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Chema Rodríguez sentado en la mesa electoral de Aguasal, en la que el domingo volverá a ejercer como presidente. Alberto MiguEZA
13-F, Elecciones en Castilla y León

Profesionales de la mesa electoral

Deber democrático ·

Cuatro ciudadanos que han ejercido esta obligación legal en más de una ocasión, uno de ellos como presidente durante los últimos 20 años, explican su experiencia

Domingo, 6 de febrero 2022, 00:28

Para hacer bien este trabajo basta con saber leer y escribir, tener los 18 años cumplidos y no pasar de los 70. Solo dura un día, generalmente un domingo. A cambio se recibe un pago de 68,23 euros por una jornada que, como mínimo, va de las 08:00 a las 20:00 horas. Es difícil que te llamen, pero si ocurre hay que acudir. Ejercer como miembro de una mesa electoral es una obligación democrática y legal. Para algunos resulta un inconveniente, otros lo reciben con satisfacción y la mayoría lo asume con expectación y hasta nervios, puesto que lo habitual es que a uno le corresponda hacer esta función como mucho una vez en la vida, y eso con suerte. Al menos en las ciudades.

Toda mesa electoral está compuesta por dos vocales y un presidente. Este último, además de cumplir los requisitos mencionados al principio, debe disponer del «título de Bachiller o el de FP de segundo grado, o subsidiariamente el de Graduado Escolar o equivalente», según la LOREG(Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General). Formarlas compete a los ayuntamientos, que deben elegir a sus integrantes por sorteo público entre los electores con derecho a voto en cada una de ellas.

Aguasal, con 17 habitantes, es el pueblo más pequeño de la provincia de Valladolid. Puesto que no hay niños, todos los vecinos tienen derecho a voto y por tanto serían susceptibles de ser elegidos. Ahora bien, la elevada edad de la mayoría (a partir de los 65 años se puede rechazar el nombramiento)reduce los candidatos posibles. De ahí que el abulense Chema Rodríguez (Horcajo de las Torres, 1959) lleve casi dos décadas como presidente de la mesa electoral del municipio.

Casado con una olmedana y prejubilado «forzoso» de Caja de Ávila a raíz de la integración en Bankia, este defensor a ultranza del mundo rural es muy crítico con las deficiencias que padece en materia de «comunicaciones, sanidad, educación, servicios públicos y vacío financiero». Hace dos décadas compró un terreno en Aguasal «para distracción, relax y ocio», donde construyó un local de esparcimiento y un jardín de los que disfruta habitualmente. El alcalde de entonces le animó a empadronarse, así lo hizo en 2003 y allí sigue inscrito.

Desde entonces, cuando hay comicios se convierte en «la autoridad exclusiva para conservar el orden, asegurar la libertad de los electores y mantener la observancia de la ley», según establece la LOREG. Lo ha hecho en una docena de elecciones municipales, autonómicas, generales y europeas y en el referéndum de 2005, lo que le convierte en todo un profesional del cumplimiento de esta misión cívica. El 13 de febrero repetirá en las antiguas escuelas, que perdieron su función hace medio siglo. Después de tantos años es una tarea que desempeña «casi con los ojos cerrados» y que reconoce que en cierto modo le enorgullece, «por el hecho de facilitar la votación en un pueblo pequeño». «No es que sea una cosa excesivamente enrevesada, pero para personas que no lo hayan hecho nunca o no tengan familiaridad con los papeles puede resultar ciertamente un poco difícil de digerir», explica.

Ana Vergara. A. M.

Ana Vergara, presidenta y vocal de mesa el mismo año

«Fue duro, sobre todo por el hecho de tener que ir después al juzgado a entregar los votos»

También es excepcional el caso de Ana Vergara (Valladolid, 1994), que en 2019 fue elegida dos veces para formar parte de una de las mesas electorales del colegio García Lorca de la capital. Se estrenó como presidenta en mayo, con motivo de los comicios locales y a las Cortes, y en noviembre fue vocal en los convocados para renovar el Congreso y el Senado. Licenciada en Derecho y técnico jurídico de Administración General del Ayuntamiento de Valladolid, recuerda que «fue duro, sobre todo por el hecho de tener que ir después al juzgado a entregar los votos». Terminó «hacia las 02:30 de la mañana» y se pregunta cómo es posible que se trate de un proceso «tan poco tecnológico, con los avances que tenemos». Entre lo negativo, las malas artes de algunos apoderados de los partidos: «Había piques entre ellos continuamente, y tenías que controlar que en las mesas donde estaban las papeletas de votación no se taparan unas a otras». No le gustaría repetir. «Está bien como deber ciudadano, pero creo que con dos veces es suficiente», zanja.

Manuel Calvo. A. M.

Manuel Calvo, vocal de mesa en tres ocasiones

Una pareja convocada a la vez en el municipio donde residen

Las inminentes elecciones en Castilla y León conllevarán una dificultad añadida para los integrantes de las 4.531 mesas que se constituirán en la región: se desarrollarán en plena pandemia de coronavirus, lo que obligará a tomar medidas adicionales. Manuel Calvo (Valladolid, 1978), que el 13F será vocal por tercera vez, confía en que no haya ninguna incidencia, porque «ser mesa en un pueblo pequeño no tiene mucho trabajo» y sí una gran carga de relación social con los vecinos. Hace unos años cumplió con su deber democrático en Valle de Retortillo (Palencia), que agrupaba a cinco núcleos de población y le sirvió precisamente «para que me conociera al gente» cuando acababa de mudarse. En el vallisoletano San Pelayo, su lugar de residencia actual, ya ha ocupado el mismo puesto una vez y repetirá dentro de una semana.

Se da la circunstancia de que a su mujer, enfermera de profesión, también le hubiera correspondido formar parte de la mesa electoral el próximo domingo. La pareja tiene tres hijos, uno de ellos dependiente, y presentaron alegaciones para que ella pudiera quedarse en casa a cuidarle. «Si el censo son cuarenta y pico votantes, más de la mitad son mayores de 70 años, por lo que no pueden ser miembros de la mesa», enumera, así que «siempre se elige entre 10-12 personas». De ahí que este ingeniero agrónomo lance una propuesta: «Me gustaría que fuera voluntario y que, por ejemplo, se eligiera a estudiantes o parados», a los que a su juicio les podría venir bien la remuneración económica que compensa el esfuerzo de ese día.

Susana Yagüe. A. M.

Susana Yagüe, vocal de mesa y representante de la administración

«La satisfacción de poder ayudar» y «dar un servicio» a su pueblo

De distribuir ese dinero se ha encargado dos veces Susana Yagüe (Valladolid, 1976), que ha sido la representante de la administración en su querido Fombellida en dos comicios. Suya era la responsabilidad de entregar el importe de la dieta a los integrantes de la mesa, informar por teléfono del porcentaje de participación y de los resultados a las horas previstas y, sobre todo, trasladar a la Delegación del Gobierno los sobres con los votos y las actas la noche electoral. En otra ocasión fue presidenta de la mesa coincidiendo con la llamada a las urnas, y de ambas tareas se queda con «la satisfacción de poder ayudar» y «ver a todos los habitantes del pueblo, porque casi todos van a votar». Recuerda que «a la gente le gusta quedarse al escrutinio» y reconoce que para ella lo más gratificante es que «al final es dar un servicio» a su municipio. Por eso asegura que no tendría ningún problema en volver a hacerlo. «Por Fombellida, lo que haga falta».

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