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Estados Unidos contiene el aliento, con media docena de Estados aún en liza porque el recuento no se puede hacer más deprisa. El voto por correo, en proporciones masivas nunca antes conocidas, y la situación de pandemia, que extrema las medidas en los centros electorales, ... lo han complicado todo. Ayer Donald Trump no se salió de su guión de transgresión y furia y sin resultados definitivos acusó de fraude a los demócratas. Joe Biden pide paciencia y contar todos los votos, durante el tiempo que sea necesario. Confía en que la mayor parte del voto por correo es demócrata, pero nadie debería creer ya en lo que dice ninguna encuesta. Vamos a un escenario no solo de escrutinio meticuloso, sino de recuentos y litigios en distritos clave. El candidato demócrata sigue teniendo algunas posibilidades más que Trump de ganar, porque puede llegar a la cifra mágica de 270 votos electorales a través de varias combinaciones.
Los resultados preliminares dibujan la foto de un país tercamente partido en dos. En estas mitades habitan bloques de ciudadanos que identifican contra viento y marea con un partido. Trump echa gasolina al fuego, pero no creado el problema. Como ha advertido Elliot Gerson, vicepresidente de The Aspen Institute, la amenaza que pesa sobre la democracia americana es el faccionalismo, el hecho de vivir en universos paralelos, sin diálogo, y que un votante demócrata no conozca a ninguno que sea republicano y viceversa. La pandemia sin control y la huella profunda de la crisis económica no han servido para unir a la sociedad ante amenazas comunes, sino que la han dividido aún más. Joe Biden quiere ser un presidente capaz de sumar. Donald Trump solo se dirige a los suyos y es fácil anticipar cómo sería su siguiente mandato. Las causas de una escisión nacional tan preocupante hay que buscarlas en la desigualdad económica, el desprecio de las elites en las costas a los ciudadanos de la América profunda y la demagogia con la que Trump proyecta a los suyos contra el símbolo de Washington. Mientras el mapa se tiñe de estados rojos y azules, nadie sabe cuando se renovará la promesa del nacimiento de los Estados Unidos: we, the people.
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