Por si el país no tenía ya bastantes problemas con su crisis política, Corea del Sur sufrió este domingo la peor tragedia aérea en su territorio, con 179 fallecidos y solo dos supervivientes durante un brutal aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Muan. Todas ... las víctimas eran ocupantes del avión de la aerolínea de bajo coste Jeju Air que se estrelló al aterrizar al final de un vuelo desde Tailandia en esta terminal de la provincia de Jeolla del Sur, a casi 300 kilómetros al suroeste de Seúl.
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Según muestra un vídeo espeluznante emitido por la cadena MBC, el aparato, un Boeing 737-800, intentó un aterrizaje forzoso y acabó deslizándose sobre su panza a gran velocidad por la pista hasta chocar contra un muro, lo que provocó una enorme explosión. Como se aprecia en las imágenes, el avión no desplegó su tren de aterrizaje, lo que hace sospechar a los investigadores que sufrió algún tipo de fallo técnico causado, según los primeros indicios, por el choque con una bandada de aves.
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Precisamente, seis minutos antes del siniestro, que tuvo lugar a las 9.07 de la mañana (1.07 de la madrugada, hora peninsular española), la torre de control alertó del peligro de colisión con aves, que en esta época del año suelen ser patos salvajes. Según recoge la agencia surcoreana de noticias Yonhap, uno de los testigos del accidente, un hombre de 50 años apellidado Jung, vio que «cuando el avión iba a aterrizar en la pista chocó contra una bandada de pájaros que venían en dirección contraria». «Oí dos o tres estallidos, como si las aves hubieran sido absorbidas por los motores, antes de ver llamas saliendo del motor derecho», añadió.
A tenor de los medios surcoreanos, uno de los pasajeros envió desde su móvil un mensaje de texto justo antes del accidente. «Un pájaro ha quedado atrapado en un ala y no podemos aterrizar. ¿Debería dejar mis últimas palabras?», escribió a uno de sus familiares. Y, según se ve en otro vídeo de la MBC, el Boeing parece chocar contra algo en su descenso y un destello resplandece en su motor derecho.
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Esa chispa también la vio Yoo Jae-yong, de 41 años, quien se hallaba en una casa cerca del aeropuerto. «Le estaba diciendo a mi familia que había un problema con el avión cuando escuché una fuerte explosión», señaló. Otro testigo, de apellido Cho, daba un paseo a unos 4,5 kilómetros de la terminal cuando ocurrió la tragedia. «Vi el avión descendiendo y pensé que estaba a punto de aterrizar cuando observé un fogonazo. Luego hubo un potente estallido seguido de humo en el aire, y después una serie de explosiones», relató. Lo mismo presenció otro testigo de 70 años, Kim Yong-cheol, quien escuchó «ruidos metálicos» y contempló que el avión ascendía tras fracasar en su primer descenso. Después, siguieron una «potente explosión» y «humo negro en el cielo».
A pesar de estas primeras sospechas, algunos expertos en aviación dudan de que el impacto de unas aves pueda dañar tanto los motores como el tren de aterrizaje. «Tenemos que analizar la causa, pero es muy inusual que los tres trenes de aterrizaje fallen», explica el director del Centro de Educación de Vuelo en la Universidad Aeroespacial de Corea, Kim In-gyu. En su opinión, «es difícil concluir que solo el choque con pájaros sea el motivo. Tenemos que examinar también si había algún defecto en el avión». El Ministerio de Tierra, Infraestructura y Transporte precisó que los motores y el mecanismo de despliegue de las ruedas no están «interconectados» como para pensar en un fallo general.
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Lo cierto es que los incidentes con aves han aumentado durante los últimos años en los 14 aeropuertos internacionales y domésticos de Corea del Sur. Mientras en 2020 se registraron 70, en 2021 fueron 109, en 2022 llegaron a los 131 y el año pasado alcanzaron los 152. Solo en el aeropuerto de Muan, se contabilizan diez choques con aves desde 2019 hasta el pasado mes de agosto. Mayor aún es el número en el vecino Japón, que notificó 1.499 colisiones de este tipo en 2023, de las cuales 59 causaron daños significativos en los aviones.
Para el director de la aerolínea, Song Kyung-hoon, el accidente no se ha debido a «problemas de mantenimiento», pero ha prometido investigar a fondo para determinar el motivo del siniestro. A la espera de conocer las causas, los equipos de investigación ya han recuperado las cajas negras y las grabaciones en la cabina de los pilotos, pero las pesquisas podrían durar varios meses.
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Para las autoridades surcoreanas, lo más inmediato es identificar a los fallecidos, lo que resultará difícil porque el avión fue devorado por las llamas, y atender a las familias de las víctimas, que volvían de sus vacaciones en Tailandia. «No puedo creer que toda la familia haya desaparecido», se lamentó a la BBC Maeng Gi-su, un hombre de 78 años que había perdido a su sobrino y a los dos hijos de este.
De los 181 ocupantes, 175 pasajeros y seis tripulantes, todos eran surcoreanos menos dos tailandeses y sus edades oscilan entre los tres y los 78 años. Los dos únicos supervivientes son un azafato de 33 años y una azafata de 25, cuyos testimonios serán vitales para saber qué le ocurrió a este fatídico vuelo. Según recoge el periódico 'Korea Herald', lo último que recordaba uno de los auxiliares era abrocharse el cinturón de seguridad para aterrizar y, luego, despertarse en el hospital, donde acertó a decir: «¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo es que estoy aquí?».
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