Georgina desnuda sus sentimientos

Nadie que ha visto la docuserie 'Soy Georgina', en Netflix, puede llevarse a engaño. La mujer de Cristiano Ronaldo se ha mostrado tal y como es, una persona de Jaca con sentimientos, creencias y costumbres. «Soy una mujer imparable y afortunada», comenzaba en la serie, la misma frase que Netflix utilizó en su promoción.

El proyecto de descubrir cómo es esta influencer de 30 años comienza en enero de 2022, y como recuerda ABC, se extiende en seis capítulos que muestran su nueva vida entre suculentos pozos de petróleo y skylines artificiales. En ellos, Georgina Rodríguez vuelve a exhibir el lujo que rodea su vida, con una rutina que incluye su trabajo con exclusivas firmas mientras lo compagina con su rol de madre e influencer.

Lógicamente, Georgina no tiene palabras para definir la admiración que siente hacia Cristiano, aunque también admite su poder intimidatorio. «No estoy muy acostumbrada a que venga a verme a trabajar y en verdad, despierta ese nerviosismo... Me pongo más exigente», confiesa la modelo.

En 'Soy Georgina', la joven insiste en la importancia de la familia. «Son el motor de mi vida. Mi prioridad absoluta son ellos», asegura antes de mostrarse escenas de la rutina con sus hijos. Les acompaña al colegio y hasta les ayuda a hacer los deberes o a nadar.

Aunque sus hijos centran la mayor parte de su vida, Georgina tiene tiempo para «disfrutar de todo el lujo» que quieran. Pero Georgina ofrece una confesión muy llamativa: lo más les gusta son esos «planes sencillos» que les ayudan a «conectar» entre ellos. Ahí es nada. «Los momentos en familia los disfrutamos muchísimo. Da igual que sea en el paraíso o en el salón de nuestra casa», intenta convencer a la audiencia.

También hay hueco para hablar de lo que para Georgina es otro de sus pilares fundamentales: Las Queridas, como ha bautizado a su grupo de amigas. Ellas son quienes la ayuda a «tener los pies en el suelo» y compartir confidencias.

Georgina también quiere mostrar a sus fans que es una mujer de fe. Reza a Dios, es devota de la Virgen de Fátima y acude con frecuencia a la iglesia. Al menos eso dice.

Sin embargo, y como es una mujer de aristas, también descubre otra faceta inédita de su interior. En esta tercera temporada de su docureality de Netflix revela que también cree en la brujería. Ojos como platos. La confesión llega después de descubrir en una pared del salón de su casa de Arabia Saudí el reflejo de lo que es, en su opinión, la cara de Satanás. «Creo en brujerías, pero estoy muy protegida por Dios. Siento su protección. Le rezo a él, que me cubra con su manto divino y que me siga protegiendo».

Uno de los mayores esfuerzos de Georgina se ha centrado en reafirmar que se trata de una mujer que no olvida sus orígenes humildes y así lo remarca constantemente en la tercera temporada de su show. En una breve charla que mantuvo con Javier Tebas, el polémico presidente de LaLiga española de fútbol, durante una velada de boxeo a la que acudió con Cristiano, la influencer recuerda su etapa como camarera en un hotel de Graus. Hace tiempo de eso.

Por eso le recuerda a sus hijos que «son muy afortunados» y defiende su argumento así: «Yo, cada vez que hacía natación de pequeña, tenía que andar hasta el polideportivo, que hacía un frío de pelotas en invierno... Ir cargada con la mochila, con el secador, con la toalla... Y ellos no. Tiene su piscina. Tienen todo».

Durante la nueva entrega predominan las sesiones de fotos, los eventos exclusivos y demás parafernalia que rodea a su vida. Cuenta que ultima el lanzamiento de una fragancia, cómo se prepara para entregar un premio o descubre los detalles de su debut sobre la pasarela de la Fashion Week de París. Pero siempre sin olvidar de dónde viene. Porque así es Georgina.

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