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El mapa municipal que dibuja la distribución de la ciudad en barrios y distritos presenta el centro como una maraña de líneas, una red llena de fronteras invisibles que separan, administrativamente, San Pablo de San Nicolás, la Universidad de San Miguel, la Antigua del casco histórico o el Campo Grande de Caño Argales.
Una macrozona en la que residen 37.270 vallisoletanos y que se enfrenta a una paradoja. Por un lado, es un barrio invisible. No cuenta con la definida delimitación espacial ni con la conciencia de pertenencia que se tiene en otras zonas de la ciudad (como Delicias, La Victoria o Parquesol). Y en muchos casos, tampoco las dotaciones. Pero, por otro, es el barrio de todos, el más visitado por el resto de vallisoletanos, que reclaman para el centro medidas que en otras zonas pasarían por alto.
En este barrio que no es tan barrio, uno de cada tres vecinos tiene más de 65 años (el porcentaje sube hasta el 38,1% en el entorno de San Miguel) y apenas el 13% de sus habitantes son jóvenes que no han cumplido los veinte aún. Fue, además, la zona de la ciudad donde el PP obtuvo sus mejores resultados en las pasadas elecciones municipales de 2019, con el 44% de los votos.
Las peticiones vecinales
«En las reuniones de la federación [Antonio Machado], los compañeros de otras asociaciones me dicen: vosotros no os quejéis, que en el centro tenéis de todo. Y ya me gustaría a mí tener lo que hay en otros barrios», asegura Teresa García, presidenta de la asociación vecinal Caño Argales. Y empieza a contar: «Para la piscina, tengo que ir hasta Pajarillos. Para teatro, al de Bailarín Vicente Escudero. Salvo el Campo Grande, no tenemos zonas de columpios y muy poquitos árboles». «Más allá del arreglo de una calle, de la colocación de un banco, cuando desde el centro pedimos infraestructuras importantes, la respuesta siempre es: no hay sitio», cuenta García, quien entiende que ahora se brinda una «oportunidad única» para el centro.
«Hemos pedido un centro integrado en la antigua parcela de Cáritas, entre Simón Aranda y José María Lacort. Nos hace falta un centro cívico. El del Campillo es muy pequeño, se ha quedado obsoleto. La sala polivalente (la más grande) siempre está ocupada y no tenemos salón de actos». Y junto a esto, una biblioteca municipal más enfocada hacia adultos y un centro de mayores, «como el de San Juan», porque recuerda García, «este es un barrio muy envejecido». Para intentar revertir la situación, desde la asociación Caño Argales proponen «medidas que permitan el acceso a la vivienda a familias jóvenes, ya que en esta zona los precios están disparados y los alquileres altísimos». Y respecto a la conexión con el otro lado de las vías (hacia Delicias) tiene clara una cosa: «Más allá de soterramiento o integración, los terrenos que queden liberados deben ser aprovechados al máximo por los vecinos de ambos lados de la vía».
«El gran caballo de batalla del centro es el aparcamiento», dice Fabián Díez, portavoz de los comerciantes de la calle Mantería. «La gente que vive en el centro tiene una edad avanzada y una capacidad de consumo pequeña. El comercio necesita atraer clientes de otras zonas de la ciudad y de los municipios del entorno. Y para eso, hasta que no se busquen alternativas, el coche es fundamental», cuenta Fabián, quien reconoce que, en el caso de la calle en la que trabaja, hay oferta de estacionamiento: en la plaza de España o El Campillo («aunque en determinados momentos se quedan cortos»). «Hace unos días estuve de viaje en Atenas. Allí cogen el coche para todo. Era tremendo. Los veías aparcados encima de las aceras. Un desastre. No quiero esa ciudad. Pero hay que dar más facilidades con las alternativas, como con el autobús», dice Díez, quien subraya otras ventajas de Valladolid, como su limpieza («bastante buena en general») y seguridad. «Y habría que mantener y extender las campañas de apoyo al comercio, en un momento en el que los cambios de hábitos de consumo influyen mucho».
Raquel Castaño también es una comerciante del centro, vinculada a Fecosva, que pone el foco en la movilidad. El anuncio de la creación de una zona de bajas emisiones (que limite el acceso en coche privado a la almendra central) levanta incertidumbre cuando no críticas. «Si se quiere cerrar, tiene que haber alternativas previas, que hoy no existen. Valladolid no tiene la oferta de transporte de Madrid. Los clientes te lo dicen: que se van antes a una gran superficie que al centro en autobús. Tendría que haber una gran oferta de aparcamientos disuasorios en varios puntos de la ciudad conectados con lanzaderas rápidas que conectaran con el centro. Si no quieres que vengan coches, tienes que dar facilidades», defiende Castaño, quien propone además la creación de bonos con ofertas especiales en aparcamientos subterráneos («como el de Isabel la Católica»). Y critica la implantación de medidas que «dificultan el tráfico». «En López Gómez, por ejemplo, vas en caravana y al lado ves un carril vacío sin bicis ni autobús». También reclama un refuerzo del servicio de recogida de cartones: «Siempre están hasta arriba. No solo por el comercio, sino también por los vecinos, que con las compras por Internet cada vez generan más».
