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Las elecciones europeas del 9 de junio tienen una particularidad respecto a las generales, autonómicas y municipales en España. Son los únicos comicios en los que hay una circunscripción única: todo el territorio nacional.
En las generales, cada provincia tiene asignados un número de escaños. ... El mínimo es 2. A partir de ahí, hay 248 que se distribuyen siguiendo un criterio de población. Así, Castilla y León reparte 31 sillones en el Congreso y Madrid, 37.
En las europeas, España repartirá 61 escaños, dos más que en 2019. Y se distribuirán entre todos los votos recibidos por cada partido en el territorio nacional, sin distinción por comunidades ni por provincias. Tampoco es necesario, para optar a un escaño, superar el umbral del 3% de votos válidos, como sí ocurre en las generales.
El reparto se hace, como es habitual, con el sistema D'Hont. Es decir:
Se colocan los partidos y los votos.
Se dividen los votos de cada partido por cada número de escaños, en este caso hasta el 61.
Y se escogen las 61 cifras más altas de todo el cuadro.
En este caso, el partido A se lleva 22 eurodiputados; el B, 13; el C, 9; el D, 8; el E, 5 y el F, 4.
Si hubiera un partido G con 14.000 votos, menos de un 3% de los votos válidos, en unas generales se habría quedado sin representación. Sin embargo, al no tener ese límite en las europeas, habría ganado un eurodiputado a costa del partido A. En este caso, Ciudadanos, por ejemplo, ha explicado en campaña que con un 2,2% de los votos podría optar a un escaño. Izquierda Española hablaba de un umbral de 300.000 votos en todo el territorio para poder tener representación.
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