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El Norte
Lunes, 23 de septiembre 2024, 18:05
Niña Pastori conoció a Lola, la niña con síndrome de Down, hace dos años en el Teatro de la Axerquía de Córdoba, en un concierto dentro del Cabaret Festival. «Su madre era muy fan de mi música», cuenta la cantante de San Fernando, «y ya empezó a ponérsela a su bebé estando embarazada, así que se puede decir que ha crecido conmigo desde el principio». Lola y su mamá, estaban en las primeras filas, y de pronto, la pequeña sacó una carcasa de móvil (vacía) y empezó a hacer como si estuviera grabando a su ídolo. «A mí eso me hizo mucha gracia, y como había por ahí un chico de seguridad le dije que le preguntara si quería subir conmigo, para que pudiera jugar a que estaba rodando un videoclip del concierto a mi lado, y que la gente la viera».
Cuando el miembro de seguridad les preguntó a Lola y a su madre si quería subir al escenario, la joven cineasta se puso roja como un tomate y se llevó las manitas con una mezcla de timidez y emoción. «Pero al final se atrevió a subir, y lo que nos mató a todos es que de pronto se puso a bailar, ¡y además a bailar muy bien, con mucho arte! Se sabía las canciones y a mí me dejó alucinada. Entonces tenía siete años y me enamoré de ella», relata la artista, que está celebrando sus 25 años de carrera en una gira que pronto llegará a su culminación pasando por Madrid (22 de septiembre en el WiZink Center) y Barcelona (28 de septiembre en el Palau Sant Jordi).
«Me dijo que era de Écija, que había venido con su madre y varias amigas de su barrio, que era la primera vez que me veía en directo y que había cumplido un sueño. Para mí, conocer a Lola ha sido uno de los regalos más bonitos que me ha dado trabajar en el mundo de la música. Es listísima, tiene un desparpajo, tiene un saber, tiene una intuición para percibir qué hay en cada mirada que me deja loca», asegura Pastori.
Después del concierto le firmó un autógrafo, se hizo una foto con ella, y antes de despedirse, la niña le dijo: «Me gusta mucho tu traje». «Entonces yo cogí y se lo regalé, ella no se lo podía creer», cuenta la cantante, que la semana pasada volvió a Córdoba y... allí estaba Lola esperándola.
Niña Pastori volvió a subirla al escenario, y el público se derritió con la estrella invitada. «Se veía la cara de emoción a la gente, era un poema», dice la artista, que «desde hace mucho tiempo» sabe que «más que los premios y la fama, estas son las cosas que te hacen valorar la posición que te da el estar sobre un escenario delante de la gente».
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