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Laura Velasco
Granada
Viernes, 9 de junio 2023, 09:09
Pablo Árbol es el vivo ejemplo de que hay pasiones que corren por la sangre. Se nace con ellas y crecen con nosotros, empeñadas en salir al exterior en forma de arte. La moda era lo que le provocaba a él ese cosquilleo en la barriga, desde que vio por televisión a Mercedes, de 'Cuéntame como pasó', cosiendo en su atelier. Su espíritu emprendedor le llevó a organizar su primer desfile con solo catorce años. Compró las telas con sus ahorros, buscó modelos, peluqueros, fotógrafos. Y lo llevó a cabo en su Peligros natal. «Cuando mi madre lo vio me preguntó: ¿pero cuándo has hecho todo eso», comenta entre risas. Ahora, los que le conocen ya están acostumbrados a que Pablo les sorprenda con cada paso que da.
Pablo Arturo Correa Rodríguez es su nombre real. Con su denominación artística quiso hacer honor a su familia materna, en concreto a su abuelo, apellidado Árbol. Decidido a apostar por su pasión, se formó en la Escuela de Artes de Granada durante cuatro años. «Menos mal que encontré estos estudios, porque mi madre no se podía permitir algo privado», destaca el joven, con 27 años recién cumplidos, en una férrea defensa de lo público.
Mientras estudiaba siguió moviéndose. Desfiles, colaboraciones, concursos… lo que fuese por darse a conocer. En plena expansión de su arte, llegó la pandemia. «Sabía que el coronavirus paralizaría mis trabajos relacionados con el diseño de moda. Necesitaba algo para mantenerme», confiesa. Y se le ocurrió, para sorpresa de su entorno, ser militar. Como todo lo que se propone lo logra, desde hace dos años y medio trabaja en el Ejército de Tierra, en Valencia. Ejerce sus funciones desde las 7.00 hasta las 14.30 horas. Después, cambia de faceta y pasa la tarde cortando, confeccionando, patronando, cosiendo, haciendo facturas. «Hay días en los que me acuesto a las 1.00 y a las 6.00 ya estoy en pie», detalla. Duerme poco, pero le da igual. Sabe bien que el camino al éxito no es fácil.
Las creaciones de Pablo son únicas, con una gran carga de originalidad y entrega. Quiere que todo esté perfecto. Su principal área es la del diseño de vestuario escénico, tanto a pequeña escala como en grandes producciones. Abarca espectáculos de baile, óperas, teatros, etcétera. Su musa, la primera que confió en él, es la bailaora granadina Patricia Guerrero. Actualmente es una de las mejores, así que la visibilidad de sus trajes ha crecido a la par. «Se probó varios diseños y me dijo que al día siguiente vendría con Juan 'El Chino', el director del espectáculo que estaba preparando, para decidirse. Ahí empezó nuestra fusión profesional y personal», recuerda.
Aquel show se celebró en Sevilla, con un público exigente. A juzgar por los comentarios que les llegaron después, aprobaron con nota. «Estaban sorprendidos, me dieron la enhorabuena por haberle dado al flamenco ese aire más actual. Eran estructuras diferentes, volúmenes, prendas cortas que se transformaban en largas, volantes que aparecían y desaparecían, reversibles…», cuenta Pablo. La joya de la corona, un vestido de bata de cola transparente, de tul, con 400 piedras Swarovski cosidas a mano.
El granadino suele viajar a menudo para realizar pruebas de vestuario a los artistas. Ahora tiene entre manos diseños para ferias de flamenca, un proyecto con la bailaora Eva Manzano sobre Pablo Picasso y una ópera de Málaga que se estrena en octubre. «Estoy en pleno proceso creativo, inspirándome, con bocetos, paletas y demás conceptos», apostilla. También realiza encargos a particulares, como vestidos de novia o de flamenca. Quien quiera contactar con él puede hacerlo a través de Instagram (@studiopabloarbol). «Los que contactan conmigo saben que, dentro de su zona de confort, deben estar abiertos a nuevas ideas, a mi toque personal. Si el vestuario no habla por sí mismo, por muy bonito que sea y muy bien que te quede, está muerto», asegura.
Del total de sus ingresos actuales, en torno al 40% proviene de la moda. Su deseo es que esta cifra llegue al 100%, dedicándose a ello con exclusividad. «Quiero ir teniendo una agenda propia y ahorrar, para que a corto-medio plazo, en dos o tres años, pueda dejar el Ejército y montar mi empresa», apunta. También le gustaría contratar a personal, ya que ahora todo lo hace él solo. «A veces me ayuda mi madre, en Semana Santa la tuve al lado cosiendo», bromea Pablo. Con 27 años ya tiene claro su futuro. No es de extrañar, teniendo en cuenta que con 14 primaveras estaba organizando desfiles. Cuando se unen talento y esfuerzo, el resultado puede ser arrollador. Estén muy atentos a Pablo Árbol: tiene un gran futuro por delante.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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