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La placidez abulense de las campañas electorales para el PP ya no es tal. Poco queda ya de aquellos tiempos cercanos del 5-2. Dos escaños para el PSOE y todo lo demás para los populares. Así fue desde 1995 hasta 2011. El apoyo al ... PP no mermaba. O no demasiado. El 44,7% del censo de electores -que no de los votos válidos- escogió depositar la papeleta del PP en 1995. El 42,4% de los abulenses mayores de 18 años lo hizo en 2011.
Y entonces algo se rompió.
La llegada del multipartidismo fracturó el bloque de centro derecha y Ciudadanos rascó un procurador en 2015. Cuatro años más tarde, una escisión en el bando popular acabó con la formación de un nuevo partido, liderado por el ex presidente de la Diputación, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, que consiguió la Alcaldía de la capital y un escaño en las Cortes.
Los cinco procuradores populares, de pronto, se habían encogido hasta 3.
Y ahora llegan las elecciones más complejas en cuatro décadas. Desencadenadas por una ruptura con el socio naranja cuyo porqué se fraguó en la negociación de los presupuestos con Por Ávila. Por un ponme allá esas enmiendas que Ciudadanos negoció y, dicen en Ávila, Fernández Carriedo dejó casi enfiladas el fin de semana previo al adelanto electoral. Ese mensaje les llegó a Francisco Igea (Cs) y a Sánchez Cabrera (Por Ávila) entre el sábado y el domingo. Ese lunes todo era historia.
Así que ayer, cuando Alfonso Fernández Mañueco volvió a Ávila, el territorio del relato del anticipo electoral, se hizo acompañar de algunas promesas electorales. Comenzó por las que valen para toda Castilla y León, como su intención de bonificar «un 20%» la compra de viviendas de protección pública en el medio rural por parte de los jóvenes, informa Ical. Y siguió. «El Gobierno avalará hasta el 20% de la hipoteca a los jóvenes que accedan a una vivienda libre o protegida en cualquier municipio». Ayudas al alquiler, exención del pago del impuesto de transmisiones patrimoniales para jóvenes si compran una vivienda «en zonas rurales en riesgo de despoblación». Y una bajada del tipo del 8% al 3% para el resto de la población.
Quedaba por ver cómo era la pipa de la paz que Mañueco ofrecía a los abulenses tras la caída de los presupuestos y, con ella, de todas las reivindicaciones locales que empuñaba Por Ávila. Mañueco incluyó la nueva residencia de personas mayores, que tenía consignados 4,6 millones en esas cuentas abortadas. También la unidad satélite de radioterapia, que la ex consejera Verónica Casado (Cs) había programado como operativa para verano de este año. El helipuerto, que está a punto de iniciar su construcción. Y mejoras en centros de salud, el Plan Territorial de Fomento Industrial, el plan de Nissan, el Mercado de Abastos...
Anuncios que buscan recobrar la calma perdida y los escaños desprendidos.
Enfrente estarán, sin embargo, el alcalde y sus huestes, suficiente como para que el PP haya optado por no enrevesar más de lo necesario la situación del partido en Ávila. Carlos García, presidente provincial y de la Diputación, ha colocado a dos personas de su confianza al frente de la lista, lo que le garantiza paz con Mañueco y entendimiento con Génova: José Francisco Hernández y María de los Ángeles Prieto. El número 3 es Miguel Ángel García Nieto, un histórico que es quien sale más tocado. El 3 es un puesto que antaño, hace una década, garantizaba un sillón en las Cortes. Hoy hay quien se atreve a dudar.
Los amarillos de Jesús Manuel Sánchez Cabrera y Pedro Pascual son la amenaza agazapada. Invisibles para unas encuestas que tienden a tocar tecla nacional y a infravalorar el voto a los minoritarios -cosas de la demoscopia y las muestras-, creen que consolidarán su escaño. No solo eso. En 2019 obtuvieron 9.455 votos con un 72% de participación. Ahora sueñan con alcanzar los 14.000 votos... Con una participación que puede rozar el 60%, aseguran. Y lo justifican con el ejemplo de las europeas de 2014, unas elecciones sin 'urnas de acompañamiento' municipales, autonómicas o generales. La participación en Ávila, que registra una alta afluencia habitualmente, fue entonces de un 51%.
Eso les supondría ocupar en buena medida el escenario dejado por Ciudadanos, que se quedaría a cero después de haber conseguido en 2019 más de 12.000 votos. Y en ese caso faltaría por sumar a la ecuación lo que pueda subir Vox, que en los últimos comicios se quedó muy lejos de los escaños, con poco más de cinco mil sufragios.
Si repetir el 3-2-1-1 de 2019 sería un varapalo para los de Fernández Mañueco en una de sus provincias granero, acabar con un 2-2-2-1 supondría toda una debacle. Los dos procuradores del PSOE se dan por supuestos porque es la cifra obtenida por los socialistas desde 1983. Por Ávila y Vox aspiran a conseguir uno seguro y a pugnar por el segundo. El PP tendrá que absorber todo el voto de Ciudadanos y desmigar el apoyo de Por Ávila si quiere volver, como mínimo, al 4-2-1 que le reotraiga a los tiempos de la placidez electoral.
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