Puente: «No sé si seré capaz de estar en la oposición después de ocho años de alcalde»

Óscar Puente sale con una sonrisa amarga, de derrota ya confirmada, cuando acaban de dar las once de la noche y el recuento de los votos certifica que ya no será suyo el bastón de mando municipal. Ha perdido la Alcaldía de Valladolid. Pero en la sede del PSOE, los militantes le reciben con un «Viva el alcalde» que es a la vez grito de ánimo, rabia y desesperanza.

«Viva el alcalde», le jalean casi un centenar de militantes e interventores, recién llegados de esas mesas electorales que han convertido al PSOE en el partido más votado de Valladolid, pero sin posibilidad de formar Gobierno. «Sí, los más votados, pero no hemos ganado las elecciones», dice Puente, convencido de que es dificil sobreponerse «a una ola de estas características», a un bólido (pilotado por Pedro Sánchez), a un «factor externo» que les ha «sacado de la carrera».

«Yo pertenezco a un partido del que me siento muy orgulloso, que me da muchas cosas y que a veces me las quita. La dinámica nacional ha arrollado a un gobierno que estaba bien valorado por la ciudadanía. Estoy satisfecho con el trabajo realizado. Me voy convencido de que los ciudadanos valoran positivamente nuestro trabajo. Estoy tranquilo. Me hubiera dolido más haber perdido por errores propios. Pero asumo las dinámicas nacionales, sobre todo en las ciudades de más de cien mil habitantes», dice Puente, quien subraya que una situación así ya la vivió en 2011, cuando en el conjunto del país se resquebrajaba el PSOE de Zapatero y los socialistas perdían cuatro concejales en Valladolid.

«No culpo a ninguna dinámica local de lo que ha pasado. Cuando has perdido las elecciones a nivel global por medio millón de votos, gobernar en Valladolid era muy complicado«, reconoce Puente, quien asegura: »Dentro de lo que cabe, hemos aguantado el tipo bastante bien«. Pero no ha sido suficiente. Sobre todo, porque sus socios de Gobierno, Valladolid Toma la Palabra, se han quedado en dos concejales.

«Me ha sorprendido, los veía fuertes, sólidos. Pensaba que aquí la dinámica de Sumar les iba a funcionar. Pero no ha sido así. Esa parte de la izquierda no termina de empastar. Hay una lucha entre el alma práctica que quiere hacer cosas, que quiere construir, con una cara amable y luego está el alma más subversiva», dice Puente, que comparece ante la prensa después de haber hablado con María Sánchez, de VTLP: «Están muy mal, están abatidos. De alguna manera es inevitable que se sientan responsables en parte de lo que ha pasado. Pero no deben hacerlo. Tanto María como Alberto Bustos han sido dos concejales óptimos».

Confiesa Puente que desde muy temprano supo que la cosa estaba difícil. «Cuando afloraron las primeras encuestas a pie de urna, le he dicho a mi equipo: si sobrevivimos a esto va a ser una proeza. Y hemos estado a puntito. Pero sostener el gobierno era muy difícil». La esperanza en la sede del PSOE se mantuvo hasta más allá de las diez de la noche. Pero, cuando con el 53% escrutado ya se apuntaba al vuelco electoral, los caras comenzaron a mutar. Los militantes que llegaban a la sede, lo hacían con el espíritu de quien se apunta a una fiesta que se acaba. De repente, los bocadillos se quedaban fríos (los había de tortilla, lomo y jamón) y la cerveza, caliente, sin espuma, como servida de un grifo que ya no tira.

«Siento mucho no poder terminar los proyectos que teníamos entre menos. Espero que la persona que esté al frente de la Alcaldía pueda hacerlo, le echaremos una mano en lo que podamos. Pero seremos muy exigentes con las promesas a las que se han comprometido, aunque no soy nada optimista de que lo consigan», apunta Puente, quien saca pecho del legado («dejamos la PP dos fábricas a punto de llegar, los Goya, 120 millones de fondos europeos; lo tienen estupendo») y teme un viraje en el modelo de ciudad en el que ha trabajado durante los últimos ocho años. «Todos los avances de movilidad corren riesgo. El temor a un retroceso en el modelo de ciudad es evidente, pero hay que ser respetuoso con la democracia. Los ciudadanos no han protegido ese modelo de ciudad. Al final, es la democracia y hay que respetarla«.

Y no solo, apuntan desde su equipo, visiblemente afectado, emocionado. «Lo primero que van a hacer es desmontar la concejalía de Igualdad», lamenta Vicky Soto, concejala de esta área. También Rafi Romero, de Acción Social, teme que la alianza PP-Vox impacte en los más desfavorecidos: «Las políticas de migración, la cooperación internacional...». «Van a replicar en Valladolid el modelo de la Junta», asegura Pedro Herrero, convencido de que la primera exigencia de Vox para formar gobierno municipal será la presidencia de la Diputación. «Y el PP se la va a dar», vaticina.

¿Y el PSOE? ¿Cómo queda ahora el PSOE en el Ayuntamiento? De momento, se barruntan cuatro años de oposición «exigente». «Tomáre mi acta de concejal. No creo que sea edificante lo que vivimos hace ocho años, que le alcalde saliente no esté. Hay que estar, ser respetuoso y trabajar para la ciudad».

¿Y estará Óscar Puente al frente de la oposición esos cuatro años? «Inicialmente sí, vamos a ver luego cómo van las cosas. Veremos. No sé si seré capaz después de haber sido alcalde ocho años de estar ahí. En función de los primeros compases del Gobierno, veremos lo que hacemos», dice Puente en esta sede del PSOE donde esta noche, después de dos mandatos de poder municipal, comienzan a decir adiós a la Alcaldía. Entre lágrimas, aplauden y gritan: 'Viva el alcalde'. «Así es la vida, así es la política. A veces se cae uno y hay que saber levantarse. Nos levantaremos», remacha Puente en esta noche electoral con ecos de final de etapa.