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Alejandra Kindelán, presidenta y consejera delegada de la Asociación Española de Banca (AEB), ha asegurado esta mañana en el Foro Económico de El Norte de Castilla, en Valladolid, que es necesario «prestar atención« al impacto de la situación económica actual en los entornos más vulnerables. « ... Hay que estar con los mayores, con la España rural, con los hipotecados y con las empresas«, afirmó, advirtiendo, pero huyendo de cualquier tipo de catastrofismo. Y es que, a sus ojos, la situación, por más que la inflación parezca arreciar, acompañada de la subida de tipos de interés, no es para compararse con tiempos de crisis como 2008 o 2012.
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«No es fácil hacer previsiones, pero todos los indicadores las mejoran de cara a este 2023. Los peores escenarios de la guerra o los relativos a los suministros de energía no se han materializado y las autoridades han gestionado las cosas de tal modo que se han mitigado los impactos que se temían. Seguimos teniendo un escenario de riesgos e incertidumbre, pero estamos ante una desaceleración menor de la que preveíamos, y no ante una recesión como la de entonces», ha aseverado Kindelán en el Foro de El Norte, que cuenta con el patrocinio de Banco Sabadell, Gullón, Corporación Llorente y Collosa y que desde este 2023 incorpora a MediaMarkt Business Solutions como socio tecnológico.
En su intervención y en el posterior coloquio, la presidenta de la AEB ha insistido en la idea-fuerza de que en cualquier circunstancia, como compañero de viaje, sensible ante cualquier coyuntura, se encuentra la banca. «Está aquí para ayudar al país, a las empresas y a los ciudadanos», ha recordado.
La firmeza de esta afirmación la sustenta una realidad que anunció: la intención de las entidades bancarias «de mantener las cartillas para los mayores de 65 años. Tenemos más de tres millones de cartillas en manos de estas personas y nadie tiene la intención de retirarlas. Todas las entidades nos están diciendo que van a mantener este producto», recalcó Kindelán, que verbalizó y ejemplificó con las medidas de apoyo a estos mayores. «El esfuerzo del sector y la determinación en ayudar son totales ante las posibles dificultades de atención. Se ha doblado el número de las oficinas con horario extendido y atención preferencial para los mayores, atendiendo en el último año a más de seis millones de personas, y se han resuelto trámites a más de 1,6 millones de personas por teléfono, mediante atención personalizada, y no con robots», agregó la presidenta de AEB.
La preocupación por estas necesidades va de la mano del impulso de la capacitación digital de todos aquellos que desean aprender a utilizar el teléfono o cualquier otro dispositivo electrónico para poder interrelacionarse con su banco, pero también para su día a día, algo que la banca potencia a través de diversos programas. No en vano, en materia de digitalización no hay marcha atrás, y se trabaja en esta, pero también en evitar que exista una brecha digital con aquellas personas «que no pueden o no quieren digitalizarse al mismo ritmo». Por esta imposibilidad o por esta preferencia siguen existiendo alternativas como esas, como la atención extendida o el acompañamiento de voz humano, con las que «se cambió la forma de comunicarse con esas personas«, cuyas necesidades y demandas se atienden. También en la España rural y en territorios como Castilla y León.
Este proceso irreversible afecta, o puede afectar, a zonas despobladas, una circunstancia que las entidades financieras intentan evitar y que requiere «de una colaboración público y privada indispensable». Alejandra Kindelán considera la despoblación «un reto compartido, general y transversal», que en Castilla y León azota de tal modo que un 30% de municipios no tiene bar o centor de reunión social, algo que puede parecer baladí, pero no lo es, al tratarse de un símbolo de socialización y vida. Ciertamente, la crisis de 2008 redujo el número de oficinas y de personas de atención, aunque España sigue siendo el tercer país en densidad de oficinas y el cuarto en densidad de cajeros del entorno europeo. No obstante, la banca se mantiene en la búsqueda de soluciones, «que no pasan por tener cajeros en todos los municipios, sino en tener medidas de inclusión«, como explicó Kindelán. Entre estas, se encuentran los acuerdos con Correos para que en pequeños municipios el cartero rural pueda ser quien entregue efectivo.
El optimismo que pudo referir en sus palabras la presidenta y consejera delegada de la Asociación Española de Banca puede no ser compartido si uno piensa en los recientes índices de inflación o en las subidas generales de la compra, de la energía o de las hipotecas. Sin embargo, ha detallado, la banca trabaja para aliviar la subida de tipos de interés y combatir todo lo anterior. «La inflación es el gran reto y el enemigo a batir, donde hay que poner todos los esfuerzos, porque, en caso contrario, las restricciones monetarias y los tipos de interés se van a mantener a los niveles actuales», ponderó Kindelán, que comentó algunas de las medidas que las entidades barajan incluso de manera preventiva, para aliviar los bolsillos de sus clientes. «No tenemos muchos hogares vulnerables que están viniendo a pedir una solución, pero se va a tener una especial atención a aquellas familias cuya situación se ve ya apretada por la subida de los precios con facilidades como la extensión del préstamo», indicó.
Aunque el marco hipotecario «se va a endurecer, algo que va en sintonía con el entorno de desaceleración económica y con la subida de los tipos de interés», existe el convencimiento de que este se puede aliviar mediante acuerdos con el Gobierno. En cualquier circunstancia, «la morosidad se encuentra en mínimos en estos momentos, y esa es la mejor señal de que las familias no tienen problemas en estos momentos o de que los bancos están resolviendo los problemas y sabiendo adaptarse a la situación financiera de las personas», destacó la especialista, que considera que «el sector está asumiendo costes a sabiendas de que hay que ayudar el hombro y de que es bueno dar confianza al deudor».
Esa confianza, ha lamentado, no la ha encontrado el sector bancario en el Gobierno de la nación con el impuesto a la banca, con el que pretende recaudar tres mil millones en dos años, «tres mil millones de potencial inversión que se restan a la banca y quitan capacidad de prestar». En opinión de Kindelán, «ningún país ha incluido un impuesto como este», que supone «una doble imposición, porque el impuesto de sociedades ya incluye gravámenes aquí incluidos. La idea o la justificación de la proposición es que hay beneficios extraordinarios en la industria, cuando lo que está habiendo es un proceso de normalización de rentabilidad después de diez años de tipos de interés 0 o negativo, y, además, el Gobierno está recordando el rescate al sector, cuando no es tal: se rescató a entidades concretas y las entidades que están vivas y activas pusieron de su parte para ese rescate. Es un impuesto injusto, que nos genera desconfianza por cómo se ha hecho: casi sin procesos de consulta de informes preceptivos, con el Banco Central Europeo diciendo claramente que no es el momento de poner trabas al sector…», lamentó Alejandra Kindelán, que recordó, además, el conflicto entre normas generado por la prohibición de trasladar este impuesto al cliente, algo a lo que obliga el marco normativo, y que encuentra en el discurso que rodea a este impuesto uno «que señala y estigmatiza a la banca«.
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