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Uno de los propósitos más recurrentes para el año nuevo es el de ponerse en forma. Pero para este redondo y orondo 2020 yo les propongo otro tipo de ejercicio. Nada que no puedan hacer sentados o incluso tumbados. Es gimnasia, sí, pero mental. Y, ... ojo, que duele. Puede producirle más agujetas y esguinces al intelecto que una sesión intensa de crossfit a un cuerpo fofo y desentrenado. La idea me la dio el otro día el oyente de una emisora que, con gran indignación, llamó «traidora» a Ana Oramas.
Una especie de relativismo congénito me lleva a 'pasar a pasiva' la información que recibo y a tratar de situarme de manera alternativa en las dos orillas. Así que según escuché lo de traidora, me dispuse a imaginar qué habría dicho el oyente si el cambio de última hora hubiera sido al revés, es decir, el de una líder de la derecha que, contra todo pronóstico, y enfrentándose a la consigna de su propio partido, hubiera decidido votar sí a la investidura de Sánchez. ¿La habría llamado en ese caso traidora, o valiente?
Pero es fácil ver la paja en el ojo ajeno, prescribir una tabla de abdominales mentales al vecino, mientras nuestro propio cerebro sigue apoltronado en sus mullidas convicciones... Lo difícil es descubrir en uno mismo ese vicio por el cual tendemos a aplaudir un mensaje emitido por nuestros afines y abuchear otro proferido por nuestros contrarios, aunque el contenido del mensaje sea el mismo.
En política ocurre a menudo que Gobierno y oposición tienden a justificarse con los mismos argumentos que refutaron cuando ocupaban el espacio contrario. A veces hasta llegamos a percibirlo, pero nos decimos convencidos: «No es lo mismo». Y sí, suele ser lo mismo, solo que nuestra subjetividad nos impide admitir la insoportable idea de que los nuestros no son mejores.
'El caso de Richard Jewell', la película de Clint Eastwood, ilustra a la perfección hasta qué punto vivimos dominados por los prejuicios. No solo por lo mal que le cae Jewell (un obeso con pinta de pirado) a la Policía, sino por lo bien que le cae al espectador, influido por el punto de vista de Eastwood. En este año casi capicúa practiquemos el ejercicio de darle la vuelta a cada certeza, aunque eso implique una dolorosa tabla de flexiones y reflexiones. Lograremos una mente (y quién sabe, quizás un mundo) bastante más saludable.
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