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Óscar Bellot
Domingo, 12 de julio 2015, 07:30
Los libros de historia suelen reservar poco espacio a los hobbies de los presidentes. Concentrados en los logros y fiascos de sus mandatos, pasan de puntillas por esas aficiones que sirven para arrojar luz sobre las personalidades de quienes rigen los destinos de sus conciudadanos. Pero por escaso que sea su tiempo libre, todos ellos se han consagrado a algún quehacer con el que relajar su mente en medio de las tempestuosas decisiones que han tenido que adoptar. George Washington montaba a caballo y jugaba a las cartas; Abraham Lincoln fue un formidable luchador en sus años mozos e, instalado ya en la Casa Blanca, no dudaba en acudir al teatro en cuanto podía allí perdió la vida a manos de John Wilkes Booth-; Theodore Roosevelt era un devoto de la naturaleza y un apasionado de los deportes, especialmente el boxeo y el tenis; su primo Franklin Delano pasaba largas horas con su colección de sellos; John F. Kennedy se consagraba a la natación -muchas veces acompañado de bellas secretarias-; Bill Clinton agarraba el saxofón; y Barack Obama empuña un palo de golf cuando tiene un minuto libre. El 8 de noviembre de 2016 habrá que añadir a esta galería las pasiones que lleve consigo al Despacho Oval su próximo inquilino, que saldrá del largo ramillete de candidatos que concurrirán a las primarias, especialmente en el bando republicano. Y el abanico no tiene desperdicio.
En el campo demócrata, Hillary Clinton acapara toda la atención. Sometida al escrutinio público desde sus tiempos como primera dama en los años noventa, la que fuera senadora por Nueva York y secretaria de Estado durante el primer mandato de Barack Obama ha sido retratada como una mujer obsesionada con el poder. Pero muy de cuando en cuando deja ver facetas poco conocidas de su personalidad. Apasionada por el chocolate, la esposa de Bill Clinton tiene predilección por 'Tu casa a juicio', un programa que puede verse en España a través de Divinity y que presenta a parejas que han de optar entre seguir viviendo en su domicilio, convenientemente reformado por una prestigiosa decoradora de interiores, o mudarse a otro propuesto por un agente inmobiliario al que dan un listado detallado de sus exigencias. La demócrata es también una ávida lectora de libros de cocina y decoración, y cita entre sus escritores favoritos a John le Carré, John Grisham, Hilary Mantel o Toni Morrison, entre otros. Aunque es una obra de un autor ruso, 'Los hermanos Karamazov', de Fedor Dostoievsky, la que le causó mayor impresión en su juventud. También practica yoga y nada con asiduidad.
En materia de aficiones, poco juego dan sus adversarios demócratas. Quien mejor cotiza en los sondeos, el socialista Bernie Sanders, no tiene mayores pasiones conocidas que la política. Y a Martin O'Malley, gobernador de Maryland, le gusta cantar y tocar la guitarra.
Armas y botas vaqueras
Mucho más amplio es el rosario de aficiones entre los candidatos del 'Grand Old Party'. El mejor situado, Jeb Bush, formó parte del equipo de tenis de la Universidad de Texas en los años setenta y, como su hermano George W. Bush, gusta de ver partidos de béisbol cuando sus obligaciones se lo permiten. Más asiduo a la lectura que su hermano George W., Jeb cita entre sus escritores predilectos a Charles Murray, autor de 'The Bell Curve', un libro que establece una fuerte relación entre el coeficiente de inteligencia de las personas y sus opciones de progresar en la sociedad y que generó gran polémica al analizar las diferencias de dicho coeficiente observadas en distintos grupos étnicos, lo que llevó a varios estudiosos a tacharlo de racista.
La música es una de las pasiones de Rand Paul, uno de los que mejor librado sale en las encuestas en un potencial enfrentamiento con Hillary Clinton. El senador por Kentucky es un fan de Rush, banda canadiense de rock cuyos temas empleó en su campaña de 2010, lo que motivó el enfado del grupo, que tachó al político de racista y le acusó de usar sus canciones sin permiso. "Paul odia a las mujeres y a los hombres de color", manifestó Neil Peart, batería de Rush, en una entrevista concedida a la revista 'Rolling Stone'.
Como Paul, Chris Christie también tiene su artista de referencia. El gobernador de Nueva Jersey no se pierde un concierto de Bruce Springsteen si puede evitarlo. Ha asistido a más de un centenar de actuaciones del intérprete de 'Born in the USA' y ha tenido oportunidad de departir con su ídolo en múltiples ocasiones, por ejemplo cuando éste actuó en beneficio de los afectados por el paso del huracán 'Sandy' en 2012. Pero su relación es complicada, pues Springsteen se ha significado por su apoyo a políticos demócratas como Barack Obama, fuente de inspiración para su 'Working on a dream'. Christie es también un incondicional de los New York Mets, el equipo de béisbol afincado en Queens, en la vecina Nueva York, y sigue los partidos de los New York Jets, el equipo de fútbol americano por el que sienten predilección dos de sus hijos, y los New York Giants, conjunto del que es fan otro de sus vástagos.
En cuanto a los texanos, el senador Ted Cruz, campeón nacional de debate durante su época universitaria, tiene debilidad por las botas vaqueras, que no duda en enfundarse un para defender sus argumentos en la tribuna. Y Rick Perry, exgobernador del 'estado de la estrella solitaria', no duda en irse a pegar tiros con su rifle a una galería, práctica que el republicano describe como su golf particular. Su arma predilecta es un LaRue OBR 5.56, aunque tampoco le hace ascos a un Colt .45. Lógico que sea uno de los favoritos de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el poderoso lobby que ha bloqueado todos los intentos de la Administración Obama por establecer mayores controles en el acceso a las armas tras tragedias como la de Newtown (Connecticut).
Por último, Rick Santorum, exsenador por Pensilvania, es un fanático de los bolos; y Lindsey Graham, senador por Carolina del Sur, adora el cine, con especial debilidad por 'Casablanca'.
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