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Ignacio Marco-Gardoqui se define a sí mismo como un pesimista preventivo, a pesar de que en medio de su discurso, en apariencia negativo, tiende a mostrar la creencia de que lo que no va bien en nuestra economía no solo debe cambiar, sino que, además, lo puede hacer. Entre el deber y el poder existen matices que le llevan al recelo, fundamentalmente, respecto de las instituciones, tal y como explicó en el Foro Económico que organiza El Norte de Castilla. «Yo creo que es posible arreglar los problemas que tenemos, que los problemas que tenemos no son tan difíciles si arreglamos los que tenemos de base», afirmó, antes de exponer cuáles son, a su juicio, estos y cuál sería su «terapia».
Comenzando con el ámbito político, demandó «un mínimo de estabilidad» que, no obstante, «no va a pasar por la actual ley electoral, que provoca la fragmentación del Congreso y dificulta las mayorías». En opinión del abogado y economista, la renovación continua de las instituciones ha provocado un escenario «de campaña electoral permanente», por el que los gobernantes, además, miran más al corto plazo que uno que vaya más allá de las siguientes elecciones. Frente a esto, en su opinión, «necesitamos grandes acuerdos políticos» en materias como la educación o como la demografía o en cuestiones como la energía o las pensiones, con el fin de superar ciertos problemas actuales. Descreído, como poco, Marco-Gardoqui recordó que, en España, «para 47 millones de habitantes, tenemos 22 partidos con representación en el Congreso», mientras que en Estados Unidos, donde son 332, «les es suficiente con dos» para prosperar.
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Además de apostar por «políticas grandes», como las definió, el interviniente en este Foro Económico, resaltó como necesidad próxima la de «aligerar la estructura del Estado». «Valladolid está bajo la representación de 27 concejales, 27 diputados, 81 procuradores en las Cortes, 350 diputados, 265 senadores, 705 parlamentarios europeos... Cada uno con su equipo alrededor y con su espacio normativo para que se note su presencia en la sociedad», lamentó, pues las múltiples normas provocan que haya «un mercado fragmentado» que, además, no cree que se vaya a solucionar, «porque nadie se va a hacer el harakiri».
Además de reducir este peso, para Ignacio Marco-Gardoqui es necesario «reorientar la acción de las administraciones», que en la actualidad se centran «en los efectos de la crisis, en lugar de en las causas». «Cuando la Administración ve un parado, no le busca un empleo o le facilita el entorno: le da ayudas. No nos podemos enorgullecer de dar cinco millones de ayudas, hay que enorgullecerse de dar trabajo a dos millones de personas, porque repartir el dinero que no es de uno es lo más fácil que hay. Hay que cambiar el foco y ponerlo en el defecto», dijo, dirigiendo su crítica a las políticas del Gobierno.
La generación de puestos de trabajo, partiendo de ese 'Dorado' que es acabar con el paro, es fundamental para su reducción drástica, puesto que «con un millón y medio más de trabajadores habría más consumo, más ingresos fiscales y se solucionarían muchos de nuestros problemas». Esto se ha intentado hacer a partir de la creación de empleo público (hasta un 60%), algo de lo que lo que el columnista económico de Vocento no es partidario. Mas al contrario; para él, «hay que reducir el peso del Estado» y evitar «la tentación irresistible para el político» de emplear a sus amigos. «Lo que hay que hacer es crear empleos productivos», apostilló Marco-Gardoqui, quien recordó que, «con un récord histórico de ingresos, en los presupuestos del año que viene va a haber un déficit» que situó por encima del 4,5%, superando la optimista previsión de 3,9% que hace el Gobierno.
Con todo, la conclusión que extrae de la actual situación el economista es que «nuestro problema es social, más que económico», por lo que cree que se debería hacer mayor pedagogía social. «Hemos conseguido convertir todos nuestros deseos en hechos, pero nuestra sociedad es menor de edad; nadie es responsable de nada, todos queremos un empleo con salario digno, educación y sanidad general y gratuita, vivienda digna, tener una pensión, ser cuidados y atendidos cuando nos hacemos mayores... Que tenemos derecho a todo eso es un debate superado, pero hay que ser conscientes del coste global y de que las cosas, aunque se den gratis, tienen un coste», afirmó.
Una de las materias con las que Ignacio Marco-Gardoqui cree que existe incongruencia en nuestra sociedad es con la energía, ya que «la queremos disponible, barata, limpia y segura, pero no la facilitamos». No en vano, el especialista recordó las dificultades que existen a la hora de poner aerogeneradores en muchos emplazamientos: «No queremos contaminar, pero tampoco queremos desabastecimiento ni energía cara. No queremos energía nuclear, pero tampoco damos permisos para poner aerogeneradores. No somos consecuentes», insistió. Refrendando esto, recordó cómo en España está prohibida por la Ley del Cambio Climático la explotación de las reservas propias de gas y, sin embargo, se compra «mucho más caro a Estados Unidos el suyo, con todo el proceso de envío que conlleva y cuando lo que contamina es quemarlo y aquí lo quemamos» y, por ende, contaminamos igualmente. «Nos estamos pegando un tiro en el pie», concluyó Marco-Gardoqui a este respecto.
En su intervención, Ignacio Marco-Gardoqui mostró su preocupación «por la consideración social», en general, de ciertas profesiones y, en particular, de los empresarios. La ejemplificó cifrando en 52.000 euros al mes el salario de Roque Mesa, futbolista del Real Valladolid, en comparación con los 56.000 anuales que percibe un catedrático, lo que esboza, a su juicio, «el orden de prioridades que tenemos en la sociedad». Al mismo tiempo, recordó que en Estados Unidos «los empresarios tienen calles, plazas, parques y bibliotecas; están muy reconocidos en la sociedad», mientras en España (donde confesó que falta filantropía), existe una imagen de ellos «de ogros sociales, especuladores y maltratadores laborales», algo que, a su juicio, tiene, entre otros orígenes, el señalamiento público del Gobierno. Así, para Marco-Gardoqui, habría que «reorientar la consideración de los empresarios», por su importancia para la sociedad, y «dedicarles más calles», como a artistas o médicos.
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