José Vicente de los Mozos.

Liderar la reconstrucción social y económica

«Ahora que podemos tener fondos europeos disponibles para la recuperación, hay que priorizar sectores como la automoción. La industria de la automoción tiene un plan claro y potente»

Domingo, 1 de noviembre 2020, 08:26

Hace no tantos meses vivíamos en una sociedad en la que todos éramos conscientes del avance de la digitalización en nuestras vidas. En la industria de la automoción a la que me dedico, sabíamos que somos testigos de un cambio en las tendencias de movilidad ... sin precedentes, tanto tecnológicamente como desde el punto de vista de los servicios, y que nos enfrentamos a un cambio tecnológico que exige nuevas habilidades. Estábamos convencidos de que nos encontrábamos ante la mayor de sus transformaciones a nivel mundial y teníamos claro que en España, no podíamos quedarnos de brazos cruzados. En el escenario aparecían nuevos requisitos, como la descarbonización y nuevas oportunidades, como la digitalización: todo ello iba a cambiar la producción y el concepto del vehículo.

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Esta industria a la que he dedicado toda mi carrera profesional era consciente de que habíamos llegado hasta aquí gracias a la competitividad alcanzada en la que hemos trabajado de forma contínua desde hace muchos años. Y sabíamos que teníamos la responsabilidad de mantener e impulsar este legado. Nos sentíamos responsables de crear las habilidades y fortalezas competitivas necesarias si queríamos que nuestras fábricas, que son lo realmente diferencial de nuestro sector, siguieran prosperando. Y ninguna de estas convicciones ha cambiado, pero sí lo ha hecho de una manera inédita el escenario en el que debemos llevarlo a cabo.

En los primeros días de 2020 empezamos a oír hablar de un virus que empezaba a circular por China y ponía en peligro los abastecimientos de nuestras factorías a nivel mundial. La palabra coronavirus empezaba a pronunciarse diariamente casi sin darnos cuenta. Los días pasaron y nuestras preocupaciones fueron cambiando, el virus llegaba a Europa, en concreto a Italia, y ya no parecía tan lejano. El 14 de marzo de 2020 con el Estado de Alarma cambiaban definitivamente nuestras vidas.

Nos enfrentábamos a un confinamiento que paralizaba nuestro ritmo de vida y nuestra actividad productiva. Era momento de asimilar la situación y ser capaces de empezar a tomar decisiones que ayudaran a superarla. Era complicado, porque el escenario cambiaba en cuestión de días, o incluso horas, pero se aunaron todos los esfuerzos para conseguir adaptarnos a esta 'nueva normalidad' y que se pudieran realizar las actividades productivas en entornos seguros. Se desarrollaron exhaustivos protocolos de seguridad, se hizo acopio de todo el material necesario y poco a poco nos hemos ido acostumbrando a ir a trabajar a un lugar que funciona de una forma algo distinta a la que dejamos el viernes 13 de marzo cuando nos íbamos a casa sin tener muy claro qué pasaría el lunes.

Hoy en día, las factorías de Renault en España están trabajando con todas las medidas de seguridad. La actividad se irá adaptando a la situación de los mercados y la evolución de la crisis covid. Esta crisis sanitaria trae como consecuencia que ahora mismo estemos inmersos en la incertidumbre de la crisis económica que traerá la pandemia en espera de las ansiadas vacunas. Tenemos que hacer todo lo posible para que el consumidor vuelva. Para ello hay que restablecer su confianza y esta dependerá del control de la covid-19. Necesitamos regenerar los empleos perdidos y, en ese sentido, el rol de las grandes empresas debe ser el de líderes en la recuperación ya que los empresarios y dirigentes no podemos escabullirnos de tomar el mando en la reconstrucción social y económica.

