Feijóo incide en su OPA sobre Vox y llama a agrupar el voto para no perder 20 escaños

Desde la capital del Principado, Feijóo alertó de que no votarle a él supondría para la derecha perder hasta 20 escaños en el Congreso. Serían votos echados a la papelera, simplificó. Antes, el candidato del PP ya había catalogado al Ejecutivo de coalición como el peor desde la recuperación de la democracia e incluso afeó que «comunistas» se hayan sentado en el Consejo de Ministros.

Un guiño más a los votantes de Vox. Una formación que el expresidente gallego asegura que no quiere a su lado en el Gobierno. Sea como fuere, y según la encuesta que publica este periódico, los escaños en juego pueden determinar aún un triunfo suficiente de Feijóo, condicionarle con dependencia de la extrema derecha o desembocar en un bloqueo con la izquierda.

La clave de bóveda electoral para que Feijóo pueda gobernar, en solitario o en coalición, se sustenta en la ley D'Hont que, tal y como está escrito en la Constitución de 1978, reparte los escaños del Congreso de forma proporcional a los votos obtenidos en cada una de las circunscripciones en las que se compite. A modo de ejemplo, el PNV obtuvo en las generales de noviembre de 2019 seis escaños gracias a sus 379.002 votos en Euskadi y Navarra. El Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) no obtuvo diputado alguno pese a contabilizar a nivel nacional más de 225.000 sufragios.

Feijóo tiene muy en mente la ley D'Hont en su intento de zafarse de unos futuros socios de Gobierno que niegan los efectos del cambio climático o que rechazan el término de violencia de género, pero con los que ha pactado ya en las comunidades autónomas donde los de Abascal eran necesarios con las excepciones de la Región de Murcia y Aragón.

La estrategia de Feijóo no pilla por sorpresa a Vox, donde ya se asume una pérdida de parte de los 52 escaños cosechados en 2019 tras ser la tercera fuerza más votada gracias a la debacle de Ciudadanos. No obstante, la derecha radical mantiene su apuesta por ser decisiva, un papel que le otorgan todas las encuestas salvo el CIS, por mucho que Feijóo marque porcentajes de voto o número de escaños como líneas rojas.

En el cuartel general de Vox se tiene claro que el objetivo es ser claves en una posible mayoría de derechas y que, de darse, apretarán las tuercas al expresidente gallego por mucho que quiera gobernar en solitario. Las cuentas de las encuestas son claras. Salvo que Feijóo saque una mayoría absoluta que ni un solo sondeo le otorga o una hegemonía al menos lo suficientemente holgada –los 160 escaños–, deberá pactar con Vox y aceptar sus condiciones como ya ha hecho en la Comunidad Valenciana o en Extremadura, con cesión de carteras incluidas y la necesidad de tragar sapos. En las autonomías en las que han estrenado gobierno PP y Vox los populares ya han cedido. Resta por ver si Feijóo está dispuesto a tensar la cuerda, tal y como afirma en campaña, o incorporará a Abascal y otros dirigentes de su partido en un posible Gobierno presidido por él.

La opción preferida y manifestada en público del expresidente gallego es obtener la preponderancia que persigue sin que la izquierda pueda articular una alternativa y recurriendo a la 'geometría variable' con fuerzas regionalistas. Feijóo ha requerido a Sánchez, lo hizo en el debate, un compromiso por escrito para que gobierne la lista más votada, una posibilidad que va en contra de la trayectoria política del presidente del «no es no» a Rajoy y que los socialistas han descartado en esta carrera hacia las urnas.

Ayer Feijóo trató de hurgar en las cuitas internas del PSOE, un partido muy tocado tras perder la mayor parte de su poder municipal y autonómico tras el 28-M. Los populares creen escuchar ruidos de sables entre los barones socialistas que han perdido sus cargos y ven en ello una oportunidad irrenunciable para acabar con un Sánchez que se aferra a su 'Manual de Resistencia'

«En la calle, los votantes del PP están contentos y eso no está mal. Pero os digo algo, ganamos un debate, pero aún no las elecciones. No nos perdonaríamos nunca, los que nos dedicamos a la actividad política, dejar escapar al 'sanchismo' simplemente porque hace calor, porque quiero ir a la piscina», clamó el líder del PP en la capital asturiana.