Han pasado 16 años desde que el noruego Bjorn Aspheim puso sus ojos en Medina del Campo y fundó Noray Seafood, granja de langostinos que actualmente exporta a diferentes países de Europa. En septiembre de 2023 dejó la dirección general a la que ahora regresa para seguir apostando por la acuicultura de secano.
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–A principios de octubre se daba a conocer que Noray Seafood había sido adquirida en su totalidad por un nuevo grupo inversor que usted lidera. ¿Qué supone este cambio en la dirección?
–Esta nueva adquisición supone otro capítulo para la compañía y posiciona a Noray para acelerar su compromiso de revolucionar la industria y proporcionar una solución sostenible a la acuicultura de langostinos. Con este nuevo impulso, la empresa está lista para capitalizar el enorme potencial del mercado, aprovechando su tecnología innovadora y el impulso que ha construido en los últimos años.
–España es el primer productor acuícola de la UE. ¿El cultivo y producción de peces y marisco es el presente para el consumo humano?
–Los recursos marinos cada vez son más limitados, debemos cuidar de nuestros mares y tomar conciencia sobre la preservación de la biodiversidad a futuro. Para gestionarlos adecuadamente, y acorde a la demanda mundial de pescado y marisco, tienen que existir proyectos como el nuestro que renuncien a utilizar recursos oceánicos y ofrezcan una solución acorde a las necesidades de consumo.
–¿Qué le llevó a fijarse en Medina del Campo?
–Elegimos Medina por su ubicación estratégica en España, un punto equidistante respecto a las todas las costas españolas, que permite cubrir toda la demanda de España, Portugal y, también, Francia, entre 24 y 48 horas.
–¿Qué impacto económico ha tenido esta apuesta en el entorno?
–Aunque no contamos con datos económicos específicos, creemos que el impacto en la provincia es positivo en términos de empleabilidad y desarrollo local. Actualmente, en Noray gran porcentaje de la plantilla procede de Medina del Campo, Valladolid y alrededores, lo que contribuye directamente a la economía de la zona mediante la generación de empleo estable y especializado.
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–En este sentido y con una plantilla de treinta personas, ¿cuál es el perfil de un trabajador en una granja agrícola?
–Difícil definir un perfil específico. En Noray trabajan desde operarios de pesca y procesado, técnicos de acuicultura e ingenieros agrícolas, hasta biólogos marinos, especialistas en laboratorio de calidad y personal más dirigido a las áreas de administración y ventas.
–De sus instalaciones salen dos productos, langostino crudo y cocido. ¿Han pensado cambiar?
–No, por el momento nos centramos en producir solo langostino. Lo que sí estamos estudiando es la posibilidad de ampliar los tipos de procesado y formatos.
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–¿De qué capacidad productiva estamos hablando?
–Actualmente, nuestro objetivo es finalizar el año con una producción de 100 toneladas de langostinos e incrementarla el próximo año con la ampliación de nuestras instalaciones. Nuestra granja bajo techo cuenta con 7.000 m2 y 24 tanques de pre-engorde y engorde, y estamos trabajando en una segunda nave que nos permitirá duplicar esta capacidad, contando con 6.000m2 más y 40 tanques de pre-engorde y engorde.
–¿Y ya tienen fecha?
–Ya estamos haciendo pruebas en esta segunda fase y ultimando procesos de mantenimiento para ponerla completamente en marcha pronto. Asimismo, disponemos de nuevas instalaciones propias de criadero de larvas, en las que llevamos trabajando a pleno rendimiento desde principios de año.
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–¿A qué lugares viaja el langostino de Medina?
–Exportamos a diferentes países del norte, centro y este de Europa. Además de las ventas en España, a sector Horeca y a cliente final directamente, que se distribuyen a toda la Península.
–¿Qué marca la diferencia en el consumo del langostino de Noray Seafood?
–La cría de nuestros langostinos se realiza simulando las condiciones de su hábitat natural mediante el control de la calidad microbiológica y físico-química del agua de cultivo de forma diaria. En ninguna parte del ciclo vital y del proceso de producción utilizamos conservantes ni antibióticos. Por eso, el resultado es un langostino natural, con un sabor dulce, una textura crujiente y una carne tersa y limpia.
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–¿Y cómo se consigue?
–Han sido muchos años de investigación y desarrollo. Con el paso del tiempo y la obtención de resultados se han ido encajando todos los eslabones de la cadena de valor que se necesita para elaborar un producto de alta calidad gastronómica.
–¿La tecnología ayuda?
–Se han utilizado varios métodos de análisis y actualmente contamos con uno centrado en la calidad del producto final en combinación con parámetros medioambientales que funciona y nos permite incorporar mejoras. Bajo un innovador sistema de tecnología microbiana de última generación recreamos en todas nuestras piscinas el ambiente natural idóneo para los langostinos. Todas nuestras piscinas climatizadas funcionan bajo un sistema de reciclaje de agua de bajo consumo energético y de residuo cero.
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– La temporada y la demanda influyen en el precio de venta en las lonjas de pescados. En su caso, ¿cómo establecen el precio de venta?
–Tenemos una ventaja competitiva que es un escandallo de costes estable a lo largo del año. Esto nos permite establecer un precio que mantenemos a nuestros clientes todo el año.
–¿Qué factores influyen a la hora de fijar precio?
–Al tener todo el ciclo cerrado de producción en nuestra granja, los factores más importantes son la alimentación y los costes de energía, que son los que pueden influir en la modificación de los precios de año en año.
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–Se acerca la Navidad, el langostino es uno de los mariscos presentes en la mayoría de las mesas. ¿Previsiones de ventas?
–Esperamos agotar toda la capacidad de las piscinas, de ahí la ampliación prevista para los próximos años.
–En abril de 2021, fueron la primera granja de langostinos bajo techo del mundo en obtener la certificación ASC que acredita la sostenibilidad de la producción. ¿Qué supone?
–Es muy importante para nosotros, ya que reconoce la producción responsable de productos del mar cultivados a través de acciones de sostenibilidad ambiental y de responsabilidad social, utilizando mecanismos de mercado eficientes que crean valor a lo largo de toda la cadena de producción.
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–¿Qué peso tienen la sostenibilidad en la estrategia empresarial?
–Nuestra estrategia como empresa de producción sostenible se basa en cuatro líneas principales: un modelo productivo respetuoso con el medio ambiente, preservando los hábitats esenciales que nos rodean, reduciendo y revalorizando los residuos generados; una política social que acompaña al reto demográfico actual que vive el país fijando población en zonas rurales; una gestión de proveedores basada en criterios de sostenibilidad, y la incorporación de las cadenas de reciclaje de plástico en nuestro packaging.
–Economía circular...
–Tenemos el 100% del plástico reciclado y reciclable en nuestro formato más vendido. Además, nuestra instalación de paneles solares nos permite cubrir casi el 50% de nuestro consumo de energía y hemos evitado la emisión de 140 toneladas de CO2 gracias al uso de nuestra propia energía.
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–¿Cuáles son los principales desafíos a medio largo plazo?
–El mayor reto que se presenta a futuro es la capacidad. A medida que la demanda del producto fresco, local y de calidad crece y los océanos tienen menos capacidad, poder suplir toda la demanda será el mayor reto.
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