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El peso de la industria en la economía española se ha reducido en los últimos años y estamos por detrás de otros países de nuestro entorno. Debemos concentrar los esfuerzos en los sectores relevantes por su peso en el PIB, su balanza comercial y el impacto de la pandemia. Dentro de estos sectores la automoción supone el 11% del Producto Interior Bruto y emplea el 9% de la población activa. Hay que concentrar los esfuerzos en sectores con empleo de calidad, que potencien la recuperación por el efecto tractor que tienen, al mismo tiempo que se presta atención al resto de los sectores. Es importante tener una industria fuerte ya que ello trae consigo inversiones en I+D+i. Pero para hacer una industria más fuerte necesitamos de la colaboración de la administración: un ejemplo es la puesta en marcha de medidas concretas para el I+D+i con el objetivo de mejorar la competitividad industrial.

El plan AUTOMOCION 2020-40 diseñado por ANFAC es la evidencia de la estrategia, entre otras muchas cosas, con la que buscamos potenciar las ventajas competitivas de las fábricas de automoción para que sean más atractivas de cara a las nuevas adjudicaciones.

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El objetivo de este plan es salir de estos retos no con menos industria, sino con más industria, más fuertes. Nuestro reto es el del país: diseñar una transición, sí, pero que sea inclusiva, sostenible y positiva para todos. Es un proyecto para toda la sociedad y que nos beneficiará a todos.

Pienso que, si hacemos las cosas bien, como sector y como país, tenemos mucho que ganar. La industria de la movilidad incrementará su valor en un 50%, con la creación de hasta 1,5 millones de puestos de trabajo. Y no solo para los fabricantes de vehículos que, aunque llevarán el mayor peso, tendremos que colaborar con energéticas, telecos, nuevos componentes. Se crearán nuevas áreas de negocio, en software, gestión de flotas...

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Ahora que podemos tener fondos europeos disponibles para la recuperación, hay que priorizar sectores como la automoción. La industria de la automoción tiene un plan claro y potente. Pero esto solo lo podemos alcanzar a través de la colaboración público-privada y del apoyo conjunto de las administraciones.

Pero además, desde el conjunto de la industria de automoción impulsamos en su momento la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, constituida, aparte de ANFAC, por AOP (refino), ASPAPEL (papel), FEIQUE (química y farmacia), FIAB (alimentación y bebidas), OFICEMEN (cemento) y UNESID (siderurgia). Se propone un programa integral de medidas basado en 10 propuestas para impulsar de manera prioritaria y urgente tanto la actividad industrial general como la de todos los sectores productivos tractores, con el objetivo de relanzar cuanto antes la economía. Es importante estimular los proyectos de inversión industrial con incentivos para la reindustrialización y mejora de la competitividad en condiciones diferenciales. No podemos olvidar impulsar la actividad de la Construcción y de los sectores auxiliares y de servicios conexos, ya que suponen de forma directa e indirecta el 14% del PIB. Para ello, se proponen, entre otras medidas, el lanzamiento inmediato de un programa de inversión sostenible en infraestructuras y vivienda públicas, acelerar las inversiones públicas ya licitadas en infraestructuras de transporte, hidráulicas, energéticas, medioambientales o de equipamientos. Se abarca también la implementación de un programa integral de rehabilitación de viviendas, prioritariamente en el ámbito de la eficiencia energética. Es fundamental trabajar en la reducción de los costes energéticos, así como en promover la exportación y el acceso a mercados exteriores, dada la caída del consumo interior, con el fin de poder mantener las actividades productivas del tejido industrial y garantizar el empleo directo, indirecto e inducido que genera. Además, debemos incrementar la eficiencia en el transporte de mercancías y en la cadena logística y en la moratoria en la imposición de nuevas figuras tributarias sobre la industria.

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Debido al importante peso que tiene la industria en la creación de empleo y, por tanto, de riqueza, es obligatorio que el Gobierno trabaje para proteger e impulsar la competitividad de la industria para que esta pueda contribuir a la reconstrucción social y económica de necesidad vital tras la crisis sanitaria en la que nos encontramos inmersos.

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