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Asma al-Assad. Redes Sociales
Asma al-Assad con el 50% de posibilidades de superar el cáncer que padece

Asma al-Assad con el 50% de posibilidades de superar el cáncer que padece

Refugiada con su marido, Bashar al-Assad, en Rusia tuvo que ser hospitalizada de urgencia debido al deterioro de su salud

El Norte

Lunes, 3 de febrero 2025, 18:32

Asma al-Assad, esposa del expresidente sirio Bashar al-Assad, no está atravesando por su mejor momento. El deterioro de su salud la ha puesto en el centro de atención de una manera muy diferente.

En 2018, la vida de Asma dio un vuelco inesperado cuando fue diagnosticada con cáncer de mama. Durante meses, se sometió a un tratamiento intensivo en Damasco, apareciendo públicamente en fotos y videos mientras recibía quimioterapia. Para muchos, fue un momento que humanizó a la primera dama.

Asma habló abiertamente sobre su diagnóstico, enfatizando la importancia de la detección temprana y el acceso a tratamientos médicos. Esto le ganó algo de simpatía incluso entre sus críticos, quienes reconocieron el coraje con el que enfrentó la enfermedad. Finalmente, tras completar su tratamiento, Asma anunció que estaba libre de cáncer, un hito que marcó su vida personal y pública. «Mi viaje ha terminado… He vencido totalmente al cáncer», dijo Asma Assad en aquel momento.

Pero, los problemas de salud de Asma no terminaron ahí. En los últimos meses, ha sido diagnosticada con leucemia mielógena aguda, una forma agresiva de cáncer que afecta la médula ósea y la sangre. Este diagnóstico llega en un momento especialmente crítico para la familia al-Assad, que se encuentra exiliada en Moscú tras la caída de su régimen en diciembre de 2024.

Fuentes cercanas a la familia han revelado que Asma está siendo tratada en un hospital de Moscú bajo estrictas medidas de aislamiento para minimizar el riesgo de infecciones. Su pronóstico es incierto, con aproximadamente un 50% de posibilidades de supervivencia. Su tratamiento está siendo supervisado por un equipo de especialistas, incluyendo su padre, quien viajó desde Londres para estar a su lado. Los dos se encontraron en los Emiratos Árabes Unidos y luego en Rusia, ya que Asma al-Assad ya no tenía autorización para establecerse en el Reino Unido a pesar de su doble nacionalidad.

El Secretario de Estado, David Lammy, declaró que Asma no era bienvenida en suelo inglés. «Haré todo lo que esté en mi mano para garantizar que ningún miembro de esta familia pueda establecerse en el Reino Unido», explicó poco después de la caída del régimen de Bashar al-Assad.

Una mujer moderna e independiente

Asma, nacida el 11 de agosto de 1975 en Acton, un barrio de clase media en Londres, parecía destinada a una vida lejos de las complejidades políticas y los conflictos de Oriente Medio. Hija de un cardiólogo sirio, Fawaz Akhras, y de una diplomática británica, Sahar Otri, creció en un entorno que le permitió acceder a una educación de alto nivel. Asistió a prestigiosas instituciones educativas, incluyendo la Universidad King's College de Londres, donde se graduó en Ciencias de la Computación y Literatura Francesa.

Antes de casarse con Bashar al-Assad, Asma trabajó en el mundo financiero, en el Deutsche Bank y JP Morgan en Londres. Era una mujer moderna, independiente, que representaba un contraste interesante con la imagen tradicional asociada a las primeras damas de Medio Oriente.

Su matrimonio con Bashar en el año 2000 marcó un punto de inflexión en su vida. Dejó su carrera y su vida en el Reino Unido para unirse a su esposo en Siria, asumiendo el rol de primera dama en un momento en el que Bashar acababa de heredar el poder tras la muerte de su padre, Hafez al-Assad.

Durante sus primeros años como primera dama, Asma al-Assad se presentó como una figura progresista y accesible, involucrándose activamente en iniciativas de desarrollo social. Promovió proyectos enfocados en la educación, la tecnología y el empoderamiento femenino, ganándose el apodo de 'la rosa del desierto' en los medios internacionales.

Sin embargo, esta imagen comenzó a desmoronarse a medida que el régimen de Bashar al-Assad enfrentaba críticas internacionales por su represión violenta durante la guerra civil que estalló en 2011. Para algunos, era cómplice del poder; para otros, una esposa leal atrapada en un entorno del que no podía escapar.

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