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el norte
Viernes, 17 de diciembre 2021, 19:28
Karlos Arguiñano, dsurante la entrevista en 'El Hormiguero', hizo gala de un carisma y una naturalidad fuera de serie. Lo primero que hizo nada más sentarse ante Pablo Motos fue regalarle una reproducción de los clásicos toldos de la playa de Zarautz, unos turrones ... elaborados por su hijo, Joseba Arguiñano, y cuatro docenas de huevos de sus gallinas. «De estos cómete también la yema, eh», animó al presentador, cuyas tortillas de claras ya se han hecho famosas.
El chef vasco ha publicado ya 78 libros y el último, 'La cocina de tu vida', arranca su segunda edición tras vender 100.000 ejemplares de la primera. «La grandeza que tiene España es que es un mosaico de cocinas. Todos los lugares tienen su toque y eso es una riqueza mundial. Nos tenemos que aprovechar de eso», arengó.
A pesar de que el cocinero vasco es conocido por su excelente sentido del humor, Arguiñano también se quiso poner serio para hablar de un tema que le preocupa. «Somos los números uno de Europa en obesidad infantil y eso es un horror. La culpa la tienen los padres, y lo digo con todo el cariño. Vamos a preocuparnos de nuestros niños y niñas y vamos a darles de comer variado. Una persona está bien alimentada cuando come un poco de todo y mucho de nada. No les puedes dar tres días a la semana espaguetis y pechuga de pollo», reflexionó. Y añadió: «Si tú, de niño, estás con sobrepeso, no puedes jugar en el recreo como es debido e igual eres el hazmerreir de los demás. Y esos niños y niñas ya empiezan a ser infelices. Y luego está la salud. Si sigues engordando se convierte en un problema gravísimo».
Incidiendo en el tema del sobrepeso, el chef puso la mirada en algunos restaurantes. «Siempre he estado en contra del menú infantil. Los niños tienen que comer lo que comen los padres. Hombre, si es picante o así no, pero lentejas y albóndigas sí. Si tú les acostumbras, ellos te siguen la pista, pero si les estás dando lo que quieren para quitártelos de encima, eso es malo», advirtió abogando por darles también jamón de jabugo a los 'peques'. «Mis hijos han comido siempre de todo ¡y tengo siete! A la gente eso le llama la atención», aseguró desvelando que está a punto de ser abuelo por decimotercera vez.
Tras dejar claro que su mujer, Luisi, está «fenomenal», descubrió su pasión secreta. «Lo que más me gusta son las mangueras. Cuando hice el restaurante, hace 42 años, vinieron los de seguridad y me dijeron que había que poner una. Pues la quiero como la de los bomberos de San Sebastián», recordó. Y no se quedó ahí. «Cuando empecé a venir a Madrid la conocía sobre todo de noche. Y alguna vez, cuando volvía de madrugada, veía a los que limpiaban la calle de Alcalá con la manguera. Entonces le decía al taxista que parara, les daba 200 pesetas a los que las manejaban y les decía que me dejasen cinco minutos», contaba. Y hablando de mangueras, «en la escuela éramos sesenta y el que más lejos meaba era yo. Por presión. No hay secreto. Yo cogía la punta de la chorra, le hacía como un globito y hacía 'chip' 'chip'. Y llegaba a un árbol que estaba a tres metros. Nunca tuve bici, pero meaba muy lejos», bromeaba provocando carcajadas.
Lo que tiene claro el cocinero es que si el presidente del Gobierno fuera a su restaurante alguna vez no le invitaría. «Le cobro fijo. Yo solo invito a mis amigos. ¿Sabes a quien le daría yo de comer? A alguien que no ha comido. Lo más duro en esta vida es que llegue la hora de la comida y haya gente que no tenga para comer. Mientras no arreglemos eso, el mundo estará mal gobernado», zanjó.
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