Isabel II en la apertura anual del Parlamento Británico en 2013. fotos bekia

La incalculable fortuna de la Reina Isabel II cambiará de manos

Carlos III no solo hereda el trono sino que es el más beneficiado en la herencia de su madre, un legado con palacios, joyas, animales y millones de libras

el norte

Martes, 13 de septiembre 2022, 11:40

Nadie sabe con exactitud cuál ha sido la fortuna que amasó la Reina Isabel II después de 70 años sentada en el trono británico. Tras su muerte, los herederos dividirán una fortuna en la que se encuentran posesiones inmobiliarias (palacios y castillos), joyas, animales y ... dinero montante y sonante.

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Aunque por todos es conocido que la fortuna de la Reina Isabel II es una de las más importantes del mundo, la transparencia financiera nunca ha sido uno de los puntos fuertes de la Corona británica. Tal y como se llegó a dar a conocer, la propia Isabel II pudo presionar al Gobierno liderado por Edward Heath en 1973 para que no saliera adelante una ley que les obligase a publicar la cantidad de dinero con la que cuentan. Medios británicos estiman que la fortuna personal de la Soberana podría abarcar desde los 180 millones de libras hasta los 350 millones de libras, cifra que asegura el 'Sunday Times' y recoge 'Bekia'.

Lógicamente, entre sus herederos, el principal beneficiado será Carlos III, quien, además de subir al trono británico, recibirá buena parte de las propiedades de su madre. El reparto, eso sí, tiene dos partes diferenciadas. En primer lugar, la Reina, como cualquier ciudadano, disponía de un patrimonio privado, el cual podrá haber determinado en testamento cómo desea que se reparta entre sus herederos, como haría cualquier otro británico. Dentro de estos bienes se encontrarán sus inversiones o, sin ir más lejos, los 93 millones de libras de heredó de su madre, la Reina María.

Los Reyes Carlos III y Camilla durante el acto de proclamación tras la muerte de la Reina Isabel II.

En segundo lugar, están todos aquellos bienes que se encuentran ligados a la Corona británica, los cuales no eran propiedad de Isabel II, sino que pertenecen a la propia institución y automáticamente han pasado a estar en manos de Carlos III tras su proclamación, sin que ella pudiera negarse o modificarlo en su testamento. Hay que recordar que el nuevo Rey no deberá pagar el 40% de impuesto de sucesión que se aplica a herencias que superan las 325.000 libras, un privilegio que se encuentra vigente desde 1993 cuando se lega de soberano a soberano y cuya finalidad es evitar que se vea reducido el patrimonio real.

Los ingresos

La Casa Real británica es una de las que cuenta con un mayor presupuesto porque su financiación es costosa. Pero ¿de dónde proceden sus ingresos? Provienen de tres fuentes diferentes: la Subvención Soberana, el Privy Purse y sus desconocidas inversiones privadas. Respecto de la primera, se refiere al salario que otorga el Estado al Monarca para que pague gastos de seguridad, viajes de estado, salarios del personal o mantenga los sitios reales, un sueldo que ascendió en 2021 a 85,9 millones de libras, siendo un derecho que ahora adquiere Carlos III.

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La Reina Isabel y su primo David Bowes-Lyon en Ascot.

Por su parte, el Ducado de Lancaster, que abarca 18.700 hectáreas, es parte del legado personal del titular de la Corona, y todas sus rentas, conocidas como Privy Purse, tienen la finalidad también de contribuir al mantenimiento de los gastos que genera la actividad de la Familia Real, siendo ahora titularidad del nuevo Rey de Reino Unido. Del mismo modo, no hay que olvidar los bienes privados que poseía Isabel II, como inversiones inmobiliarias, derechos o acciones en empresas. Todo ello también suponían ingresos para ella, los cuales también forman parte de la herencia que a su muerte se repartirá, aunque, tal y como ya hemos avanzado anteriormente, no tienen por qué acabar directamente en manos de su primogénito, dependerá de lo que establezca su testamento.

Derechos sobre los sitios reales

Carlos III será también quien herede los derechos sobre los sitios reales, entre los que se encuentran el Palacio de Buckingham, el Palacio de Kensington o el escocés Palacio de Holyrood. Todas estas residencias forman parte de la Crown Estate, la compañía que desde 1760 gestiona la colección de tierras y propiedades que corresponden al Monarca británico. La titularidad de todos estos bienes es del Estado, cediéndosela para sus actos de representación o su uso y disfrute, como así ocurre con Patrimonio Nacional en el caso español.

