La guerrilla del M23 desata una masacre en la ciudad congoleña de Goma

La invasión de la milicia tuvo lugar a lo largo de la noche del pasado domingo. «Entonces evacuaron a los altos rangos militares y autoridades civiles», explica Natalia Torrent, expatriada española y jefa de programas de Médicos Sin Fronteras en dicha zona. Según indica, quedaron algunos efectivos y los 'wazalendo', paramilitares contrarios a los rebeldes, que, al parecer, protagonizan la resistencia en el centro de la urbe. El M23 tomó en las últimas horas de este martes el aeropuerto de Goma.

El pánico se apoderó entonces de la población y miles huyeron a lo largo de este martes. «Desde finales de diciembre había ya 700.000 desplazados en los campos cercanos a la ciudad, pero algunos se han vaciado por los combates», relata Torrent. Aunque el Comité Internacional de Cruz Roja asegura que se han producido numerosas víctimas en estos campamentos y se contemplan cadáveres diseminados por las calles, el saldo oficial de víctimas es de solo 17 muertos entre los contingentes de cascos azules que protegían Goma y unos 600 heridos, en su mayoría civiles atrapados en los tiroteos.

La ciudad amaneció este martes en calma, según Torrent, aunque las noticias hablan de duelos de artillería en torno al aeropuerto, al parecer ya en manos de los guerrilleros. «No sabemos quién controla la ciudad», admite la cooperante, que menciona la proliferación de saqueos de tiendas y almacenes, como el del Programa Mundial de Alimentos. «La situación es muy volátil y carecemos de garantías para atender a los civiles».

La captura de la principal ciudad fronteriza es el último capítulo de la guerra en la región de los Grandes Lagos, conflicto que se antoja sempiterno. Desde el genocidio de Ruanda, las provincias congoleñas de Kivu Norte y Sur se hallan afectadas por enfrentamientos protagonizados por el ejército nacional y fuerzas afines contra grupos surgidos de la comunidad banyamulenge o tutsi, vinculada étnica y políticamente al Gobierno de Paul Kagame, el hombre fuerte de Kigali.

La ciudad hoy en disputa es un gran centro de comunicaciones en un área rica en recursos naturales como el coltán o el cobalto. «El control de los minerales es todo lo que quieren los ruandeses utilizando al M23», asegura Jeanne y aduce que «el ataque y la toma de Goma constituyen un poderoso medio de presión para que el Gobierno negocie desde una posición de debilidad».

La mayoría de sus compatriotas comparte esta opinión. Es más, diferentes embajadas (Ruanda, Francia, Bélgica y EE UU) fueron asaltadas por turbas en la capital, Kinshasa. El Gobierno de España desaconseja desde este martes los viajes «no esenciales» al país africano.

El régimen autoritario de Kigali es uno de los escasos aliados actuales de Estados Unidos y la Unión Europea en África, sometida al empuje diplomático de Rusia y China. Así que en juego están el futuro de millones de afectados y, sobre todo, el de los minerales necesarios para fabricar nuestras tablets y teléfonos de quinta generación.