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La policía observa el lugar en el que murieron Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Booper en un accidente de avión, en una fecha que se conoce como el día en el que murió la música.
La música, una profesión de riesgo

La música, una profesión de riesgo

El lema 'Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver' parece ser uno de los 'leit motiv' de los cantantes o componentes de grupos musicales. No siempre mueren jóvenes o su cadáver no queda especialmente bonito, sobre todo después de protagonizar algunas de las muertes más impactantes de la historia. Aquí van algunos ejemplos

J. A. Pardal

Viernes, 27 de febrero 2015, 17:56

A finales del pasado mes de enero se exhibió en Bilbao el documental 'El peor Dios', que relata la desgraciada carrera de 'Desechables', un inclasificable grupo musical español cuya biografía está salpicada de tragedias. Un accidente de coche cuando viajaban de promoción a Madrid, o errores en la fabricación de sus discos ya fueron de por sí un lastre. Pero el gran revés que sufrió la formación fue la muerte de su guitarrista Miguel González. El artista irrumpió en una joyería con una pistola de juguete exigiendo que le entregasen todo el dinero y las piezas valiosas. El joyero respondió con fuego real y González murió. Fue el principio del fin de 'Desechables', que intentó durante cinco años más seguir adelante, aunque nunca consiguió sobreponerse a esta impactante muerte.

Este ejemplo patrio no palidece ante algunas de las muertes más increíbles de la historia de la música. La combinación de armas, drogas y vehículos de todo tipo ha sido mortal para muchos. Uno de los ejemplos más tristes es el de Cliff Burton. El primer bajista de Metallica murió en un accidente del autobús en el que viajaba la banda durante la madrugada del 27 de septiembre de 1986. Tal vez Burton no era el que estaba predestinado a morir aquella mañana. El músico dormía en la litera de Kirk Hamett, privilegio que se había ganado jugando a las cartas. Como ellos mismos relatan en un reportaje de la MTV sobre el grupo, cuando todos dormían el autobús derrapó y dio varias vueltas de campana. Burton salió despedido y su cuerpo terminó bajo la estructura del vehículo. «No sé si para aquel entonces ya estaba muerto», relata uno de los entrevistados. Lo cierto es que tras conseguir levantar el autobús entre todos, este volvió a caer sobre el cuerpo del bajista, lo que terminó definitivamente con su vida.

Si muchos siniestros en la carretera se han llevado por delante la carrera de muchos de estos artistas, los accidentes con aeronaves no se quedan atrás. Sin ir más lejos, Buddy Holly, uno de los precursores del sonido rock, dejó prematuramente su vida terrenal en el accidente de una avioneta cuando regresaba de un concierto, con 22 años. En el siniestro fallecieron también las estrellas Ritchie Valens y The Big Booper, además del conductor del aparato, en un suceso que se conoce como el día en el que murió la música y que se corresponde con el 3 de febrero de 1959. Holly dejó un hueco en The Crickets, conjunto que él mismo había formado, y los componentes restantes ficharon a David Box, de similares características musicales que Buddy Holly. En 1964, en un extraño capricho del destino, Box corría la misma suerte que su predecesor y moría en otro accidente aéreo. Otros sufrieron una muerte similar, como el cantante Otis Redding o el guitarrista Steve Ray Vaughan pero, sin duda el que se lleva la palma en esto de los siniestros a bordo de aparatos voladores es Rhandy Roads, excomponente de Quiet Riot y en aquel momento bajista de un proyecto que Ozzy Osbourne desarrollaba de forma paralela a su trabajo en Black Sabbath.

