El último minuto resumió todo el debate. Mañueco sabía que debía evitar grandes errores y rentabilizar su acción de gobierno, sin entrar en gresca constante con Igea.
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Así que lanzó sus medidas estrella y dijo que tenía capacidad para llevarlas a cabo. Y ganas. Pero ... su entusiasmo resultó tibio. Tudanca estuvo demasiado centrado en su labor como líder de la oposición y la clave residía en poder visualizarle como presidente. Nos recordó la importancia del cambio, permanentemente, pero insistió menos en cómo gestionaría esa mayoría. Igea habló desde la seguridad de quien conoce bien a su objetivo a batir y nos advirtió que debíamos elegir entre la mentira o la honestidad.
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El Norte
Los grandes valores, cuando se usan en comunicación política, deben ir acompañados de medidas rotundamente concisas, siempre. No ha habido un claro perdedor, pero necesitamos un ganador. Un ganador auténtico, además. Casi nada.
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