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el norte
Jueves, 4 de diciembre 2014, 12:55
La enfermedad de su marido llevó a Kaling Wald, una mujer canadiense residente en Hamilton (Ontario, Canadá), a elevar al máximo su fe religiosa. En un primer momento pensó que su marido iba a curarse si ella rezaba lo suficiente. Más, tarde, cuando él entró en coma, no avisó a nadie porque creía que «una luz divina iba a devolverle la consciencia». Cuando finalmente su pareja murió, se quedó con el cadáver en casa durante seis meses esperando a que resucitara, porque era lo único que le pedía a Dios.
La mujer acaba de ser juzgada por no prestar ayuda médica a su marido Peter, que era diabético y que falleció por complicaciones en una herida del pie. Aunque el fiscal pedía para ella cinco años de prisión, el juez solo la ha condenado a una pena de 18 meses de libertad vigilada a cambio de que acuda a terapia psicológica.
Según la sentencia, la mujer confesó a la policía que no había llamado al médico porque creía ciegamente que Dios iba a interceder por él y curarlo. Pero Peter, lejos de mejorar, empeoró: el hombre entró en coma a principios de marzo y dos semanas después falleció. Desde entonces, Kling mantuvo su cuerpo en casa.
Según explicó a las autoridades, ella y sus cinco hijos, devotos cristianos como ella, creyeron que una intervención divina iba a hacer que el hombre volviera a la vida, por lo que no pararon de rezar durante seis meses.
Nadie fuera de la familia sospechó nada hasta que la policía acudió a la casa con una orden de deshaucio, ya que desde que el padre murió no habían pagado la hipoteca. Fue entonces cuando los agentes descubrieron el cuerpo, en avanzado estado de descomposición y cubierto tan solo por dos sábanas y un gorro.
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