Obama y su mujer, en una fiesta multitudinaria. Redes sociales

La fiesta de Obama, un ejemplo de lo que no debe hacerse en tiempos de pandemia

Bailes desmelenados del expresidente, un banquete exclusivo, mucha juerga, porros y pocas mascarillas

el norte

Jueves, 12 de agosto 2021, 13:05

La celebración del 60 cumpleaños de Barack Obama no será recordado por la efeméride en sí, sino por convertirse en un ejemplo de lo que no debería hacerse en estos complicados tiempos de pandemia. Por algo los organizadores insistieron a los invitados que no ... compartieran ni vídeos ni fotos -misión imposible en estos tiempos-; eran conscientes de que la juerga se iba a ir de las manos.

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Y así fue. Como recoge ABC, la mansión de los Obama en Martha's Vineyard, una isla exclusiva en la costa de Massachussetts, se convirtió en escenario improvisado de bailes desmelenados del expresidente, un banquete exclusivo, mucha juerga, con porros incluidos, y pocas mascarillas.

Cuando los Obama planearon el festejo, es probable que no contaran con las circunstancias que estamos viviendo, teniendo en cuenta que, supuestamente, la situación sanitaria iba a mejorar. Pero el expresidente, el referente moral para buena parte del país, se desmarcaba con una fiesta multitudinaria en medio de una oleada peligrosa de casos. Mientras los demócratas insistían en el peligro de la variante Delta, su icono llenaba su mansión de amigos y famosos.

Decidieron «reducir de forma significativa el evento, que incluirá solo a la familia y a amigos cercanos», dijo una portavoz, y se mantendrían todas las precauciones, con todos los asistentes vacunados y un especialista encargado de establecer protocolos de seguridad sanitaria.

Pero no fue una pequeña fiesta íntima. Desde fuera de la propiedad -una mansión de doce millones de dólares-, se veían carpas inmensas, para alojar el banquete y un escenario elevado. Cientos de invitados llegaron a Martha's Vineyard, un refugio veraniego de la aristocracia de la costa Este elegido por Obama para el descanso desde sus tiempos como presidente. Un trabajador de la fiesta aseguró a 'The Daily Mail' que había entre 300 y 400 personas. Según 'People', eran unas doscientas. Entre los invitados: Beyoncé y Jay-Z, Bradley Cooper, Questlove, George Clooney y Tom Hanks. Entre quienes perdieron su invitación: Larry David, David Letterman o Nancy Pelosi, la demócrata que preside la Cámara de Representantes (luego dijo que tenía «otras fiestas a las que ir»).

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La realidad de la noche se escapó por los agujeros que dejan las cuentas de Instagram de los más desobedientes. La cantante Erykah Badu, que fue una de las elegidas para actuar -también Alicia Keys y John Legend-, grabó desde el escenario a Obama en un vídeo que compartió en directo con sus seguidores.

Obama vestía pantalón blanco y camisa estampada y lucía un gran colgante y una sonrisa todavía más grande. Había sido invitado a subir al escenario y llevaba todavía el micrófono en la mano. Bailando, no había rastro de mascarilla en el rostro presidencial ni en ninguna de las decenas de personas que se vieron en el vídeo.

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«Bailó todo el tiempo», escribió en su cuenta TJ Chapman, uno de los DJ que pincharon esa noche. «Nadie había visto nunca así». Lo decía Chapman en el mismo mensaje en el que contaba que había tenido que borrar todos las imágenes que había compartido en directo de aquella noche. Retrató con su teléfono las barras de cócteles, las mesas llenas de licor caro, las servilletas doradas con el logotipo 44x60 -el 44º presidente de EE.UU. cumplía 60 años-, las mascarillas diseñadas para el evento que nadie se puso. Chapman y Trap Beckham, se sacaron también fotos agarrados a dos porros del tamaño de un cigarro cubano (el consumo de cannabis es legal en Massachussetts) y empinando chupitos de coñac. «Fue épico», dijo Chapman.

La fiesta arrancó al anochecer y acabó de madrugada. El final fue caótico, con un atasco espectacular de limusinas y coches de lujo que intentaban regresar a sus hoteles en las carreteras estrechas de la isla. Obama, el ejemplar, había permitido un borrón a cambio de una juerga.

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