Las urnas están listas en Castilla y León. Llegamos al 13 de febrero después de arrastrar una precampaña y una campaña por momentos, muchos, interminables. Que, además, han servido muy poco para hablar en profundidad de Castilla y León y mucho para consolidar la ... condición de esta comunidad, y con ella la de los que aquí vivimos, como figurantes de una obra nacional donde los primeros actores son siempre otros.
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Con mucho dirigente foráneo haciendo turismo electoral por Castilla y León. En exceso. Defendiendo la enjundia de la cita para expulsar o mantener a Pedro Sánchez en La Moncloa, o para acelerar o frenar la mudanza de Pablo Casado a ese inmueble, o para empedrar el camino hacia un «gobierno fuerte» en el que Santiago Abascal «cabalgará a lomos del amor a España» (como dijo Macarena Olona en Valladolid) o para la supervivencia de Ciudadanos como partido y con él de su presidenta, Inés Arrimadas.
Cuando haya que bachear la carretera por la que pasa el autobús escolar o por la que hay que desplazarse a la capital porque el banco que sustituyó a la caja de ahorros primero cerró la oficina y luego desmontó el cajero, ni Sánchez ni Casado ni Abascal ni Arrimadas responderán por esos socavones en el asfalto. Tampoco irá ninguno de ellos a colgar a la puerta del consultorio que el médico o la enfermera no pasan consulta ese día, ni al siguiente, porque no hay efectivos en el centro de salud comarcal. Ni tramitarán ellos su queja si le toca operarse en Burgos, en un suponer, de una artrosis de rodilla y supera de largo los 200 días de demora media (imagine cuál puede ser la espera máxima, si esa es la media) para pasar por quirófano que soporta ese hospital o sufre la ambulancia rural de las mil rutas si tiene que darse radioterapia y vive en Soria o Villablino.
Todo eso depende de la Junta. De eso van las elecciones autonómicas. Quien gobierna en Castilla y León debe ocuparse de ello. Y de que haya una plaza de residencia asequible para el abuelo, con personal suficiente para atenderle y, a ser posible, formado y con condiciones laborales dignas. También es competencia de la Junta el colegio del niño y el instituto del adolescente, prevenir y apagar incendios forestales, las concentraciones parcelarias, los programas de modernización del campo y las políticas activas de empleo, vitales para formar a desempleados en trabajos con salidas laborales reales. Y el apoyo a empresas que generen empleo de calidad en una comunidad que tiene una herida mortal en el padrón. 176.008 habitantes menos desde 2010. Una cifra tan tremenda que exige propuestas estudiadas, no soflamas sobre apuestas por 'repobladores autóctonos'. ¿Dónde van a ir a buscarlos?
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No había fotógrafos estos días para tanto ejecutivo político pidiendo el voto en esta tierra. En activo y viejas glorias. Presidentes de la nación y autonómicos, ministros y diputados de verbo encendido y billete de Ave a cuenta del Congreso. Pasarán las elecciones y volverán a sus cosas. Sin aprietos. Archivarán las fotos con terneras y corderillos, a todas luces orquestadas por asesores urbanitas, y a nosotros nos quedará lo nuestro. El bache, la demora para entrar en quirófano y la residencia del abuelo, que es para lo que votamos este domingo. Lo demás es engaño.
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