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Inma Sobrino en una de las naves de su explotación agraria. Gabriel Villamil

Inma Sobrino: «Hay que renovarse para que se consuman productos locales»

Productora de una gran variedad de verduras de alta calidad que también envasa al vacío. 53 años. Covarrubias (Soria)

Viernes, 15 de mayo 2020, 10:04

Inmaculada Sobrino nació entre agricultores. Sus padres se han dedicado al cultivo del cereal y de la remolacha en Covarrubias, una localidad soriana de la comarca de Almazán que no llega a la veintena de habitantes censados. Ella estudió y obtuvo la titulación de administrativa y programación informática. Se quedó sin trabajo en 2012 y decidió continuar con el negocio de sus padres. Ahora tiene 53 años. «Me encanta el campo, me gusta mi profesión. La he mamado desde pequeña», afirma.

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Lo primero que hizo al incorporarse al negocio fue desechar el cultivo de la remolacha, sustituirlo por la patata y darle otro enfoque con producción de otras variedades más adaptadas a la rentabilidad de los precios y al consumo de la población joven y actual. «Verdura natural, de la huerta y de calidad. De esta manera pusimos en marcha una huerta de 6.000 metros cuadrados para la distribución de nuestras verduras no solo en la provincia de Soria, también en las provincias y en las comunidades autónomas limítrofes», señala.

Los primeros problemas

Inma se topó con el primer problema: el coste de los portes. «Muy altos para vender nuestros productos, por ejemplo, en Madrid. Se encarecen demasiado. Así que pusimos la vista solo en la provincia de Soria y el envío a domicilio con pedido a través de la página web». Creó la marca 'Verduras La Noria' y comenzó, con la ayuda de su marido y de su hija, con las plantaciones que hoy le han dado su seña de identidad: sus hermosas berenjenas, varios tipos de cebolla, coliflor, repollo, brócoli, pimiento rojo y verde, lechuga, puerro, diferentes variedades de tomate, calabacín, pepino, acelga y, por supuesto, borraja. «Todo lo vendemos fresco al consumidor final. Igual que lo hacemos con nuestras patatas que los sorianos buscan por su calidad. Sembramos patata de la variedad Agria. El clima frío y la altitud proporciona un sabor excepcional al producto. Tarda en desarrollarse más que en otras tierras y el periodo de producción es más corto, porque en julio llega la planta y en octubre suele volver el frío ya, lo que obliga a instalar plásticos e invernaderos. Pero la maduración es natural, sin cámaras, y eso le añade calidad» explica.

Sobrino sabe que para sobrevivir hay que innovar y adaptarse. Que es necesario buscar el nicho de mercado, investigar nuevos cultivos e iniciarse en la comercialización y negociación. Así lo hizo y se involucró «en un proyecto precioso como es la producción de bimi para una empresa de Zaragoza de flores comestibles. Es una especie que mezcla con las características del brócoli y de la col china, una superverdura con numerosas propiedades muy de moda en la alimentación sana y en dietas de adelgazamiento que puede comerse cruda, en batido, cocida o a la plancha», cuenta. Durante un tiempo se convirtió en una de las pocas productoras de bimi en España. «Pero a largo plazo no me era rentable. Había que pagar una patente, aranceles por el producto, porque al extranjero se vende mucho, y los requisitos antes de su venta eran excesivos. A lo que hay que sumar el gran trabajo que lleva a la hora de limpiarlo y cuidarlo. Trabajábamos para Mercamadrid y Mercabarna, pero a demanda, y los gastos eran excesivos para mí», indica.

Empeño en reinventarse

En su empeño de reinventarse, Inma Sobrino se embarcó en la venta de la patata. Pero de forma sorprendente, restaurantes de Soria y algunos de otras provincias han acogido y han incorporado esta patata a su cocina. «Produzco 100.000 kilos de patata al año y veía que la congelada que se usa en la restauración no tiene sabor ni calidad. Así que decidí pelarlas, cortarlas y envasarlas. Ha sido un acierto. He insertado en una distribuidora local la patata envasada y tiene muy buena acogida, con hasta 300 kilos al día de venta», comenta esta empresaria, que ahora va a extender el envasado y otras técnicas como el disecado a sus verduras «porque la vida ha cambiado y la gente, sobre todo los jóvenes, quieren y buscan calidad, pero también comodidad. Y es necesario dársela si queremos que consuman producto local y no terminen comprando patata de Israel o verdura extranjera en los supermercados. Y hay que dársela a domicilio a través del comercio online», argumenta.

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El primer agente de cambio

Inmaculada Sobrino considera que «el primer agente que se tiene que concienciar es el Gobierno» y considera que debe limitar los precios y los beneficios de los intermediarios. «Vemos que en el supermercado la patata puede venderse a 60 céntimos de euro, pero a mí me las pagan a 14 céntimos. O tomates que vemos que se venden a 5 euros y al productor se los pagan a euro y medio. Eso es insoportable para un negocio y muy injusto para el consumidor final», entiende. Inma lamenta que «las administraciones en teoría ofrezcan muchas ayudas, pero en la práctica y con la letra pequeña, se quedan en nada. Empecé con la producción de verdura desde cero, con máquinas nuevas, y pedí ayudas pero eran ridículas, igual que las subvenciones por ser mujer», acaba.

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