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Era imposible permanecer indiferente ante las imágenes que tomaba con su cámara. El italiano Oliviero Toscani, fallecido este lunes en un hospital de Livorno a los 82 años de edad debido a la amiloidosis, la rara enfermedad neurodegenerativa que sufría, será recordado como uno de los más grandes fotógrafos contemporáneos. Durante las últimas cinco décadas revolucionó el mundo de la publicidad y de la comunicación con sus retratos irreverentes, atrevidos y que invitaban a la reflexión, como los que utilizó durante años al servicio del fabricante de ropa Benetton, cuya marca tuvo la acertada intuición de asociar a temas como el antirracismo o la lucha contra el sida y la pena de muerte por medio de imágenes que acabaron colándose en los museos de arte contemporáneo. Suyas son fotografías inolvidables como la del beso entre un cura y una monja, o la de los tres corazones iguales más allá de las diferencias raciales de sus antiguos dueños: blanco, negro y amarillo.
Toscani hizo pública el pasado verano su incurable enfermedad, que le hizo perder 40 kilogramos en un año, en una entrevista en el 'Corriere della Sera', el periódico en el que trabajó su padre, reportero de profesión, y en el que él mismo publicó su primera fotografía cuando tenía 16 años. Licenciado en artes gráficas en la Universidad de las Artes de Zurich, comenzó su carrera profesional en los años 70 del siglo pasado colaborando con diversas revistas italianas e internacionales para pasar después al sector de la moda, en el que acabaría brillando con luz propia. Su primera campaña sonada fue la que hizo en 1973 para la marca de pantalones vaqueros Jesus Jeans: mostraba el trasero de una joven embutido en esta prenda con una frase sobrescrita de resonancias bíblicas: 'Quien me ame, que me siga'.
Aquel anuncio, censurable para algunos por su irreverencia pero llamativo para todos, fue sólo un anticipo de lo que luego Toscani desplegaría durante su larga colaboración con otro fabricante textil, Benetton. En 1982 comenzó a trabajar para esta rica familia véneta con el objetivo de relanzar su marca de moda, que logró dotar de una gran resonancia internacional gracias a sus campañas que ligaban la ropa a cuestiones sociales. De aquella época es el eslogan 'United Colors of Benetton' que Toscani llenó de contenido con sus fotografías, como la serie centrada en personas de razas diversas, la del beso entre un israelí y un palestino o las ya citada entre una religiosa y un sacerdote. Él, en cualquier caso, no quería quedarse con ninguna en particular. «Espero que me recuerden por el conjunto y por el compromiso. No es una imagen la que hace la historia, sino la elección ética, estética y política mostrada con el propio trabajo», comentó en una de sus entrevistas.
Esa convicción trató de mostrarla más allá de su cámara con su militancia en el partido Radical, volcado tradicionalmente en Italia en la lucha por las libertades individuales como el derecho al aborto o a la eutanasia. Incluso llegó a presentarse en 1996 como candidato de esa fuerza política para la Cámara de los Diputados. Más allá de aquellos escarceos con la política, su gran influencia internacional como artista pop llegó gracias a la fundación de la revista 'Colors', publicada entre 1991 y 2014, y a Fabrica, un centro de investigación sobre la comunicación. Los dos proyectos estaban financiados por los Benetton, para quienes Toscani trabajó en diversas épocas en las que no faltaron las polémicas. No fueron sus únicos clientes. Sus miles de retratos, como el de una mujer con el cuerpo disminuido por la anorexia que propició ríos de tinta en 2007, también sirvieron para lanzar campañas de otras marcas del sector textil, de fundaciones y de organismos estatales, que recurrían a él para intentar concienciar a la opinión pública sobre temas tan variados como la seguridad vial, la violencia machista o la degradación del paisaje.
Los premios y las exposiciones en algunas de las galerías más importantes del mundo, como la inclusión de uno de sus autorretratos en el Corredor Vasariano de la Galería de los Uffizi de Florencia, trufaron la carrera del fotógrafo italiano, que en las últimas décadas desarrolló una intensa actividad académica en diversas universidades y centros de formación sobre la imagen y la comunicación tanto en Italia como en otros países.
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