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Bajo el liderazgo de Donald Trump, el Partido Republicano ha recuperado el control de ambas cámaras, consolidando su hegemonía sobre las tres principales ramas de poder. La formación, que ya logró 53 escaños frente a 47 de los demócratas en el Senado, ha conseguido imponerse ... también en la Cámara de Representantes (con 218 asientos frente a 208), según el recuento finalizado una semana después de los comicios.
El control absoluto -al menos durante dos años, hasta las elecciones de medio mandato que pueden cambiar la tendencia en ambas cámaras- tiene sus ventajas. Por ejemplo, en su primer mandato, entre 2016 y 2020, el magnate tuvo además la oportunidad de inclinar a su favor la mayoría del Tribunal Supremo, que en junio pasado decidió que el ahora presidente electo es inmune a cualquier persecución judicial relacionada con el ejercicio de su cargo.
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Mercedes Gallego
Mercedes Gallego
El Partido Republicano ya contó con mayoría en las dos cámaras en 2017, tras la primera victoria de Trump, pero entonces todavía no era el partido del Make America Great Again (Hacer a Estados Unidos grande de nuevo), el movimiento MAGA que ha formado el magnate. Su éxito político es indiscutible. Con su estilo populista y sus promesas para desmantelar el sistema, el empresario ha conseguido capturar la imaginación de un electorado descontento y sediento de fe en el sueño americano que se le ha escurrido de entre los dedos tras la pandemia.
Si en su anterior mandato el presidente tuvo que luchar contra el aparato del partido para imponer su voluntad, esta vez el cuerpo legislativo está entregado de antemano a su proyecto y a su persona. «Estamos comprometidos a avanzar en la agenda del presidente Trump para restaurar la grandeza de Estados Unidos», afirmó el líder del Congreso y de la Cámara baja, Mike Johnson, al recibir al mandatario el miércoles en el Capitolio. «Vamos a izar en este edificio la bandera del 'America First'», propuso.
53 asientos
asientos lograron los conservadores, que presidirán esta cámara.
47 escaños
tendrán los demócratas, que pierden el control de este órgano.
En el Senado, el nuevo presidente, John Thune, prometió lealtad al ser elegido, horas antes de encontrarse con el primer reto: la nominación del congresista de Florida Matt Gaetz, que se encuentra bajo investigación del Comité Ético por su conducta sexual. Entre otras cosas, Gaetz propone eliminar el FBI. Junto al nombramiento de un presentador de televisión sin experiencia de gestión alguna para dirigir el Pentágono, Pete Hegseth, que pretende vetar a las mujeres de los puestos de combate y arrinconar a «los generales 'woke'», Thune lo tiene complicado para asegurarse el apoyo de sus propios senadores en la confirmación. Será la prueba de fuego para demostrarle a Trump que es el líder en el que puede confiar. «Los mejores días están por venir», aseguró.
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Mercedes Gallego
Si bien nadie duda de que el Partido Republicano ha recibido de las urnas un mandato para llevar a cabo el cambio prometido, la mayoría es exigua en ambos órganos. A falta de dirimirse el resultado de tres escaños en California y Iowa, se le atribuyen 218 diputados en la Cámara de Representantes, uno más de la mayoría, de los cuales al menos dos tendrán que ser reemplazados, al haber sido elegidos por el presidente para integrar su gabinete.
218 escaños
tendrá el partido de Trump, uno por encima de la mayoría.
208 miembros
de la formación progresista ocuparán un asiento.
Pese a la marea roja, los demócratas han conseguido recuperar tres asientos en el Estado de Nueva York, gracias sobre todo a una redistribución del electorado en esos distritos del Hudson Valley, Long Island y Syracuse. Eso compensa derrotas humillantes en Pensilvania, como la del distrito octavo de Scranton, donde nació el presidente Joe Biden, y donde un republicano ha conseguido ganar el asiento que estaba en manos de los progresistas desde 2013, al igual que ha ocurrido con el séptimo de Lehigh Valley. El entorno liberal de Omaha (Nebraska) también ha caído en manos conservadoras y sus rivales han tenido que pelear voto a voto en áreas de California y Arizona que les favorecían.
Dada la situación, el Partido Republicano espera que la oposición colabore con su agenda, que empieza con la seguridad fronteriza y continúa con la reducción de impuestos y la desregulación que aumentará el número de perforaciones petrolíferas. Será una reforma fiscal aún más agresiva que la de 2017, con recortes masivos a los tributos corporativos y a las rentas altas. Esta política, presentada como una herramienta para estimular el crecimiento económico, es vista por los críticos como una vía para aumentar la desigualdad y el déficit.
Sin embargo, el liderazgo conservador sostiene que la reducción de impuestos, junto con la eliminación de trabas regulatorias, impulsará la inversión privada y creará empleos, especialmente en sectores como el petróleo, el gas y el carbón, cuyos intereses están representados en el círculo íntimo de Trump.
Se espera una embestida legislativa para limitar los derechos civiles al voto, justificada bajo la premisa de prevenir el fraude electoral, a pesar de la falta de pruebas contundentes de su existencia. Esto podría traducirse en nuevas restricciones que dificulten el acceso al voto para minorías y comunidades de bajos ingresos, favoreciendo un ciclo de poder conservador. También se anticipa una ofensiva contra el 'Deep State' (Estado profundo) que, según el presidente electo, ha saboteado su visión para Estados Unidos.
«Sospecho que no me presentaré otra vez, a menos que digan: 'Es tan bueno que tenemos que buscar otra solución'»
«Estamos comprometidos a avanzar en la agenda del presidente Trump para restaurar la grandeza de Estados Unidos»
«Los mejores días están por venir. Trabajaré para construir un país fuerte y próspero y un nuevo amanecer brillante»
Esta consolidación del poder abre también la puerta a su futuro político. Trump había dicho inicialmente que esta sería su última campaña, pero el miércoles sugirió la posibilidad de volver a presentarse, pese a que la Constitución de EE UU limita la presidencia a dos mandatos. «Sospecho que no me presentaré otra vez, a menos que digan: 'Es tan bueno que tenemos que buscar otra solución'», soltó a los congresistas, insinuando que empiecen a buscar una fórmula para eludir esa restricción.
Este jueves, un congresista de Nueva York introdujo una resolución clarificando que la limitación de dos mandatos no se refiere a dos consecutivos, sino en total, la posible salida que el mandatario puede tener en mente.
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