La calle Santiago, alfombra comercial, era a esa hora (19:30) un santuario de peregrinación de consumidores ávidos de gangas y versiones 2.0 promocionadas por influencers e instagramers. Punto de encuentro de jóvenes en busca del 'selfie' de turno, familias en plácidos paseos y ... hombres y mujeres de negocios que desconectaban la jornada de camino a casa. Y ahí, en medio de la turba, un Juan Vicente más Herrera que nunca sacaba su lado más comercial y ofrecía el producto simbólico a los vallisoletanos. «¿Conoce usted a Pilar del Olmo?, pues será la próxima alcaldesa de Valladolid», espetaba el presidente de la Junta mientras atraía con su mano a la cabeza de lista y consejera de Hacienda en su Gobierno. «¿Qué tal están?», repetía Del Olmo, vestida de sí misma, bandolera de Adolfo Domínguez acorde con la zona comercial y un color de piel a juego con las horas de calle que viene pateando.
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Que nadie se quede sin el abrazo cuando se trata de un paisano burgalés, sin el beso para esa mujer que le dice que como él ninguno y sin el 'pai-pai' para la señora que se declara votante del «mejor partido» por siempre jamás. «Pero el abanico no es tan bueno como la candidata, que es la mejor», precisaba Herrera mientras se lo entregaba con su tono campechano. Porque el presidente de la Junta, que firma en parte la autoría de quien animó a Del Olmo a dar el salto a la política municipal, arrimó el hombro y apoyó a quien «va a ser alcaldesa porque está capacitada y cualificada, por encima de otras personas», dijo rotundo. Y ahí estuvo, participando en un «campañón a la antigua usanza» con el que se mostró seguro de que Pilar del Olmo cautivará a los vallisoletanos, recorriendo el centro de Valladolid, que aunque es feudo del Partido Popular, en este 26M todos los votos se buscan.
Le esperaba un hostelero y youtuber comprometido con la tierra –suyas son algunas de las críticas más visualizadas contra Cataluña–, tras el 'canutazo' que Herrera ofreció a los medios de comunicación para «piar» sobre esta campaña. «Presidente, no sabía yo que se retiraba», le comentó el joven . «Hay que saber también retirarse, han sido 18 años...», respondía Herrera, quien tras una breve conversación le pedía a un miembro de su equipo que anotara en su agenda una visita la próxima semana a la bodega que este joven regenta en Valladolid.
Enfilaba acto seguido Herrera la calle Santiago inyectando 'flow' a una candidata que ayer lucía optimismo y dibujaba sonrisas. «Es que voy a ganar», le decía a una señora que le deseaba «toda la suerte del mundo». ¿Por qué? Herrera tenía la respuesta. «Porque es un lujazo tener una alcaldesa así. Está haciendo una campaña cargada de garra, de convicción, de cercanía, demostrando ese talento dialogante. Ha salido a ganar, a ofrecerse», defendía un entusiasmado líder de Castilla y León.
Cuatro pasos más y de nuevo a pararse. «¡Hombre, el mejor presidente!», se detenía Lina Martínez. «¡Y el único!», replicaba con sorna. «Ni le hemos tenido, ni le tendremos jamás», incidía la mujer ante la sonrisa de Pilar del Olmo. «Andaaaaa, que eso se lo dirás a todos», contestaba Herrera mientas le agarraba cariñosamente por los hombros. Y el mensaje sobre la mejor candidata volvía de nuevo a la conversación de Herrera. «De verdad, es la mejor, grandísima persona y mejor gestora», insistía.
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En casi una hora de recorrido, Herrera y Del Olmo, que ayer formaron la escueta comitiva de campaña –junto a algún miembro más de su lista– no fueron capaces de completar toda la calle Santiago. Misión imposible; abrazos a Mercedes Cantalapiedra, la concejala, fotos de recuerdo con la peluquera María Luisa Sicilia –«esta sí que es la famosa», puntualizaba la candidata–, saludos a familias completas que encontraban sus orígenes en el ribereño pueblo de Padilla de Duero y hasta un encuentro más inesperado con conocidos de su pueblo, de Valbuena. Y ahí, cuando parecía que encontraban el camino despejado para alcanzar la Plaza Mayor, un minialtavoz colgado de una mochila con música electrónica interrumpía a la comitiva. Herrera se giró y se dirigió a los dos jóvenes que caminaban con ritmo; «¿Nos dais la marcha que nos falta?, que somos unos puretes», les dijo. Y entró en escena Pilar del Olmo para repartirles su programa y un globo azul con las siglas del PP para cada uno. «¡Venga chicos, gracias!», se despidió Herrera, con 'flow', con transmisión y emoción, confiado de que los buenos augurios les dará la razón. «Un lujazo, Pilar, un lujazo».
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