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Dentro de Crown Estate, se incluyen propiedades tan curiosos como el famoso hipódromo de Ascot, Windsor Great Park -con la salvedad del castillo, no incluido en la compañía-, más de la mitad de la costa británica o la londinenses Regent Street, entre otros. Sin embargo, una de las peculiaridades es que actualmente el 25% de los beneficios que genera Crown Estate corresponden directamente al Monarca, un derecho que ahora hereda Carlos III de su madre y que se reducirá en 2028 al 15%. No obstante, este porcentaje es realmente la Subvención Soberana anual que recibe el Rey, no un ingreso que su sume al anteriormente ya comentado.

La Reina Isabel en su 96 cumpleaños con sus ponis.

El nuevo Rey de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte también deberá hacerse cargo de 32.000 cisnes y un número indeterminado de ballenas, delfines y esturiones. Desde hace ocho siglos, toda esta fauna que habita en libertad en las aguas del país cuenta no solo con la protección de la Corona, sino que también es considera de su propiedad. No son pocos los que se sorprenden con esta herencia que percibe Carlos III que se remonta al siglo XII y cuya finalidad fue preservar su supervivencia, evitando así la caza furtiva y la posible desaparición de estas especies.

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¿Quién hereda las joyas?

Esa es una de las preguntas más repetidas desde la muerte de Isabel II. Nuevamente, hay que diferenciar entre las joyas personales, las cuales heredará su familia como ella haya estipulado en el testamento, mientras que las que pertenecen a la Corona son un fideicomiso del pueblo británico; estas últimas conforman una colección de más de 300 piezas que se custodian entre la Galería de la Reina de Buckingham Palace y la Torre de Londres.

Todas las joyas de la Corona pasan a manos del sucesor, Carlos III. El nuevo Rey lucirá algunas de estas piezas, como es el caso la Corona de San Eduardo, con la que se le coronará oficialmente como Monarca de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en el momento en que se lleve a cabo esta ceremonia en la Abadía de Westminster. Del mismo modo, su esposa también tendrá derecho a utilizar piezas del joyero real; sin ir más lejos, el día de la coronación también se le impondrá a la Reina Camilla una corona, seguramente la conocida como 'Corona de la Reina Madre', utilizada por la madre de Isabel II y vista por última vez sobre su ataúd el día de su funeral. Además, la consorte del nuevo Rey también lucirá las históricas tiaras en cenas de gala u otro tipo de actos.

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La herencia privada

Una vez que se ha esclarecido que los bienes públicos de la herencia de Isabel II pasan a manos del nuevo titular de la Corona británica, el verdadero secreto se encuentra en conocer quiénes serán los beneficiarios de su herencia privada, algo que constará en el testamento de la propia Reina. Aunque las leyes británicas exigen que el testamento de cualquier ciudadano debe tener un acceso público, la Familia Real viene esquivando esta obligación desde 1911, cuando la Reina María de Teck, abuela de Isabel II, consiguió esta prerrogativa.

Este privilegio de la Corona británica ha permitido que desde entonces haya más de 33 testamentos de miembros de la realeza que no hayan visto la luz. Sin ir más lejos, el del Príncipe Felipe de Edimburgo no se dará a conocer hasta que transcurran 90 años desde su fallecimiento. Con toda probabilidad, algo similar ocurrirá con la Reina y la ciudadanía se quedará sin saber cómo la Soberana ha decidido repartir la fortuna privada de 495 millones de euros que según 'Forbes' acumuló a su muerte.

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Dentro de la herencia personal de Isabel II, se encuentran precisamente el Castillo de Balmoral en el que falleció o Sandringham Estate, dos propiedades cuyo origen se remonta a la era victoriana. Además, la Reina también era propietaria de cuadras de caballos sementales que le reportaban importantes beneficios económicos. Igualmente, disponía de una flota de coches de lujo, una exquisita colección pictórica privada y valiosas joyas que de forma privada adquirió y lució en diversas ocasiones. También hay que sumar la herencia que recibió de su madre e inversiones inmobiliarias y empresariales, pero si una cosa queda clara es queel reparto de todo ello será un misterio.

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