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Con el lema 'América primero' el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se pone el mundo por montera olvidando que el partido económico se juega por equipos. Algunas de las acciones del mandatario o el contexto económico actual fueron analizados por el economista, ex ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, y actual director ejecutivo del Banco Africano de Desarrollo, Álvaro Nadal, en una nueva sesión del Foro Económico de El Norte de Castilla. La cita, que cuenta con el respaldo de Banco Sabadell, Collosa y Gullón, se desarrolló bajo el título 'Nuevo (des)orden económico mundial basado en viejas ideas'.
Nadal comenzó su intervención repasando cuestiones «de primero de economía» entre las que destacó el concepto de competitividad, que a su juicio se ha diluido en los últimos tiempos en los que el foco se ha puesto en «la inclusión y el cambio climático». En este sentido advirtió que «las economías prosperan por la competitividad. Un país es próspero y rico si fabrica bienes y servicios que el resto del mundo quiere comprar». Partiendo de este planteamiento, señaló que «el eje de crecimiento de un país es su exportación y en España la inmensa mayoría de la exportación la hacen las empresas de tamaño mediano», para a continuación añadir: «por eso, me gusta venir a sitios como este porque es donde me encuentro a este tejido industrial que no es la gran empresa, pero sí la punta de lanza de nuestra economía».
Sobre el juego de los precios afirmó que «una economía es eficiente y mejora si es capaz de intercambiar a precios libres», en referencia a las medidas arancelarias que propone la economía norteamericana porque «en tres meses ha puesto todo patas arriba».
Para poner en contexto hacia dónde camina el nuevo orden económico que impulsa el gobierno de Estados Unidos, hizo un repaso de historia económica sobre las medidas adoptadas tras la Segunda Guerra Mundial en la que Estados Unidos «obtuvo un buen beneficio, pero no excesivo. Soportable para el resto de la comunidad internacional». Una de esas ventajas fue la instauración del dólar como moneda para transacciones internacionales, «ser una moneda de reserva significa que yo soy el banquero del mundo. EEUU compra bienes y servicios sencillamente imprimiendo dólares», apuntó, y en este punto el economista planteó la siguiente cuestión a los asistentes: «¿por qué este señor con pelo amarillo ha decidido poner todo esto patas arriba?»
La motivación de las últimas medidas anunciadas por el gobierno norteamericano en materia de economía internacional apuntan a diferentes teorías que fue exponiendo Nadal Belda, en relación al desarrollo de potencias como China, «que no tardarán en superarles en tamaño de economía» y que abre la puerta a la idea de «jugar a corto plazo y vamos a exprimir el poder económico, tecnológico, financiero y político y militar que tenemos».
Pero mirando al mapa los números indican que la exportaciones de bienes a Estados Unidos representan el 20% en el caso de Europa; el 5%, para España y en torno al 3%, si se trata de Castilla y León. «No nos vamos a arruinar si los americanos dejasen de comprarnos, que no lo van a hacer», apuntó. En este sentido, los mercados exportadores de España se dirigen hacia los países vecinos como Francia, Alemania, Italia, Portugal o Reino Unido, entre otros. Y aunque España es una potencia turística, «en nuestra balanza de pagos las exportaciones de servicios de marketing, ingeniería o logística o consultoría, entre otras, ingresan más».
Por este motivo, el ex ministro recordó que las principales ventas al exterior se concentran en los sectores de bienes de equipo, automóvil, agroalimentario y químico, «todas las aspirinas del mundo se hacen en la fábrica de Bayern, en Asturias», citó como ejemplo. Pero advirtió que «España exporta hoy el 35% de nuestro PIB, España ha prosperado a base de vender y eso va a cambiar».
Ante la incertidumbre del impacto y las próximas decisiones económicas del gobierno de Trump, el economista también habló del desequilibro comercial, la diferencia entre lo que se invierte y se ahorra. «Los americanos ahorran poco pero su Estado nada, y además tienen grandes posibilidades de inversión tecnológica, por lo que si hay mucho donde invertir y poco ahorro, la diferencia son los recursos que obtengo de fuera, que es mi déficit exterior que es lo que dicen que tienen que corregir ».
