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Unai Sordo es una de esas personas de verbo fluido que miran a la cara del interlocutor no con el fin de convencerle –aunque, si puede hacerlo, mejor– si no, precisamente, por la creencia en aquello que representa. El secretario general de Comisiones Obreras desde 2009 volvió a mirar a los ojos de otros agentes sociales como son empresarios y políticos en el Foro Económico con el que El Norte de Castilla cerró el curso. Así, con la firmeza de la palabra y de la mirada, captó la atención de un público que le escuchó convencido del proceso de reindustrialización que ha de afrontar nuestro país y dudar de que sea España sea capaz de abordar el tránsito hacia una nueva economía tal y como, a su juicio, es debido.
En su opinión, España atraviesa «un momento de oportunidad, de riesgo y de incertidumbre», en el que debe postularse a favor de un cambio en el desarrollo de su economía aprovechando el reto de una revolución que puso por encima de la industrial o de la neolítica, y que tiene que ver con la tecnología, con la digitalización y con las energías limpias, entre otros aspectos. «La transformación energética es una doble oportunidad: por un lado, como ha quedado claro con la invasión de Ucrania, hay que desarrollar independencia en esta materia, y por otro, hay que ver en estas nuevas formas de energía una posibilidad de reindustrializarse, ya que esa energía tiene que generarse en algún sitio», valoró. Y España, con la potencialidad de la energía solar o de la eólica terrestre, puede ser el lugar.
Sordo aboga por aprovechar tanto esta cuestión como «el cambio del modelo de movilidad» en el entorno europeo para cambiar el tradicional modelo económico y reindustrializarse, dando al tejido productivo alternativas como una que ejemplificó a raíz de una visita que realizó a una empresa que antiguamente hacía televisores y ahora ha cambiado su actividad por la creación de elementos de valor añadido de automóviles como pantallas colocadas en retrovisores. Pero abordar estos cambios no depende solo del empresario y del empleado: es necesario poner en sus manos «ayuda, porque el tejido de pymes y micropymes carece del músculo financiero que se necesita para esta transformación», como ha constatado el éxito cosechado por los Fondos de Recuperación, que se han convertido en una biela de dicha transformación.
De esta manera, igual que la percepción del líder sindical es que «hemos pintado poco durante los últimos siglos en las revoluciones industriales», por mor del desarrollo industrial «periférico y muy mejorable» que históricamente ha tenido nuestro país, donde la competitividad se había sustentado «en el aprovechamiento del espacio físico y de las particularidades climáticas, de la baja fiscalidad y de unas relaciones laborales marcadas por los bajos salarios y la precariedad», por medio de este proceso transformador, España podría enfrentarse con mayores garantías a cuestiones ya cronificadas como el paro, el paro juvenil o la temporalidad, abordadas desde la crisis provocada por la pandemia con políticas que se podrían considerar disruptivas dentro del marco histórico estatal.
Mientras en anteriores disyuntivas se había optado por los despidos, tal y como recordó Unai Sordo, en la última «se sujetó el empleo a través de la figura del ERTE», evitando el incremento del paro que se podría haber dado. «Otra secuencia muy interesante ha sido la reforma laboral aprobada, las medidas drásticas de la reducción de la temporalidad o la subida sin precedentes del salario mínimo interprofesional. Si en 2017 hubiéramos preguntado qué pasaría en España si se redujera a la mitad la tasa de temporalidad, se aumentara el salario mínimo en un 47% y se socializaran puestos de trabajo en un contexto económico como el que vivido, pensaría que nos íbamos a arruinar», en lugar de aumentar en la manera en que lo ha hecho el número de cotizantes, las contrataciones y su mayor carácter indefinido, así como de aumentar el tamaño medio de las empresas de 10,5 a 11,4 empleados de media, mejoras todas que han bebido de los acuerdos alcanzados por el diálogo social que incluye a los sindicatos. «Hemos cambiado algunas inercias de nuestra economía, perversas y que hacían que fuéramos un país 'low cost', aunque todavía queda mucho por hacer», aseveraba el secretario general de CCOO.
Sin embargo, «no está claro que vayamos a ser capaces de aprovechar todo esto, ya que existe una cierta añoranza por parte del entramado político, mediático y económico de la austeridad, que nos podría poner en serios problemas», lamenta Sordo. Frente a la tendencia marcada por esa mayor inversión pública desde Europa, que, tal y como lo está haciendo el pacto industrial verde, ha favorecido una recuperación temprana de la economía, reducir la inversión, cosa que algunos demandan, «nos abocaría a entrar en una zona de riesgo». «Parecía imposible, más allá de que fuera por la propia supervivencia del modelo europeo, una recuperación en el modo en el que se ha hecho. El impulso financiero que han dado los poderes públicos ha sido positivo; reducirlo, puede aumentar las diferencias, las asimetrías y la desigualdad en Europa», advirtió Unai Sordo ante el público asistente al Foro Económico, que contó con el patrocinio de Banco Sabadell, Gullón, Llorente y Collosa como patrocinadores y con MediaMarkt Business Solutions como socio tecnológico.
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