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Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Instagram
Había un diamante valorado en 200.000 euros

El robo de las joyas de los invitados a la boda de Tamara Falcó, sin solución

Los joyeros llevaban las alhajas sustraídas a su conocida tienda del centro de Valladolid, en algunos casos para tasarlas

El Norte

Lunes, 23 de octubre 2023, 17:37

El asalto a los tres joyeros en la A-6 que llevaban las joyas de algunos de los invitados a la boda de Tamara Falcó sigue rodeado de enigmas. Ninguna cámara del recorrido captó que los siguiera un Renault Laguna pero los ladrones pudieron balizar el Maserati y usar transmisiones

Corría el jueves, 29 de junio, a las 21:00 horas. En ese momento, los tres joyeros vallisoletanos de 'Del Páramo Vintage Joyas' se disponían a volver a casa. Del mismo modo que lo hacían todas las semanas, habían viajado de Valladolid a Madrid, pernoctado en la capital el miércoles, y dedicado el día siguiente a trabajar en la oficina que tienen en el número 61 de la calle Zurbano, un piso sin rótulos que famosos y anónimos conocen y visitan para comprar, vender, tasar, entregar o llevarse en préstamo joyas vintage especiales.

A las 21:00 horas, los tres suben a un Maserati, propiedad de uno de los hermanos, con los maletines de joyas para regresar a Valladolid. Han mostrado varias piezas de gran valor que lucirán algunos de los invitados a la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva; llevan consigo un muestrario importante que incluye un diamante valorado en unos 200.000 euros. Se lo ha entregado una cliente en préstamo para que se lo tasen en su conocida tienda del centro de Valladolid, tal y como recuerda el diario ABC.

Paran a repostar en la gasolinera Repsol de la calle Río Rosas con Bravo Murillo y tras hacerlo (les graba la cámara de la estación de servicio) circulan por la salida de Moncloa en dirección a la A-6. Hace un calor infernal. Llevan las ventanillas subidas y el aire acondicionado a tope. Un poco antes del kilómetro 24 de esa autovía, la carretera de La Coruña, dirección Valladolid, un Renault Laguna les hace señales con un distintivo policial y los obliga a echarse a la vía de servicio a la altura del mencionado punto, en el término municipal de Las Rozas. A los tres les sorprende porque ni el conductor había rebasado la velocidad permitida ni había cometido ninguna infracción.

El falso guardia civil

Un individuo con chaleco de la Guardia Civil (falso) y cubierto con una mascarilla le ordena bajar la ventanilla al piloto y descender del coche. Este obedece pese a que se da cuenta nada más hacerlo de que algo no va bien. A su primo, en el asiento del copiloto, y a su hermana, sentada en la parte trasera, les conminan a quedarse dentro. Y obedecen, aterrados ante la pistola que ven y con la que uno de los ladrones hace disparos al aire, ante el hacha que empieza a rajar las ruedas del coche y el cuchillo que exhiben. Al conductor, el primero de los ladrones le da un puñetazo en la cara y golpe también los retrovisores.

El joyero tiene que abrir el maletero donde están los maletines con las alhajas y en solo unos minutos los asaltantes se dan a la fuga. Al dueño de 'Del Páramo Vintage Joyas' le da tiempo a quedarse con la matrícula del Renault Laguna que utilizan. Los amenazan pero no les quitan sus teléfonos móviles. El terror y la confusión provocan el primer enigma: las tres víctimas no se ponen de acuerdo en si eran tres o cuatro los ladrones; sí, en que llevaban chalecos idénticos para simular que eran agentes y mascarillas para que no les vieran el rostro.

1,5 millones de botín

El botín que lograron ronda el millón y medio de euros, con esa pieza exclusiva, el diamante prestado de 200.000 euros, que no estaba aún incluido en su colección porque había que tasarlo de forma precisa y, por tanto, no lo tenían asegurado los joyeros.

A las 21.40 horas, la Guardia Civil recibe la llamada de las víctimas, atrapadas en ese kilómetro 24 con las ruedas pinchadas. Una patrulla llega de inmediato al lugar y los especialistas de Policía Judicial de la Comandancia de Madrid empiezan a trabajar. Una de las primeras gestiones es localizar el coche de los atracadores. La matrícula del Renault Laguna que ha podido ver el joyero está a nombre de un madrileño al que llaman por teléfono esa misma noche.

«No puede ser. Mi coche está aparcado en Arganda del Rey en un polígono», les cuenta el dueño. Los agentes se dirigen al lugar y encuentran el Laguna donde les ha indicado, cerca del lugar de trabajo de su propietario, que está fuera esa noche. El coche tiene polvo y no parece que lo hayan utilizado ese día. La primera impresión es que ese vehículo no se ha movido recientemente pero por distancia y hora a los ladrones les habría dado tiempo a abandonarlo ahí. En las horas siguientes, los investigadores corroboran sus sospechas: los asaltantes han copiado las placas de matrícula de alguien ajeno a los hechos.

El Renault Laguna usado en el asalto aparece al día siguiente aparcado cerca de una urbanización de Majadahonda, a poco más de un kilómetro del lugar del robo. Está estacionado y sin placas de matrícula. Se las han llevado para cerrar esa vía de investigación. Es el mismo modelo, del mismo color y no tiene matrícula delantera ni trasera.

El detalle de doblar las placas y además arramblar con ellas es el primer indicio de que están ante unos especialistas. La sospecha inicial, tras tener conocimiento a través de las víctimas de cómo funciona su negocio de joyería, es que alguien les puede haber dado un chivatazo a los delincuentes. Pasados cuatro meses y con el robo sin resolver esa hipótesis no está tan clara o al menos coexiste con otras.

Complicada resolución

Si los ladrones estaban al tanto de la valiosa mercancía que transportaban los joyeros con nulas medidas de seguridad, lo lógico es que les siguieran desde Zurbano y los abordaran nada más salir de Madrid en un punto con vías fáciles y rápidas de huida. La Guardia Civil recuperó y analizó 32 cámaras de seguridad de todo ese recorrido. En ninguna de ellas, según ha podido saber ABC, incluida la de la gasolinera en la que repostan se ve el Renault Laguna. «O les estaban esperando o al ver el Maserati tan llamativo y estar al acecho de algún golpe decidieron ir a por ellos», explican las fuentes consultadas. Hay otra posibilidad: que los ladrones, contando con información privilegiada, colocaran una baliza de seguimiento al vehículo. Si lo hicieron, también se la llevaron porque no se encontró en el Maserati ningún dispositivo de seguimiento y control.

Los repetidores de telefonía tampoco han ayudado a desentrañar el enigma. El cribado de teléfonos hallados no coincide con la lista de personas que podían estar al tanto del muestrario que llevaban. Una lista larga y que abarca perfiles muy distintos. Los agentes barajan que utilizaran equipos de transmisiones y se dejaran los móviles en casa o en otro lugar. Un indicio más de que es un grupo especializado, «muy bueno», en palabras de quienes les persiguen.

Tampoco han vendido las piezas en los cauces habituales, ante lo que surgen varias preguntas: ¿fue un encargo? ¿Las tienen escondidas hasta que pase el tiempo? El agujero para el negocio de Valladolid con una larga y acreditada trayectoria es considerable. Una mercancía como la que transportaban debería haber viajado protegida, incluso con un transporte de seguridad adicional, según algunas fuentes. La rutina y la política de puertas abiertas de los propietarios jugó en su contra; la escasa seguridad, el llamativo Maserati.

Por el momento, la resolución del robo no parece cercana.

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