Llegados a esta conclusión, la solución que plantean los norteamericanos es la imposición de aranceles «con la idea de que comprarán menos de fuera y corregiré este déficit exterior» pero, «el debate académico está totalmente resuelto», en referencia a los economistas británicos Chamberlain y Bickerdike, «sabemos que los aranceles perjudican a los países que los ponen». Sobre esta cuestión concreta, aseguró que «lo primero que tenemos claro es que la política arancelaria de Trump va a dar a la clase media americana y a los consumidores americanos».
Una respuesta, la de las medidas arancelarias, que trae a la memoria el término de Smoot-Hawley, una ley arancelaria de Estados Unidos de 1930, «y ya vimos no solo a nivel teórico sino práctico, que las guerras arancelarias son terroríficas». Sobre la propuesta de Stephen Miran, asesor económico de Trump, destacó Álvaro Nadal la presencia de «errores de concepto tan enormes de confundir IVA con arancel, diciendo que el IVA es un tipo de arancel».
La estrategia actual pasa por la debilitación del dólar, «quieren que bajen los tipos de interés para depreciar el dólar». En esta dinámica de tensar las cuerdas al máximo, según expuso Álvaro Nadal, el as bajo la manga para ejercer presión responde al pensamiento de «nosotros tenemos poder militar y político y si no nos aceptan la depreciación del dólar, metemos más aranceles». Y en esta línea, en el mes de noviembre «ya asumían que las bolsas se iban a hundir, pero que no les preocupa porque quien mueve de verdad el mundo son las tecnológicas». Con este panorama, «Trump quiere emular la política McKinley, –presidente de los Estados Unidos– con aranceles y la toma territorial », concluyó.
Aunque el panorama económico expuesto durante la ponencia no animaba a tocar campanas, el actual director ejecutivo del Banco Africano de Desarrollo quiso dejar claro que «Europa está bien asentada en el mundo con buenos socios comerciales y además la ordenación económica europea tiene mucha disciplina». Con este marco de trabajo propuso: defender el multilateralismo, incrementar los acuerdos comerciales con el resto del mundo y mantener la mente fría en medidas de retorsión y ejercer una protección efectiva. «Los aranceles son malos y nos perjudican, pero no se puede dejar el campo libre sin dar una respuesta».
Asimismo cuestionó la necesidad de los bancos españoles de poner requisitos de capital según Basilea, «que se basa en lo que dicen agencias de rating norteamericanas. Esto lo tendríamos que cambiar». Y en esta línea también cuestionó la aceptación de cotización «en dos bolsas diferentes. Yo no le voy a dar pasaporte a sus servicios financieros en Europa» y alertó de que «debemos prepararnos para una situación en la que ellos tendrán inflación, va a haber fuerte volatilidad de mercados y podemos encontrarnos en una situación de distorsión de nuestro comercio».
En cuanto a las inversiones planteadas para la industria de Defensa «a la que hemos atacado políticamente en España, absurdamente, va a ayudar al desarrollo tecnológico, estoy convencido. Nos va a dar además más capacidad de negociación».
En otro orden de asuntos y tras finalizar su intervención, el ex ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital respondió a las preguntas trasladadas por los asistentes. Sobre las inversiones en África aconsejó que «hay que diversificar, proyectos pequeños y que compensen el riesgo e intentar ir de la mano de organismos multilaterales si es posible».
Y en cuanto a cuestiones nacionales sobre la propuesta de reducción de la jornada laboral fue tajante: «no», para a continuación justificar que esta iniciativa «es mala idea y nos tenemos que acostumbrar a que para que suban los salarios tiene que aumentar la productividad». Y al hilo de esta cuestión se puso también sobre la mesa la eficacia del sistema educativo en relación a la demanda actual del mercado laboral, «necesitamos gente sabiendo matemáticas. Tenemos que producir lo que el resto del mundo quiere y va por ahí, por las nuevas tecnologías» recordó Álvaro Nadal.
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