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El Norte
Lunes, 27 de marzo 2023, 11:57
Juan José Ballesta ha acudido al programa de Jordi Évole, en el que ha hablado de su ausencia pública en los últimos meses. «Me daban por desaparecido y siempre he sabido dónde he estado. Lo único que hice fue dejar las redes sociales porque estaba ... cansado. Estaba enviciadísimo y me enganché», aseguró, explicando que compartía toda su vida algo que le generó estrés.
Su separación de Verónica Rebollo, su exmujer, en enero de 2021 después de 15 años juntos y un hijo en común, y su posterior ruptura con la brasileña Jacqueline a finales de ese mismo año le pasaron factura emocionalmente. «Lo pasé muy mal, no podía concebir la vida sin ella, pasé un año y medio largo como con depresión, me puse malísimo, tenía dependencia y debería haber ido al psicólogo», reconoció sobre su ruptura con Verónica. «La sensación de tener todo el día un apretón en el pecho y con ganas de llorar…», añadió sobre aquel momento. Juanjo también lamentó mucho la muerte del padre de Verónica, José, a quien recuerda con mucho cariño. «Fue como un padre para mí. Me puse a llorar. Hoy en día no puedo hablar de él. Siempre sacaba la cara por mí, me he sentido muy querido», dijo.
El hijo que tiene con Verónica, Juanito, tiene ya quince años y es a él a quien quiere dar buen ejemplo con su vida. «Siempre he querido ser un buen referente para mi hijo», dijo. No descarta además volver a ser padre en el futuro (actualmente no se le conoce pareja), pues así respondió a la pregunta del presentador de cómo ve su vida dentro de diez años. «En el campo, con animales y una niña. Me quedé con ganas de una niña y, además, perdimos un niño Vero y yo», recordó. Un momento que fue muy difícil. «Lo pasamos muy mal, porque fuimos a escuchar el latido y no sonaba», dijo, añadiendo que entonces se fue «un cachito» de su corazón.
Juanjo también repasó con Évole su trayectoria que tuvo también un parón de unos años pues su éxito meteórico también le resultó difícil de gestionar. Tenía 18 años y había ganado la Concha de Plata en el festival de cine de San Sebastián por la cinta 'Siete vírgenes', en 2005, cuando decidió parar. «Estaba muy agobiado. Pensé que nunca más iba a volver a ser actor. No podía salir a la calle, me hacían fotos continuamente». Entonces se dedicó a hacer todo tipo de trabajos. «Empecé a trabajar como marmolista por 700 euros al mes, estaba tranquilo haciendo una cosa diferente, currando doce horas al día a destajo», recordó. Humilde, reconoció que no le gustan los compañeros que llegan a un rodaje con exigencias y quejas, pues como dijo es un privilegio estar donde están.
Los más de 100 días que Juanjo Ballesta estuvo alejado de la atención pública provocaron numerosos comentarios, también por las polémicas, que precedieron su desaparición voluntaria.
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