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Trabajadores de la Junta Electoral durante el recuento del voto CERA. EFE

La España partida

Entre líneas. ·

Mientras se pide al PSOE que actúe como partido de Estado, el PP comienza a airear la acusación de que Sánchez quiere romper España

Alberto Surio

San Sebastián

Sábado, 29 de julio 2023, 18:12

Una semana después del 23-J España inicia las vacaciones de agosto con dudas razonables sobre la futura gobernabilidad y, a la vez, tras el baño de realismo que han supuesto las elecciones, con la alteración final del voto del extranjero que ha dado un ... escaño más al PP en detrimento del PSOE. Los resultados demuestran, de entrada, que los populares infravaloraron la capacidad de reacción de la sociologia del centroizquierda por sus acuerdos con Vox. La diversidad de España no es solo Madrid y su esfera de poder.

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El país está dividido en dos bloques casi iguales y debiera ser obligación de la política democrática tejer nuevos puentes para no agravar las fracturas de este empate infinito en el que seguimos instalados como si se tratase de un cuadro de garrotazos goyescos. Ojalá el verano sirva para templar los ánimos, aunque lo previsible es que esto no ocurra. El desconcierto y la frustración del centroderecha por su avance insuficiente en las urnas no le van a llevar a una reflexión profunda sobre los errores cometidos, algunos de cálculo y otros de concepto. Tampoco va a meditar sobre los temores que aún suscita en Euskadi y Cataluña la amenaza del eje PP-Vox. Ni sobre los fallos de la campaña de Núñez Feiijóo, sobre todo en la última semana. Ni sobre los peligros que encierra cabalgar todo el día sobre la exageración y la hipérbole a partir de la demonización del presidente. O la deslegitimación del mismo Ejecutivo de coalición, que no se termina de desactivar porque buena parte de la derecha sigue de campaña permanente con los altavoces a todo volumen.

Mientras el PP pide responsabilidad como partido de Estado al PSOE se reactiva desde los populares el imaginario agresivo de la ruptura inminente de España en manos de los 'traidores'. El mismo reproche que en los últimos cuatro años. La 'antiEspaña' de los años 30 integrada por 'rojos y separatistas' que los antisistema de la Segunda República alentaron con fruición. Entre el que 'Que te vote Txapote' y el 'No pasarán' se abre paso un país exhausto, cansado de bronca política, que necesita reformas audaces y políticas públicas potentes para crecer, transformar su economía y combatir la desigualdad económica y social.

Sumar ha salvado los muebles con sus 31 diputados, imprescindibles para una mayoría de índole progresista. Pero los socialistas deben hacer un esfuerzo de mayor pedagogía sobre su acción de gobierno, y tampoco pueden dejar la idea de España en manos exclusivas de la derecha. Tienen un suelo firme, pero también serios flancos débiles que no pueden obviar con ligereza. La política va a tener que transitar por territorios novedosos y creativos si quiere desbrozar determinadas cuestiones de fondo que no deberían quedar enquistadas. Lamentablemente, las corrientes dominantes de simplificación no ayudan precisamente a poner luz en la niebla.

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La negociación de la investidura de Sánchez se antoja harto complicada porque el universo de Puigdemont sigue anclado emocionalmente en el agravio. Solo la sensación de que la derecha española podría empeorar sus expectativas de buscar una solución duradera para todos los cargos encausados a consecuencia del procés soberanista puede abrir una ventana posibilista a la legislatura rodeada de altos riesgos. Nadie tiene la respuesta certera y todos los escenarios siguen más abiertos que nunca.

El verano es un buen momento para repensar estrategias. Debiera servir a Sánchez para reconstruir una confianza erosionada con el PNV. Pero también podría ser una oportunidad para que el PP comenzase a entender a la 'otra España' –Euskadi y Cataluña– con un chip diferente. Y no le va a resultar nada fácil porque mientras, por un lado, mira desde la mirilla de la puerta a Vox y a su ultranacionalismo rampante, por la otra, tiene que dirigirse a la periferia para entender que este país encierra también una componente de pluralidad territorial que forma parte de su realidad más profunda y no se puede soslayar.

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