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El viaje a Ítica de los secesionistas catalanes terminará por envenenar a todos. Crece la preocupación y aparecen las consecuencias. Vox se convierte en la tercera fuerza política de Castilla y León y en el resto de España. No es casual el afianzamiento de opciones ... autoritarias que enseñan la patita vetando a medios de comunicación. Ya hay costumbre. También lo hizo el PP catorce años atrás. Disponer de influencia es una manera de tener poder. El que ya tienen los ultraconservadores. Vox no llegó para ser un partido visagra facilitador de acuerdos. Otros tampoco, aunque presumían de responsabilidad. Eran partidos nacionalistas con intereses propios. Con la irrupción de Ciudadanos se creyó ingenuamente que los centristas corregirían ese malentendido. Pero no fue así. Y defraudaron a sus votantes con el resultado que anoche largamente lloraron.
Cs se desploma. Pierde todos sus diputados en Castilla y León y el PP recupera espacio y poder. Desbanca a los socialistas con trece diputados frente a doce, y Vox prospera con seis parlamentarios sin que se esperen grandes sorpresas en la política regional. Tampoco en Andalucía. Los presidentes populares Bonilla y Mañueco pueden dormir tranquilos arrullados por los ciudadanos que queden. Todo viene clarito en las capitulaciones que firmaron los contrayentes. Como se dijo entonces, un gobierno bipartito es como un matrimonio sin pasión.
En lo que respecta a las elecciones de ayer, ¿es posible que las cosas puedan ir a peor? Pues sí, incluso sin descartar nuevas elecciones. El escenario que se entreve es el peor de todos. Esta gravísima situación debería mover a los líderes políticos al pacto y al acuerdo. Pero anoche todos jugaban al 'pactómetro'. Olvidan que los partidos también tienen sus obligaciones patrióticas, entre ellas la de ayudar al Gobierno si se encuentra bloqueado o en precario para sacar adelante para el interés de todos las reformas necesarias. Vox preocupa, no es un mal sueño, es una realidad que temen izquierdas y derechas. Salvo cinismo extremo, no se puede dar por buena la famosa frase de Lennin que Rajoy tergiversó: «Cuanto peor, mejor». Pero en esas se está.
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