El conjunto viajaba en la mañana del 19 de marzo de 1982 tras ofrecer un concierto en Knoxville cuando el conductor del autobús decidió parar para descansar en un área de servicio. Junto a ella se encontraba un aeródromo y Andrew Aycock, el conductor, decidió dar una vuelta en una avioneta junto a Roads y a Rachel Youngblood, que hacía las veces de costurera y cocinera. Tras varios vuelos rasantes cercanos al autobús, el ala del aeroplano tocó en el vehículo y se estrelló contra una casa cercana. Los tres ocupantes murieron en el acto. Según se puede leer en 'Randy-rhoads-online.com', muchos son los interrogantes sobre este dramático accidente. ¿Estaba el piloto intentado amedrentar a su exmujer, que viajaba con la banda y se encontraba junto al autobús?, ¿por qué se subió Rhandy Roads a la avioneta si tenía miedo a volar?.

Cóctel de drogas y alcohol

La cocaína, que también se encontró en el organismo del piloto del accidente de Roads, los barbitúricos y somníferos o la ingesta de cantidades enormes de alcohol se han llevado consigo la vida de muchos artistas. Uno de los casos más conocidos el de John 'Bonzo' Bonham, el mítico batería de Led Zeppelin y uno de los mejores de la historia. 'Bonzo' murió tras ahogarse con su propio vómito en una fiesta en la casa de Jimmy Page. Para el momento de su defunción se había bebido entre 30 y 40 vasos de vodka en las últimas horas. Su fallecimiento, además, sirvió para agrandar la leyenda negra de la mansión 'Boleskine', junto al Lago Ness, donde tuvieron lugar los luctuosos hechos y que Jimmy Page había comprado unos años antes al ocultista Aleister Crowley, considerado uno de los hombres más oscuros de la historia.

Algo similar le ocurrió a Bon Scott, que murió ahogado en el coche de un amigo que le llevó a casa tras una noche de copas. Scott se había dormido profundamente y Alistair Kinnear intentó subirle a casa, pero como no podía cargar con él le dejó pasando la noche en el interior del vehículo. Al día siguiente se lo encontró muerto. Al menos esa es la versión oficial, porque muchos son los rumores de que la heroína tuvo mucho que ver en aquel triste suceso que se llevó consigo al considerado como cantante original de AC/DC.

En la línea de los sucesos de Bonham o Scott se sitúan otros como el fallecimiento del músico Steve Peregrin Took, que murió atragantado con la cereza de un cóctel. Took se encontraba junto a su novia Valerie Biller bajo los efectos de la morfina y las setas alucinógenas, como ella mismo confirmó a la página web 'Stevetook.mercurymoon.co.uk', una web dedicada su memoria.

Algo similar a lo que le ocurrió al baterista de The Who Keith Moon, un auténtico amante de los excesos y que murió intoxicado por las pastillas que su médico le había recetado para ayudarle a dejar de beber -no debía tomar más de tres al día e ingirió 32 de una tacada-. La casualidad quiso que Moon muriese en la misma cama que Cass Elliot, cantante de 'The Mamas and The Papas', en el lujoso barrio londinense de Mayfair, en un piso que era propiedad de Harry Nilsson

Disparos mortales

Las armas han sido también una constante entre estas trágicas muertes. Con un arma, que creía descargada, se disparó en la cabeza el músico Terry Kath. Con una pistola que él mismo regaló a su padre fue asesinado Marvin Gaye y también con un arma de fuergo perpetró el exmarine Nathan Gale una de las matanzas más increíbles de la historia del rock.

El exmilitar, esquizofrénico, acudió a un concierto de Damageplan en Ohio, una banda integrada por los componentes de Pantera Dimebag Darrell y Vinnie Paul. Al primero le descerrajó cinco disparos pero no logró encontrar al segundo, que era su otro objetivo, porque, aseguraba, el grupo de metal le robaba sus letras.

Durante su alocada acción Gale se llevó también por delante a Nathan Bray, seguidor de la banda, al trabajador del local en que se celebraba el concierto, Erin Halk, y a Jeffrey Thompson, empleado de seguridad de Damageplan. El propio Nathan Gale murió a disparos de la Policía cuando había logrado hacerse con un rehén al que estaba a punto de convertir en su quinta víctima.

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