencia.
También conoce bien sus ataques Hillary Clinton, a quien Trump derrotó en los comicios de 2016 y que este lunes vio al republicano, a escasos metros de distancia, convertirse en presidente de Estados Unidos por segunda vez. Lo hizo de nuevo como ex primera dama y acompañada de su esposo, Bill, que ocupó la Casa Blanca entre 1993 y 2001. Ellos, como George W. Bush (2001-2009) y su mujer, Laura, también estaban a la izquierda del magnate. En el lado del pasado.
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