Democracia es mucho más
La audiocarta del director ·
«La incertidumbre de este domingo, quizás con mayor intensidad o velocidad de lo previsto, era lo que cualquier castellano o leonés informado y formado podría prever»La audiocarta del director ·
«La incertidumbre de este domingo, quizás con mayor intensidad o velocidad de lo previsto, era lo que cualquier castellano o leonés informado y formado podría prever»Acostumbramos a etiquetar jornadas electorales como la de este domingo con expresiones del tipo 'fiesta de la democracia'. En realidad, ya hace muchos años, desde que el bipartidismo quedó superado por su pose de indolencia y el descrédito, los días de elecciones se viven en las sedes de los partidos como una película de Hitchcock. 'Ruido de cisternas', titulaba con retranca mi admirado Luis Cañón en su columna de El Norte de Castilla.
Publicidad
Demos por bueno, no obstante, que lo del 13-F es una celebración de la democracia, de la libertad, de la igualdad, o sea, un gesto colectivo y compartido que, a través de la aritmética, habla de qué somos y cómo nos tratamos como sociedad; de dónde venimos y hacia dónde vamos. Como diría 'Santa', el inimitable protagonista de 'Los lunes al sol', las elecciones muestran que, al menos en eso, estamos juntos. «Porque cuando no estamos juntos nos joden», decía. ¿Quiénes? Los que no creen en un estado social y de derecho que, al menos en días como hoy, nos permite hacer algo de provecho juntos y en paz. Un ciudadano, un voto. Maravillosa simpleza.
Pero lo de este domingo no es lo único que vale en democracia. Ni siquiera es lo más importante. Al revés, representa solo un punto de partida. Es como tener un hijo. Lo más importante viene después. De hecho, hay tantos modelos electorales basados en el gobierno de las mayorías como países democráticos. Lo decisivo, lo que sí une a todos esos modelos, es el respeto a un sistema de equilibrios de poder, una opinión pública capaz de expresarse y criticar en libertad, una cultura del respeto a las minorías, el imperio de la ley y altas dosis de sentido común para que el poder ejecutivo responda a los intereses generales de la voluntad popular de la que emanan, no a los particulares ni de partido. Ni más ni menos, lo que defiende nuestra Constitución.
Es en lo que deben ponerse a trabajar desde el lunes los procuradores electos en Las Cortes de Castilla y León y los grupos políticos que formen nuestro arco parlamentario. Los 81 deben sacar adelante un gobierno que aporte normalidad, consenso y estabilidad, toda vez que, por el simple hecho de que sea designado por los cauces reglamentarios, tendrá la máxima legitimidad. Los castellanos y leoneses elegimos este domingo a 81 procuradores que, después, deberán pactar, antes del 25 de mayo como muy tarde, la designación de un presidente o presidenta con más síes que noes. Pero nuevamente no será ese acto lo importante, sino todo lo que conduzca a él: qué va a hacer esa máxima autoridad del Estado en la comunidad, cómo lo va a hacer, para qué, con qué apoyos y en qué condiciones. Los sondeos prevén un reparto complicado, sin una mayoría absoluta clara. Será pues necesario dejar espacio a las cesiones, la generosidad, el sentido común…
Algunas de las razones que nos han llevado hasta aquí, al margen de las puramente procedimentales y las que nos haya querido vender cada actor político, tienen relación precisamente con una mediocre gestión del pacto de PP y Ciudadanos que alumbró el actual gabinete de Mañueco. Convendría que nuestros líderes no se dejaran llevar, por lo tanto, por el grueso análisis que han desplegado las tertulias madrileñas de estas semanas. Esto que tiene entre manos este domingo la vecindad de Castilla y León no es ninguna sorpresa. No hay giros repentinos, no hay tendencias inesperadas… Esto, quizás con mayor intensidad o velocidad de lo previsto, era lo que cualquier castellano o leonés informado y formado podría prever. En este diario han sido muchos los artículos publicados que han venido anticipando un escenario así, aunque no hayan sido tenidos en cuenta. Sirva apenas una pincelada: el pasado 9 de septiembre, hace cinco meses, publicaba un artículo titulado 'Adelanto electoral, cuanto antes' en el que avisaba de que «Mañueco debería saber que si ya se da por hecho que habrá un adelanto antes de marzo, cuanto más tarde en practicarlo más riesgos asume».
Publicidad
Ojalá todos hayamos aprendido la lección. Y ojalá, en favor de la salud de nuestra democracia, nadie cometa el error de culpar a la prensa, a los sondeos ni a cualquier otro intermediario social de ningún mal resultado. Es lo fácil. Es lo inútil. Es lo mediocre. Es, en el fondo, lo que menosprecia más crudamente el valor de la democracia y la soberanía de una ciudadanía libre, adulta y responsable.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.