El Norte
Miércoles, 8 de mayo 2024, 14:03
Whoopi Goldberg, a punto de cumplir 69 años, ha lanzado en Estados Unidos su autobiografía, unas memorias de algo más de 200 páginas que ha titulado 'Bits and Pieces: My Mother, my Brother, and Me', un título que en español podría traducirse como 'Trocitos y ... pedazos: mi madre, mi hermano y yo'. El título, junto a la dedicatoria ('Este libro es para todos los que conocieron a mi madre y a mi hermano'), condensa bien la esencia de su obra: recordar a su madre, Emma, fallecida repentinamente en agosto de 2010, y a su hermano, Clyde, que murió de manera aún más inesperada en mayo de 2015, a los 65 años. El libro también incluye su trayectoria personal y profesional, según publica El País.
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Por el libro pasan algunos de los nombres que han ayudado a Goldberg a lo largo de su carrera, desde directores como Mike Nichols hasta Steven Spielberg, de actores como Maggie Smith a Elizabeth Taylor, con quien mantuvo una cariñosa amistad basada en la filantropía y Marlon Brando, quien tras una charla telefónica apareció por sorpresa en su casa y ella se enteró porque escuchó a alguien tocando el piano. La intérprete nació en un entorno humilde y se crio hija de una madre soltera muy peculiar en unas viviendas de protección oficial en el barrio de Chelsea, en Nueva York.
Entre esos episodios íntimos destaca especialmente uno en el que en un momento de su infancia, su madre desaparece. Su madre es trasladada a un hospital y desaparece de su vida y de la de su hermano durante dos años. No saben nada de ella, si regresará, si no. Tampoco recuerda demasiado de lo que ocurrió entre tanto, pero sí que su padre y su abuelo paterno fueron quienes la internaron en un centro médico.Ya adultos, Emma les revela a sus dos hijos que pasó por terapias de electroshock durante esos años, un tiempo que la dejó debilitada y sin apenas recuerdos. Al volver, les reconoce, no recordaba quiénes eran esos niños. Nunca volvió a visitar a un doctor y cambió su profesión de enfermera por la de maestra.
La relación con su madre ha sido el pilar de la vida de la actriz. De hecho, no sin una buena ración de racismo, a Goldberg a menudo le preguntan por qué no tiene acento marcado, algo de lo que ella se sigue sorprendiendo y que su madre achacaba a la ignorancia ajena. Siempre la apoyó, incluso cuando quiso ser actriz desde niña. Y también cuando se quedó embarazada y quiso seguir adelante, con apenas 18 años.
En el libro, Goldberg reconoce que nunca olvidó el dolor físico del parto, ni la imposibilidad para darle el pecho a la pequeña Alex. Cuando la tuvo era muy joven, apenas había arrancado su carrera. Ella quería ser actriz de cine en Hollywood, pero empezó con el teatro en Nueva York y después en Texas para luego, ya sí, llegar a California. Ahí la fichó Spielberg para 'El color púrpura', su primera gran oportunidad en pantalla y su primera nominación al Oscar, aunque no lo ganó hasta la segunda, con 'Ghost' y el papel de Oda Mae.
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Su temprana maternidad, en plena ola de su carrera, hizo primero que tuviera que pedir ayudas sociales, que después quiso devolver al Estado de California. Y después, que durante largas temporadas no viera a su hija; fue su madre quien se encargó de ella. Emma dejó su apartamento de Nueva York y voló a California para atender a la pequeña, nieta a la que cuidó durante años.
La actriz reconoce que supo de la falta de cariño por parte de su hija desde muy pronto. Con apenas 15 años, la joven se quedó embarazada; el día que cumplió 34 años, Whoopi Goldberg era abuela. Años después, su hija le confesó que «cree que se quedó embarazada en la adolescencia porque quería tener una persona en su vida que no supiera quién era Whoopi Goldberg». Ahora tiene hoy tres hijos y una nieta; desde 2014, con 58 años, Goldberg es bisabuela.
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En los ochenta, en la cúspide de su fama, Goldberg volvió a caer en las drogas. En un hotel de Nueva York, sola en el día de su cumpleaños, fue descubierta por una de las limpiadoras, sentada en el suelo con la cara llena de cocaína. Ambas se asustaron la una de la otra y ella se avergonzó tanto que dejó de consumir drogas duras, pero sigue tomando marihuana y llegó a tener empresas de comercialización de cannabis.
Cuando Emma murió en 2010, la intérprete y su hermano decidieron arrojar en el parque Disneyland, en el sur de Los Ángeles. Es una práctica frecuente, aunque prohibida, pero reconoce que sabía que haría feliz a su madre.
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