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Agustín, el buen hermano

Agustín, el buen hermano

Agustín Pantoja llegó a grabar siete discos, pero en 1997 se retiró... para convertirse en inseparable de Isabel

ESter requena

Sábado, 6 de junio 2015, 19:55

Por ella vivo / Por ella sueño / Me da lo mismo / Ser su esclavo, su dueño». La canción la entonaba Agustín Pantoja en los escenarios allá por 1987. Tres décadas después, la letra resume a la perfección su ocupación actual. A sus 50 años, Agustín vive por y para la tonadillera. Muchos ironizan con que ha sido el único hombre que le ha sido fiel toda su vida. Y ahora más que nunca. Con la Pantoja en la cárcel, el pequeño se ha convertido en el cabeza de familia, se ha encargado de gestionar los negocios y patrimonio de la artista e incluso de él ha sido la polémica decisión de cambiar de abogados. Incluso ha tenido que mediar entre Chabelita y Kiko... por orden de su hermana, a la que ha visitado en todos los vis a vis que ha tenido, además de que habla a diario con ella (después de su madre) en la única llamada por jornada que le permiten a las presas. Ayer también volvía a acompañarla como su fiel escudero, de la mano, en el duro trance de regresar a la cárcel tras los cuatro días de permiso. Esta vez no lloró, como cuando ingresó en noviembre en la prisión de Alcalá de Guadaíra.

Ya antes de la sentencia de dos años de cárcel, el «hermanísimo» se ocupaba de la carrera y asuntos derivados de la artista, además de compartir el cuidado de doña Ana, que la semana pasada sopló las 84 velas. Pero hubo un tiempo en el que Agustín quiso volar solo. El pequeño de cuatro hermanos también hizo sus pinitos en la música. Lógico cuando uno se cría entre artistas. Y no solo Isabel. Su abuelo era el cantaor Pipoño de Jerez, su padre pertenecía al trío Los Gaditanos y escribía fandangos y su madre bailaba en las compañías de Pepe Pinto y Juana Reina. Con 19 años, Agustín debutaba de la mano de Paco Cepero, quien lanzase a la fama a Chiquetete, Lolita, Lucía y a la propia Isabel Pantoja, entre otros. En un primer momento aseguró que no usaría su apellido familiar para evitar comparaciones con la folclórica, pero finalmente decidió no ocultar sus raíces.

Y más cuando en 1984, solo un año después de su debut musical, murió Paquirri e Isabel tomó el título de viuda de España. Desde entonces, Agustín decidió centrarse más en la familia, aunque siguió con su carrera musical con altibajos. «Con la muerte de mi cuñado ya no piensas en nada. Sé que mi hermana está agradecida, pero no tiene por qué estarlo», comentó años después tras convertirse en un apoyo incondicional en el duelo de la tonadillera.

Apadrinado por Juan Gabriel

Sus canciones con estilo pop melódico aflamencado le llevaron a lograr dos discos de oro y temas que sonaron en todo el país, como Príncipe azul, Amores normales o Te esperaré. Por supuesto, no faltaron algunas actuaciones con Isabel, con la que incluso grabó el villancico Tú serás mi Navidad, firmado por Juan Gabriel. El artista mexicano no solo escribió a Agustín algunos de sus temas y produjo varios de sus álbumes, sino que le apadrinó en su salto a Latinoamérica. Al otro lado del charco no logró el respaldo esperado, en gran parte, dicen, porque la sombra de Isabel Pantoja era muy alargada.

Tras distintas idas y venidas, publicó en 1997 el que terminaría siendo su último trabajo y en general, porque no se le ha vuelto a conocer ocupación laboral distinta a estar junto a su hermana. Primero como acompañante en las giras por España y Latinoamérica, hasta que hace unos años despidió a María Navarro como representante para ocuparse personalmente de gestionar sus contratos.

Agustín Pantoja hace tiempo que se convirtió en una tumba. No habló ni cuando Julián Muñoz lo desplazó del lado de la artista. Reapareció en el calvario judicial por el que pasó la tonadillera, pero siempre sin decir palabra, impertérrito de su brazo. Y eso que se rumoreó que hace unos años estuvo a punto de participar en un reality televisivo, pero se cayó de la lista final.

No se le ha conocido pareja en todo este tiempo y sus cercanos lo retratan como «un hombre muy sensible, discreto y educado; tiene devoción por su hermana y nunca le ha fallado hasta el momento». Una imagen muy distinta a la que se ofrece de él en los platós. Sus enemigos lo han vapuleado de lo lindo. Como Carlos Corbacho, antaño mano derecha de María Navarro. «Desconfiado, manipulador, poco recomendable y egocéntrico. Y siente envidia porque su ilusión era cantar y quedó eclipsado por su hermana», sentenció Corbacho. Alberto Isla tampoco le ayudó a mejorar su reputación contando los supuestos desplantes que le hacía a Chabelita o que se pasaba la mayor parte del día viendo culebrones en pijama.

Quizás fue él quien aconsejó a Isabel una salida de prisión triunfante. Fue cruzar la reja y transformarse en la artista agradecida y cariñosa... aunque ayer en su regreso a la cárcel no pudo mantener ese semblante tan sonriente. Eso sí, no le faltó la mano de Agustín. Como siempre.

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