Las aventuras y desventuras del hombre que inventó Humor Amarillo

Juan Herrera, el hombre que junto a Miguel Ángel Coll creó 'Humor Amarillo' todo aquel micromundo que apasionaba a millones de personas todos los fines de semana ha narrado en una entrevista a El Confidencial como fueron aquellos comienzos en Telecinco de la mano de un rumano venido de Italia, enviado de Berlusconi, para poner el marcha la que sería la primera televisión privada de España.

Herrera se refiere a aquellos primeros meses como caóticos y "todo de Berlanga". "No se sabía quién era el electricista de rodaje y quién ponía los enchufes. En los cuartos de baño se juntaban las gogós con los albañiles y todo el mundo comía por el suelo".

El nacimiento de Humor Amarillo

"Un día me llama Valerio y me dice que han comprado al peso un montón de cintas y que no saben muy bien qué hacer con ellas", comenta. Además, afirma que siempre pensaron que tenía mucha fuerza aquel lío de japoneses haciendo cosas raras. Su manera de preparar los programas era de lo más artesanal. "Nos juntábamos aquí en mi casa con mi video y hacíamos una lectura de códigos con los VHS y luego íbamos a una furgoneta aparcada en el parking de Telecinco y allí había dos magnetoscopios. Con los códigos que teníamos del VHS editábamos el capítulo que habíamos hecho en mi casa".

Las cintas de 'Takeshi Castle', el nombre original del programa, se compraron en una feria. Lo hicieron en dos fases, la segunda tuvieron que rastrearlo hasta que lo encontraron en Hong Kong. Con el tiempo Herrera, llegó a conocer al creador del formato. "Al parecer lo que hizo en Japón fueron parques de atracciones. La gente iba a hacer las pruebas de Humor Amarillo con sus familias y esas cosas. Y el señor Takeshi Kitano ganaba un buen dinero con ello" que le sirvió para producir películas de cine negro.

El Chino Cudeiro existió

Herrera cuenta como a pesar de hacer un 31% de share nadie les hacía ni caso hasta que la cadena decidió que todo debía ser un poco más 'profesional', entonces les pusieron un becario gallego "muy tímido" que se apellidaba Cudeiro. "Por rendirle un homenaje y porque nos parecía un tipo encantador al que no hacían ni caso en la cadena, decidimos inventar un personaje con su nombre. Pero nos gustaba que fuese cada vez uno, sin una fisonomía concreta".