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«Solo quiero que acabe esto», masculló para sí el presentador de los premios Odeón... Y la frase se escuchó a través de un micro abierto. Hoy, la voz de Héctor de Miguel Martín, conocido por el apodo familiar de Quequé, suena si cabe más ... grave de lo habitual... Evita hablar del asunto, pero admite: «No envidio a Buenafuente con los Goya».
- ¿Fue el típico payaso de clase?
- Qué va. Yo era un niño muy serio que quería ser adulto. A los niños nos castigaban y nos lo prohibían todo. De pequeño ya quería tener los 43 años que tengo.
- No los aparenta. La barba le hace mayor.
- Lo sé. Pero me gusta. Siempre he aparentado más edad y nunca corrijo cuando me echan más años.
- ¿Será que está deseando llegar a la jubilación?
- Esa es la vida que envidio totalmente, la del jubilado que se levanta a las 11 de la mañana y no tiene nada que hacer más que ver crecer los almendros. Yo soy un vago que no para de trabajar porque tiene mala suerte.
- Por eso vuelve a Movistar #0 con 'Loco Mundo'.
- El 4 de febrero, y hay cambios. Del plató de Tres Cantos nos movemos al teatro Arlequín. Y los colaboradores ya no van a ser fijos.
- ¿Qué es lo más loco del mundo?
- Quizá la locura más urgente sea la del cambio climático. Nos detenemos a discutir sobre fronteras y nacionalidades y resulta que en 20 años igual tenemos que discutir qué hacemos para respirar.
- Veo que no le pone el independentismo.
- A mí nada. Yo soy absolutamente apátrida, pero estoy muy contento de haber nacido en España. Es un país donde un jeta como yo puede medrar, donde un producto fallido de la EGB puede llevar una vida ordenada. En serio, sin ironía, este me parece un buen país. No tengo ningún conflicto con ser español.
- ¿Le ha dicho Buenafuente con voz de Darth Vader: «Yo soy tu padre televisivo»?
- No, pero podría.
- ¿Y mataría al padre por presentar los Goya?
- Por presentar los Goya desde luego que no. Es un trabajo que no envidio para nada. Acabo de presentar los Odeón y no creo que vuelva a hacer algo así.
- ¿Tiene hijos?
- No. No quiero competencia en casa.
- Vaya, le iba a preguntar por el veto parental.
- El único que les pondría a mis hijos es que no votaran a Vox.
-¿Su padre, catedrático de Literatura, le impuso alguno?
- No. Yo tuve una suerte tremenda con mi familia porque no fui fácil. En la adolescencia no estaba muy claro por dónde podía tirar y cuando se abrió la vía de la comedia me apoyaron a muerte.
- Su padre es experto en temas celestinescos. ¿Le ha buscado muchas novias?
- Ja, ja, ja... No. No quiero ir de sobrado, pero afortunadamente no me ha hecho falta.
- Imagino que ligó mucho como maestro de ceremonias de 'The Hole'.
- Sí, porque además a mi personaje le gustaba todo: hombres, mujeres, bicicletas... Lo que cayera. Se lo había tirado todo.
- Nada autobiográfico, supongo.
- No. Yo soy mucho más tranquilo.
- ¿Cuál es su contradicción más descarada?
- Me echan mucho en cara la típica 'cuñadez' esa de: «Sí, tú muy de izquierdas, pero luego bien que tienes dinero». Como si por tener dinero tuvieras que renunciar a tu ideología.
- ¿El mundo está loco o es tonto? Se lo digo por r etos virales como el de masticar una pastilla de detergente.
- Cuando llegó internet decían que iba a cambiar a la Humanidad, que podíamos quedar todos a las seis para ir a derribar un gobierno. Y tenemos la herramienta. Pero preferimos hacer un viral de comernos la pastilla de jabón.
- ¿Se lo explica?
- Sí. En esta parte del mundo vivimos muy bien. Y la gran pregunta es: ¿cuánto durará la verbena en la que hemos tenido la suerte de nacer?
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