Otra reivindicación «fundamental» para el centro es la lucha contra el ruido. «Es necesaria la conciencia de la ciudadanía y de la hostelería para acabar con este problema, que no es un capricho, sino una cuestión de salud», afirma Jesús Guinea, de la asociación de vecinos zona centro. «Hay que comprobar que se cumplen las medidas adoptadas [El Ayuntamiento reconoció en marzo a San Miguel como zona acústicamente saturada]», dice. «Cada zona tiene unas necesidades concretas y especiales. Coca es más ruido de tarde y de terraza y San Miguel de 'after'. Hay que tomar medidas también en Macías Picavea, una zona realmente degradada». E insiste en afrontar la regulación de negocios como «las bagueterías, que tienen licencia de panadería y abren por la noche y de madrugada». Desde el colectivo piden «aumentar el control policial en la apertura y cierre de establecimientos, más presencia en la calle» y más batidas de limpieza, «sobre todo los fines de semana».
Programas electorales
Entrada en vigor de la zona de bajas emisiones
Nuevo sistema de iluminación de la Casa Consistorial y San Benito
Nueva iluminación de la Plaza Mayor.
Nuevo Teatro Lope de Vega
Pasarela peatonal y para ciclistas entre la avenida de Salamanca e Isabel la Católica, a la altura de Mariano García Abril y San Quirce.
Reurbanización de López Gómez.
Ampliación del aparcamiento de Isabel la Católica
Parkibici en las antiguas galerías López Gómez.
Obras en Mantería y Torrecilla.
Cubierta del patio de San Benito
Reforma del mercado del Campillo.
Centro de vida activa en José María Lacort, con un nueva biblioteca municipal.
Nueva dependencia policial y centro cívico polivalente en la parcela municipal situada junto al edificio de Cáritas (centro de mayores, de día, biblioteca y «estudiaremos la ejecución de una piscina municipal cubierta»).
Red de calor alimentada por biomasa para la zona centro.
Replanteo del diseño de la Zona de Bajas Emisiones, «reduciéndola a la mínima expresión que permita la ley. Su puesta en marcha debe ser coordinada y consensuada con los agentes económicos y sociales y con los vecinos».
Programa de aparcamientos públicos en los accesos de la ciudad. Ampliación de Isabel la Católica, en el solar de los talleres de Renfe, en la zona de la calle Maldonado y la plaza de San Juan. Estudio de nuevos aparcamientos disuasorios en torno al centro.
Remodelación y mejora de la plaza de las Brígidas y San Pablo.
Mejora de la pavimentación de la calle Santiago y las vías perpendiculares. «Daremos un tratamiento adecuado a las calles peatonales pintadas y solución a los toldos vegetales de la calle Santa María».
«Corregiremos los carriles bici que están mal diseñados o son peligrosos, como el del paseo de Isabel la Católica. Eliminaremos los problemas de tráfico en la calle López Gómez».
Nuevo centro cívico para la zona centro. Dotación de un nuevo centro cívico, en sustitución del obsoleto centro cívico Campillo, para la zona centro de la ciudad, en la parcela entre las calles José María Lacort y Simón Aranda».
Apoyo a la cultura local. Impulso del Centro de Iniciativas creativas GaleríasVa de López Gómez como espacio integral de trabajo, creación y exhibición.
Oficina presencial de tramitación administrativa. Puesta en marcha de una oficina presencial de apoyo a la relación de la ciudadanía con la administración, en paralelo al despliegue de la administración electrónica accesible universalmente.
«Neutralización de los riesgos para el comercio, las familias y la movilidad en general reduciendo la Zona de Bajas Emisiones a las calles peatonales».
«Implementaremos el concepto de zona comercial abierta para que la experiencia de compra en el comercio de proximidad sea comparable con la de las grandes superficies comerciales. Para ello, promocionaremos actividades de ocio de calle en las inmediaciones de estas zonas, modernizando su mobiliario urbano, y apoyaremos al comercio en su digitalización y en la mejora de su imagen hacia el cliente».
Centro cívico, centro de día y biblioteca en la parcela de la calle José María Lacort.
Parque infantil en la plaza de Portugalete
Impulso del comercio, «dando salida a los locales vacíos y su cesión a emprendedores»
Filmoteca de Castilla y león en el Teatro Lope de Vega.
Impulso del proyecto de la Ciudad de la Justicia.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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