Castilla y León quita presión a Moreno

Hasta que la fallida moción de censura en Murcia trastocó el calendario electoral previsto, Andalucía estaba llamada a ser el laboratorio de la política española, la comunidad en donde iba a conocerse por primera vez la reacción de los votantes a la nueva realidad marcada ... por la lenta salida de la pandemia, la conversión de Vox en la tercera fuerza política nacional y la viabilidad política de Ciudadanos tras el hundimiento electoral de 2019. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, venía recibiendo presiones del líder de su partido, Pablo Casado, para disolver el Parlamento y aprovechar el impulso que le vaticinaban las encuestas, donde el PP aparecía en condiciones de infrigir al PSOE una derrota histórica en su feudo del sur, lo que, según sus planes, debilitaría a Pedro Sánchez de una manera decisiva. Moreno, sin embargo, tenía otros planes. Su estrategia, calcada de la que en su día aplicó José María Aznar desde La Moncloa, consistía en acabar la legislatura con un perfil moderado que priorizara la gestión de los asuntos fundamentales y no propiciar un adelanto electoral. Sin embargo, el panorama dio un vuelco con el adelanto electoral en Murcia y, posteriormente, en Madrid. Andalucía dejó de ser el potencial laboratorio de pruebas y con ello las presiones de Génova sobre Moreno menguaron. Esta situación se ha profundizado ahora con la convocatoria en Castilla y León. Hasta ahora, el presidente de la Junta no ha dado muestras de que tenga intención de seguir los pasos de sus compañeros a pesar de haber perdido el apoyo parlamentario de Vox. A pesar de denunciar la 'pinza' que, asegura, ejercen sobre su gobierno el PSOE y el resto de la izquierda por un lado y Vox por el otro, Juanma Moreno mantiene su intención de aguantar, al menos, hasta el verano antes de apretar el botón electoral. Sin embargo, será clave en su decisión final lo que suceda en Castilla y León, que ha pasado a desempeñar, inesperadamente, el papel de laboratorio de la política española.