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España es un país de microempresas. El tejido productivo de nuestro país está formado en su mayor parte por compañías que cuentan, de media, con menos de cinco trabajadores -lejos de los doce que mantiene Alemania y por debajo de los 6 de la media ... europea- lo que se traduce en una menor productividad y competitividad y recursos para afrontar situaciones de crisis como la que se vivió en 2008 o, más recientemente, con la pandemia.
Así lo refleja Cepyme -la confederación española de las pequeñas y medianas empresas- en su informe de crecimiento empresarial publicado este lunes en el que constata que el número de empresas de nuestro país debería aumentar un 36% para alcanzar la media de los principales países de nuestro entorno. Según estos datos, y aunque en los últimos años se ha registrado una ligera tendencia hacia el crecimiento, este es «todavía insuficiente para atajar la brecha existente con la media europea», advierte la patronal.
Las consecuencias de tener un tejido empresarial más pequeño frente a los países de nuestro entorno acarrea, a ojos de Cepyme, «salarios más bajos por sus menores recursos, menos posibilidad de captar y retener talento, menor capacidad para acceder a financiación, menor capacidad para exportar e innovar».
El menor tamaño de las empresas hacen que la productividad sea más baja -las microempresas son tres veces menos productivas que las que cuentan con 250 empleados-. Las ventas por ocupado en España se sitúa en los 329,2 euros, frente a los 788,7 de Irlanda, los 592,4 de Bélgica o los 485,5 de Dinamarca, países con los que se registra una mayor brecha. A pesar de ello, la media de la UE también se encuentra un 10% encima de las ventas por trabajador en España, con 362,2 euros.
Este menor tamaño condiciona las ventas y la productividad, medida en ventas por ocupado, es la tercera más baja. «En consecuencia, las empresas españolas son también menores rentables», advierte Cepyme.
El análisis pone el foco en la regulación del Gobierno que supone un escollo al crecimiento o generan incertidumbres, mayores cargas y encarecen los costes de las pymes. Cita como ejemplo la futura reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, la próxima subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o el incremento de cotizaciones. En concreto, el incremento del 73% del SMI desde 2016, resulta «especialmente gravoso» para la empresa de menor tamaño, según Cepyme, ya que le supone «un fuerte aumento de costes sin apoyarse en un incremento similar de su productividad, retrotrayendo que pueda destinar sus recursos a la inversión entre otras cuestiones».
El sistema fiscal español, con uno de los tipos más altos en el Impuesto sobre Sociedades y en cotizaciones, tampoco favorece la actividad económica para el crecimiento. España registra el quinto tipo de cotizaciones más alto de los países europeos tan solo superado por Francia, Holanda, Eslovaquia y República Checa, donde se reparte la carga con el trabajador. Sin obviar, por otra parte, el absentismo al que se enfrentan ese tipo de compañías. A finales de 2024 la tasa se mantuvo en el entorno del 7%, nivel al que subió desde la pandemia y en el que se ha mantenido.
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