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el norte
Lunes, 27 de marzo 2017, 13:02
América Jova fue una de las invitadas de Pablo Motos en 'El Hormiguero' la pasada semana. La madre de Alaska dejó muy claro que toda su vida ha hecho lo que realmente le ha gustado y solamente ha tenido en cuenta sus principios, sin miedo a represalias.
A sus 88 años de edad, en su visita al programa de Antena 3 demostró que es una persona nada corriente, que no tiene ningún problema en confesar su edad, rompiendo el tópico de que a las mujeres no se les puede preguntar por los años que tienen.
Durante el programa, América hizo un apasionado relato de cómo ha transcurrido su vida. Cuenta que vivió en Cuba durante más de veinte años y que era muy peculiar desde pequeña: «Soy rara, siempre lo he sido y todo lo que me rodea también», señala. América recordó que su padre se separó de su madre y formó una familia, pero que ella no se enteró hasta años después. Esa misma historia se repitió con Alaska, que tampoco supo nada respecto a la separación de sus padres hasta que ya fue mayor, según recoge Chance.
El padre de América era el encargado de la casa, mientras que su madre se pasó la vida jugando al póker. La familia, por aquella época, gozaba de una buena posición como lo refleja que cuando era niña tenía una criada.
América, ex mujer del torero Manolín, siempre ha tenido un espíritu emprendedor. A lo largo de su vida se ha encargado de los contratos de sus dos maridos y también ha montado varios negocios como peluquerías y restaurantes, además de echar las cartas en televisión, vendido joyas... «Se me da bien vender joyas, los trucos están en tener los contactos, tenerlas puestas, yo vendía cosas baratas para mis amigas y las adquiría a bajo coste en las subastas del Monte de Piedad a las que me acompañaba Alaska». A pesar de todo, América afirma que «he hecho de todo, salvo ser rica».
En el terreno sentimental, comenta que ha tenido dos maridos, «pero muchos novios, con los que me divertía más que con mis maridos». También reconoce que «el torero, mi primer marido, me puso mucho los cuernos», pero ella no se quedó corta y tuvo sus aventuras y es que «cuando conocí al padre de Alaska estaba todavía con él». Ella tenía claro que, «si un hombre se hace viejo, déjalo que ya no sirve».
También reconoció que siempre ha vivido como «rica, pero nunca he tenido un duro ya que nunca he comprado nada, siempre he vivido de alquilada, cambiándome de casa cuando me apetecía». Del mismo modo, dejó claro que «ella no es ni quiere ser ejemplo de nada».
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