Diez años sin ver a Michael Schumacher

Durante todo este tiempo, solamente se ha informado que Schumacher fue a esquiar con su hijo Mick, que entonces tenía 14 años, que ingresó en una pista no preparada y que cayó sobre una roca cubierta de nieve y se golpeó el lado derecho de la cabeza. Fruto del accidente el casco se partió. La cámara de su casco lo grabó todo, pero las imágenes nunca fueron hechas públicas. Después de trasladarlo en helicóptero al hospital de Albertville-Moutiers, los médicos lo enviaron ese mismo día al hospital universitario de Grenobley diagnosticaron una lesión cerebral traumática. Optaron por el coma inducido, del que no fue despertado hasta principios de abril de 2014, cuatro meses después del accidente, cuando presentó los primeros «momentos de conciencia y despertar», según un comunicado de la familia.

El 16 de junio de 2014, su representante Sabine Kehm, anunció que Schumacher continuaría «su larga fase de rehabilitación» en el hospital universitario del cantón de Vaud, en Lausana. Desde septiembre de 2014 hasta hoy ha estado instalado en su propia casa en Gland, Suiza. Hasta 15 médicos, masajistas y asistentes forman parte del equipo asistencial que atiende al deportista las 24 horas del día y ninguno de ellos ha hablado sobre su evolución.

Poco después del despido de Schumacher, en junio de 2014, su historial médico fue robado. Un delito del que fue acusado un empleado de alto rango del Servicio Suizo de Salvamento Aéreo. Se informó que había ofrecido el documento a varios medios de comunicación por 50.000 euros, pero a penas unas horas después de su arresto, el 5 de agosto de 2014, se suicidó en su celda. Además del círculo familiar más cercano, Schumi sólo recibe visitas del ex jefe del equipo Ferrari, Jean Todt, que se ha limitado a decir en alguna ocasión que «ya no es el Michael que conocimos en la F1». El neurólogo Tobias Bonhoeffer ha desvelado que se le ponen carreras de F1 en televisión, se le ha subido a un rugiente Mercedes AMG y se le ha conectado con el tráfico original por radio en boxes, con la esperanza de estimular su cerebro, pero la destrucción del tejido nervioso en el cerebro o la médula espinal no se puede reparar: si el cerebro sufre un daño muy grave, como evidentemente sufrió Schumacher, ya no hay suficientes células nerviosas disponibles para asumir estas tareas».

En el documental de Netflix 'Schumacher', su esposa Corinna realata que «vivimos juntos en casa, hacemos terapia, hacemos todo para que Michael se sienta mejor y le vaya bien y que simplemente sienta nuestra solidaridad familiar». Corinna tuvo que vender al principio algunas propiedades para afrontar la nueva situación familiar, pero supo apañárselas y en 2018 compró incluso la mansión que había pertenecido en Mallorca a Florentino Pérez, una propiedad de 15 kilómetros cuadrados con vistas al mar en la urbanización Las Brisas de Port d´Andratx, una operación de 30 millones de euros. Desde entonces la pareja pasa temporadas en Mallorca, un traslado que realiza en helicóptero y de puerta a puerta desde Gland. Se ha rumoreado que Corinna desearía instalarse definitivamente en la isla, pero esa decisión tendría implicaciones legales y fiscales que sus asesores le desaconsejan, al igual que hacer público el estado de salud o un diagnóstico definitivo tendría consecuencias ligadas a contratos de seguros en vigor que desea evitar.

El abogado de Schumacher, Felix Damm, ha declarado recientemente en la revista 'Legal Tribune Online': «También consideramos si un informe final sobre el estado de salud podría ser el camino correcto. Pero ese no sería el final y seguiría siendo necesario realizar informes constantemente actualizados». Es otro motivo por el que la familia continua instalada en la rutina y el silencio, escondiendo a Schumacher. El hermano del piloto, Ralf, es el único que en cierta forma ha reconocido la pérdida: «extraño a mi Michael de entonces..., tal vez nunca se recupere», ha dicho en una reciente entrevista con 'Bild'.