«Es un sector atomizado, pero que fija industria y población»

Fundada en Segovia en el año 1970 no fue hasta 2018 cuando se presentó con el nombre de Innoporc. consecuencia del crecimiento empresarial y de un nuevo Plan Estratégico. Miguel Antona, director general de Innoporc, forma parte de la tercera generación al frente del negocio que se asienta en el trabajo en equipo, bienestar animal, la innovación tecnológica, la sostenibilidad y la motivación social corporativa.

–La provincia de Segovia fue el punto de partida de un negocio en expansión.

–Tenemos algún centro de producción en Valladolid y Salamanca y a principios del próximo año, fruto de la sinergia de un cliente importante en la zona de Toledo, creceremos de forma exponencial, prácticamente al doble de tamaño. El contexto económico y el sector nos pide ser más grandes para ser más eficientes y cumplir con todos los requisitos que exige la seguridad alimentaria, trazabilidad y el bienestar animal.

–La regulación. ¿Es uno de los desafíos del sector?

–El sector porcino es una potencia mundial y a su vez convive en el ambiente regulatorio más hostil del mundo, que es el de la UE en cuanto a normativas de bienestar, usos antibióticos, utilización del suelo para abonos, etc. Pero el hecho de que seamos competitivos significa también que lo estamos haciendo bien.

– ¿Siente que se reconoce el potencial del porcino?

–A nivel económico el porcino es el segundo generador de PIB de Castilla y León y tiene un impacto muy relevante. No hay que olvidar que es un sector atomizado, pero fija mucha industria y población. Quien tiene una granja difícilmente se va a cambiar de país. Es un tipo de sector que no se deslocaliza por eso creo que tenemos una responsabilidad, como sector, de contar a la sociedad lo que hacemos.

–¿Y no lo hacen?

–Es un sector productor no transformador, que es el que no tiene un producto o marca que comercializar y por eso parece que no tiene por qué hablar de lo que hace. Pero creo que esa realidad ha evolucionado mucho y la sociedad quiere saber el origen de lo que consume, hay que hacer una labor de divulgación.

– Pero es un sector competitivo.

–El potencial es inmenso pero parece que nos hemos quedado a la zaga. Hace veinte años Segovia era la primera potencia productora de porcino en España y hoy no solo no es la primera, sino que otras comunidades como Cataluña, Aragón y Murcia se han puesto por delante. Castilla y León tiene unos recursos naturales, suelo y demografía destacados, como para que la producción se hubiera desarrollado de una forma más relevante. Debe haber una apuesta clara que, a mi modo de ver, debe ser conjunta y estratégica entre sector privado y público. Con el desarrollo de la tecnología hoy existente de valorización de subproducto en el sector agroalimentario para la obtención de energías renovables, el no apostar por el desarrollo de un sector como el nuestro, sería perder una gran oportunidad.

–¿Qué aporta Innoporc a la provincia?

–En la parte de generación de empleo estamos entorno a las 150 personas trabajando en la empresa, pero no queremos quedarnos solo ahí y por eso dedicamos una parte de nuestro presupuesto a la motivación social corporativa. Colaboramos con medio centenar de clubes, deportistas profesionales y amateurs, ONGs e iniciativas culturales. En los pueblos en los que tenemos centros de producción tratamos de aportar lo que necesiten con el objetivo de mantener vivas las tradiciones de las zonas rurales.

–¿La incertidumbre es parte del contexto habitual de trabajo?

–Tener una empresa es ya una actividad de riesgo pero en los últimos cinco años hemos vivido la tormenta perfecta. La pandemia fue global y los conflictos bélicos han generado muchas tensiones en los comercios de internacionales, en concreto los de materias primas. El 70% del coste de un animal es la alimentación y esto está muy influenciado por los mercados internacionales.

–¿Son los productores los que asumen ese aumento de coste?

–Inicialmente nosotros como productores tuvimos un año y medio muy complicado porque se perdía mucho dinero con cada animal que vendíamos y no se podía dejar de producir. Hubo quien cerró porque se produjo un incremento de costes muy elevado y no se repercutió, para mí, durante un tiempo excesivo, al lineal.

–¿Y actualmente cómo está la situación?

–A día de hoy está más estabilizada la repercusión de costes en toda la cadena. No puedes trabajar a pérdidas. Es algo que no debe estar permitido porque si tú tienes un sector tan estratégico como el agroalimentario en Castilla y León y la producción y la industria trabajan a pérdidas, estás poniendo en riesgo uno de los pilares del Estado, que es que seas capaz de producir tus propios alimentos. Ya hemos visto lo que ocurre cuando eres dependiente de la energía, así que imagínate si eres dependiente del alimento. No tiene sentido tensionar a la cadena hasta el punto de que las empresas tengan que desaparecer.

–¿Cómo se integran los avances tecnológicos en la producción?

–La IA hay que ponerla de nuestro lado porque es una tecnología que puede facilitar mucho el trabajo en términos de eficiencia para lograr la automatización de trabajo manual que no aporte valor. No vamos a reducir el número de personas que trabajan en las granjas. Es más, lo ampliaremos, pero siempre buscando un desarrollo de trabajo de más calidad, de mayor valor añadido que tenga que ver con las competencias propias de los seres humanos.

– En 2023 facturaron 90 millones de euros. ¿Qué se plantean para 2025?

–Continuar siendo cada vez más eficientes en nuestros procesos productivos para ser capaces de ajustar los costes y seguir creciendo siendo más competitivos. Tenemos el foco puesto en diversificar dentro del sector agroalimentario para aportar más valor como empresa y de esa manera potenciar a pymes o autónomos que puedan necesitarlo. Y seguiremos con los proyectos relacionados con sostenibilidad medioambiental.

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