Biden lanza una campaña agresiva para recuperar la confianza de los votantes

La familia Biden se reunió el domingo en Camp David en un retiro que ya estaba planeado semanas atrás antes del desastroso 'face a face' presidencial con Donald Trump. Desde su administración se desestiman los rumores de que el cónclave tenía como propósito hablar sobre su posible adiós, aunque no se niega que el tema salió a relucir de modo informal o como «una ocurrencia tardía». Según ha trascendido, el estado de ánimo de Biden en privado era bajo al sentirse «humillado» y «falto de confianza». De cualquier manera, en última instancia fueron el presidente y la primera dama Jill Biden quienes tomarían las decisiones fundamentales sobre su candidatura para un segundo mandato, aunque los hijos y nietos de la pareja asimismo estuvieron presentes en el retiro.

Además, los amigos y familiares de Biden responsabilizaron en gran medida del fracaso en el debate a los colaboradores de campaña que prepararon al presidente para el debate. Las quejas incluyeron de todo, desde el maquillaje a los ángulos de la cámara, sin olvidar la mala fortuna en una mala noche con la voz ronca y algunas respuestas mutiladas.

Mientras en los medios y conversaciones privadas se manejaban listas de nombres de posibles candidatos alternativos, algunos gobernadores estatales se posicionaban veladamente como potenciales sustitutos tardíos, tratando al mismo tiempo de no ser percibidos como desleales. Pero, tras los primeros momentos de pánico, una sólida actuación del equipo presidencial ha posibilitado una contraofensiva que incluye agresivos contactos con demócratas de alto rango para restaurar la confianza y hacer olvidar la apariencia de fragilidad del presidente de 81 años.

A ello se une que otro grupo de gobernadores, considerados la próxima generación del liderazgo demócrata, ha declarado públicamente su lealtad a Biden, y se ha movilizado a proteger sus ya frágiles posiciones electorales en sus respectivos estados, así como la potencial pérdida de apoyo entre los donantes en las próximas dos semanas.

Al tiempo que el presidente ha tratado de calmar a sus seguidores, ha solicitado ideas a sus asesores y a su personal para reformular estrategias de campaña para tratar de recuperar la confianza dañada tras el debate. Según ha trascendido, los demócratas han puesto en marcha una masiva campaña política, de relaciones públicas y de carácter personal, destinada a confrontar los llamamientosa abandonar su candidatura a la reelección. Además, se pretende movilizar a los demócratas para que abandonen el debate público sobre la edad y el futuro del presidente. Por ello se baraja ofrecer una conferencia de prensa general y también entrevistas para defenderse y cambiar la narrativa. Biden, que hasta ahora ha eludido este tipo de contactos con los periodistas, considera ahora ambas cosas en un intento de hacerse más accesible al público. Al tiempo, la campaña de Biden mantuvo este lunes conversaciones críticas con su comité nacional de finanzas dirigidas a calmar los nervios y «sentir el nivel de temperatura» entre los ejecutivos del partido.

Una nueva encuesta de CBS News/YouGov hecha pública el domingo muestra que casi la mitad de los votantes demócratas piensan que Biden debería hacerse a un lado y no aceptar la nominación del partido a la presidencia de cara a noviembre. Las prospecciones demoscópicas no relevan, sin embargo, un cambio significativo en la intención de voto de los electores, que continua prácticamente inalterada con respecto a los niveles previos al debate del jueves.