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Martes, 14 de abril 2015, 11:25
Verónica Forqué, la actriz de la eterna sonrisa, acaba de superar un momento difícil sumida en una fuerte depresión, como ella misma lo ha comentado en un encuentro convocado por la Térmica. «No siempre es así (refiriéndose a su eterna sonrisa). Ahora estoy muy bien, pero el año pasado viví seis meses en el infierno más absoluto, solo pensaba en morirme».
Dentro del ciclo 'Un café con...', la actriz habla abiertamente y sin tapujos de la grave depresión que sufrió y de la que ya se encuentra recuperada. «Y lo hablo porque es un tema del que no se habla, no le gusta a la gente. Se puede saber que has tenido un cáncer y eres una heroína, hay lazos rosas y campañas de prevención, pero sobre la depresión se habla poco, está estigmatizada, da vergüenza decirlo», añade.
Verónica Forqué llegó a pesar diez kilos menos, perdió la sonrisa y hasta confesó que leía con envidia las necrológicas de los periódicos. «La depresión es una quiebra en el amor, es como si te secas por dentro, te desenchufan la batería. Me detestaba, me encontraba vieja, fea, tonta, pésima actriz. Todo me parecía horroroso», detalla.
Solamento superó la enfermedad cuando combinó la terapia que seguía con un tratamiento psiquiátrico, al que al principio era reacia. «Se sale con ayuda y sin prejuicios. Y si tienes que tomar medicamentos, los tomas. ¡Vivan las drogas!». Ahora ya ha vuelto a ser ella, a reír, a meditar y a disfrutar de cada día. «Hay que vivir el presente. Cuanto más vieja soy más me ocupo de vivir el aquí y el ahora. ¿Qué sabemos lo que nos va a pasar mañana?», asegura.
En cuanto a su carrera profesional, protagoniza en el Teatro Rialto de Madrid la obra 'Buena gente', un texto «amargo y divertido» a partes iguales, como la vida. La obra de teatro es donde se siente «más libre». «Una vez que se levanta el telón, nadie te dice '¡Corten, volvemos a empezar!'». En cuanto a su faceta como empresaria reconoce que no le atrae -«No tengo ese espíritu», admite-, pero sí que le gustaría dirigir más. «Yo sé cómo ayudar a los actores a que confíen en ellos y disfruten. El escenario es un lugar de gozo», declara.
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